El acuerdo estaba hecho. Contra todo pronóstico (y contra su propio sentido común), Sofía y Tomás firmaron con la editorial.
Teté festejaba como si hubiera cerrado un contrato con Netflix.
—¡Vamos a ser virales, mis criaturas del caos!
Sofía la miró de reojo.
—Te recuerdo que es un libro, no un reality show.
—Todavía —susurró Teté con una sonrisa traviesa.
La editorial les dio una oficina compartida en el centro, decorada con plantas falsas y un aroma a café que ni el más desesperado aceptaría. En la puerta, un cartel rezaba:
“Proyecto: Amor con doble shot” — Autores: Sofía Ramírez y Tomás Aguilar.
Tomás entró el primer día con aire triunfal, café en mano (otra vez mal cerrado).
—Listo para crear una obra maestra.
—Empezá por no chorrear la obra en el suelo —le contestó Sofía, lanzándole servilletas.
Abrieron la computadora, Teté se conectó por videollamada “para supervisar el proceso creativo”, y el caos empezó.
—Primera línea —dijo Sofía—: “Nos conocimos en el peor momento posible.”
—No —interrumpió Tomás—. Mejor “Nos encontramos justo cuando no debíamos.”
—Eso suena a canción de telenovela, Tomás.
—Y lo tuyo suena a terapia.
La discusión se extendió durante dos horas. Teté, desde la pantalla, los observaba fascinada, comiendo palomitas.
—Esto es oro puro —dijo—. Les juro que si grabamos esto, ya tenemos tráiler.
Sofía cerró la laptop con fuerza.
—Necesito aire.
—¿Otra vez? Pero recién empezamos el prólogo.
—Exacto. Y ya quiero matarte.
Tomás se recostó en la silla, divertido.
—¿Sabés que sos más creativa cuando estás furiosa?
—Y vos más insoportable cuando respirás.
El guardia del edificio asomó la cabeza por la puerta.
—Todo bien, chicos? Pensé que alguien estaba filmando una telenovela acá.
—No, tranquilo —respondió Teté—. Es solo amor reprimido con olor a café.
Horas más tarde, cuando Sofía regresó con un café (esta vez bien cerrado), encontró a Tomás escribiendo solo. Se detuvo detrás de él.
—¿Qué hacés?
—Avanzo un poco. No quiero perder el ritmo.
—¿Puedo leer?
—Si prometés no corregirme todo.
Ella se inclinó sobre su hombro y leyó en voz baja:
> “Y aunque discutían por cada punto y coma, en el fondo ambos sabían que cada palabra era una excusa para seguir juntos un día más.”
Sofía levantó la vista.
—No está mal… para ser tuyo.
—Gracias, Shakespeare frustrada.
El silencio que siguió no fue incómodo, fue… distinto.
Por primera vez en mucho tiempo, el ruido entre ellos parecía tener sentido.
Entonces, Teté apareció otra vez en la pantalla.
—¡Paren todo! ¡La editorial ama la idea! Quieren que escriban juntos… en una cabaña!
—¿Qué? —gritaron los dos.
—Sí. Se llama “inmersión creativa”. Tres días aislados para inspirarse.
Sofía se llevó la mano a la frente.
—Tres días con Tomás en una cabaña… sin Wi-Fi. Esto va a ser un infierno.
Tomás sonrió con ese brillo peligroso.
—O la mejor historia que jamás escribimos.
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 30.10.2025