Reencuentro IncÓmodo

Famosos sin querer (y sin cobrar un guaraní)

La mañana siguiente fue un caos tan monumental que hasta Pancito se negó a levantarse.
El teléfono no paraba de sonar.
Mensajes, correos, notificaciones, y hasta una llamada de una tal productora de televisión.

—¿Qué hicimos? —preguntó Sofía, despeinada, sosteniendo su taza de café como si fuera un escudo.
—Cambiamos la historia —dijo Tomás con una sonrisa de héroe de telenovela barata.
—Cambiamos mi paz mental, eso sí.

📱 “Hola, soy del programa Buenos Días Mi Gente. Queremos entrevistarlos por su historia viral.”
📱 “¿Podrían venir al estudio con Pancito?”
📱 “La audiencia pide beso en vivo 😍🔥”

—¿Beso en vivo? —repitió Sofía con tono amenazante.
—Bueno, Sofi, el público manda.
—El público va a mandar tu velorio si seguís hablando.

Tomás, fiel a su estilo, solo se rio y siguió revolviendo el mate.
—Tranquila, lo tomamos con humor.
—¿Humor? ¡Esto es una locura mediática!
—Una locura rentable, tal vez.

---

La entrevista del siglo (o del desastre)

El canal de televisión los citó a las nueve.
Sofía intentó vestirse “discreta”, pero Tomás le dijo:
—No podés ir así. Parecés lista para declarar en la comisaría.
—Es la idea.

El estudio estaba lleno de luces, cámaras y gente gritando “¡Ahí vienen!”.
Una productora se les acercó emocionada:
—Chicos, son adorables. Les vamos a hacer preguntas suaves: cómo se conocieron, si están juntos, si Pancito es su hijo simbólico… lo de siempre.

Sofía tragó saliva.
—¿Hijo simbólico? ¿Qué clase de zoológico es este?
Tomás sonrió y acarició a Pancito:
—Bueno, técnicamente, él nos unió.
—¡No digas eso al aire!

Pero ya era tarde.
El conductor anunció:
—¡Con ustedes, los protagonistas del fenómeno literario del momento: Reencuentro Incómodo!

Aplausos, música pop, flashes.
Tomás saludó con su mejor sonrisa; Sofía sonrió por compromiso; Pancito, en cambio, se robó el show.
Literalmente se escapó del set y apareció en cámara mordiendo el cable del micrófono del conductor.

—¡Oh, Dios mío! ¡Pancito está saboteando el sonido! —gritó alguien.
—Eso fue lo más sincero del programa —dijo Sofía.

El público estalló en risas.
El clip se viralizó al instante con el título:

> “El perro que arruinó la entrevista, pero salvó la relación.”

---

Propuestas indecentes (y contratos confusos)

Después del programa, los contactó una editorial grande.
—Queremos comprar los derechos de su historia —dijo el agente—. Pero necesitamos que sigan fingiendo que son pareja.
Sofía lo miró con el ceño fruncido.
—¿Fingiendo?
Tomás disimuló mal una sonrisa.
—¿Y si no fingimos?

La representante lo observó con picardía.
—Entonces mejor. La audiencia ama los romances reales.

Sofía suspiró.
—Esto se está yendo de las manos.
—De las tuyas, seguro —bromeó Tomás—, pero las mías pueden sostenerlo.
—¿Querés que te sostenga el ego o el cuello?

---

Una cita improvisada (o algo parecido)

Esa noche, después de todo el circo mediático, Sofía quiso despejarse.
Pero Tomás apareció con una pizza y una botella de vino.
—No es cita, es... comida de trabajo.
—¿Trabajo?
—Claro. Necesitamos inspiración para el capítulo siguiente.

Sofía se sentó frente a él.
—Inspiración, sí. Como si no hubiéramos tenido suficiente drama.
—El drama vende, Sofi.
—Y el vino también —dijo ella, sirviéndose un vaso.

Brindaron.
Rieron.
Y por primera vez en semanas, el silencio entre ellos fue cómodo.

Tomás la miró de reojo.
—¿Te puedo confesar algo?
—Si es otro error viral, no.
—No… esto es peor.
—¿Peor que eso?
—Me gusta verte reír. Aunque sea por mis tonterías.

Sofía lo miró.
Por un segundo, el mundo digital dejó de existir.
Y fue Pancito, otra vez, quien rompió el momento al ladrarles desde el sofá.

—Pancito… —susurró Sofía—, sos el mejor guardaespaldas del planeta.
—Y el peor cupido —agregó Tomás con una sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.