Reencuentro IncÓmodo

El caos tiene nombre (y es Tomás)

El desayuno en el hotel terminó como siempre: con Tomás intentando preparar café en una máquina que parecía un robot vengativo. “Solo apretá un botón”, decía Sofía. “¡Eso hice!”, gritó él, mientras el chorro de café salía disparado directo al techo.

—Sos un peligro para la humanidad, Tomás.
—Y vos sos la razón por la que sigo intentando hacer café —respondió él con una sonrisa tan descarada que hasta la máquina pitó, indignada.

Sofía rodó los ojos. A veces pensaba que el universo había conspirado para juntar a dos personas con el talento natural de generar caos hasta en un desayuno.

Cuando por fin lograron servir dos tazas más o menos decentes, bajaron al lobby. Allí estaba Teté, con lentes de sol y un micrófono en mano.
—¡Gente hermosa de Asunción! ¡Aquí Teté en modo “informe especial” sobre el amor y el desastre! —anunció frente a un camarógrafo que claramente quería estar en otro lugar.

—¿Qué hace? —preguntó Sofía en voz baja.
—Lo que mejor sabe hacer: exagerar —susurró Tomás.

Teté los vio y corrió hacia ellos.
—¡Por fin! Mis protagonistas de la historia más vista en mi canal. “Exnovios, café y caos: la saga continúa”.
—Teté, por favor… —intentó detenerla Sofía.
—Nada de por favor, amiga. Tus seguidores están hambrientos de contenido.

Tomás tosió, incómodo.
—¿Seguidores?
—Sí, bombón. Desde que apareciste en mis lives, las vistas se dispararon. Sos oficialmente el crush nacional.

Tomás se atragantó con su propio orgullo.
—¿Crush nacional?
—No te emociones —dijo Sofía con ironía—. En redes, el público cambia de crush más rápido que vos de calcetines.

Teté soltó una carcajada.
—Ay, Sofi, siempre con esa lengua filosa. Pero no te preocupes, hoy tengo una propuesta seria para ambos.

Los llevó a una mesa en la cafetería del hotel y desplegó una carpeta con el logo de una editorial grande.
—Me contactaron —dijo con un brillo en los ojos—. Quieren una historia basada en su relación.
—¿Qué? —gritaron los dos al unísono.
—Sí. “Amor con doble shot”. Una novela romántica contemporánea con humor, drama y, obvio, finales inesperados.

Sofía se llevó una mano a la frente.
—No pienso revivir nuestra historia para entretenimiento de la gente.
—Tranquila, se puede ficcionalizar. Solo necesitan… firmar aquí.

Tomás tomó la hoja y la miró de reojo.
—¿Y cuánto pagan?
—¡Tomás! —protestó Sofía.
—Bueno, hay que saber si vale la pena sufrir otra vez, ¿no? —bromeó él.

Teté asintió con un gesto de productora profesional.
—Lo suficiente como para pagar una luna de miel ficticia en Punta Cana.

Sofía se levantó, riéndose.
—Una luna de miel ficticia es lo más realista que podríamos tener.

Pero antes de que se alejara, Tomás la tomó del brazo con suavidad.
—Ey… Sofía, no te vayas. Tal vez no sea tan mala idea.

Ella lo miró con esos ojos que lo habían desarmado más de una vez.
—¿Querés volver a escribir nuestra historia?
—Tal vez… esta vez, podamos cambiar el final.

El silencio que siguió fue tan intenso que hasta Teté dejó de grabar.

Luego, Sofía respiró hondo, cruzó los brazos y dijo:
—Si esto termina en tragedia, lo subo yo al canal.

Y así, entre sarcasmo, propuestas editoriales y café derramado, comenzó el nuevo capítulo de su historia. Una historia que, como siempre, prometía risas, caos y un toque de amor mal administrado.




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