El día de la firma de libros amaneció con lluvia, tráfico y una Sofía al borde del colapso nervioso.
Había dormido poco, se había tomado tres cafés y aún no encontraba su cepillo de pelo (que, spoiler, Pancito había decidido enterrar dentro de la valija de Tomás).
—¿Por qué hay tanta gente? —preguntó ella, mirando desde la ventana del auto.
Una multitud se arremolinaba frente a la librería: pancartas, gritos, flashes.
—Porque aparentemente somos la pareja del año —respondió Tomás, ajustándose la chaqueta con un aire de rockstar doméstico.
—No somos una pareja.
—Tranquila, no se lo voy a decir a la prensa.
—¡No somos!
—Claro, claro, decile eso a las dos mil personas que vinieron por “la historia de amor más caótica del internet”.
Sofía lo fulminó con la mirada.
Tomás, sin inmutarse, le sonrió con la calma de quien disfruta ver arder el mundo con estilo.
Apenas bajaron del auto, el griterío se multiplicó.
Una fan emocionada empujó su libro hacia ellos:
—¡Sofía, firmame acá! ¡Y vos, Tomás, poné un corazón al lado de tu nombre!
Sofía parpadeó.
Tomás obedeció con gusto.
—¿Querés que también le dibuje un beso? —bromeó él.
—¿Querés que te dibuje un ojo morado? —le contestó Sofía, con sonrisa perfecta para las cámaras.
Y así comenzó la firma: tres horas de risas, selfies, dedicatorias y miradas cruzadas que ni Netflix habría podido guionar mejor.
Hasta que llegó ella.
Una influencer famosa, toda maquillaje, perfume caro y drama en potencia.
Se acercó al stand como si caminara por una pasarela y, sin previo aviso, abrazó a Tomás.
—¡Mi querido Tomás! ¡No puedo creer que estés aquí!
Sofía pestañeó, confundida.
Tomás se tensó, incómodo.
—Eh… hola, Luna.
—¿Luna? —repitió Sofía, como si la palabra fuera sinónimo de problemas con piernas largas.
La influencer sonrió, volteando hacia Sofía.
—Ah, vos debés ser la escritora.
—Y vos la pesadilla con glitter —susurró Sofía, demasiado bajo para el micrófono… o eso creía.
El sonido se amplificó por todo el salón.
Silencio.
Después, carcajadas.
Las redes sociales tuvieron material para un mes.
Tomás se cubrió la cara, intentando no reír.
—Bueno… eso fue… espontáneo.
—Fue un accidente acústico —se defendió Sofía.
—Fue glorioso —susurró una fan desde la fila.
El evento continuó entre memes en vivo y clips que se viralizaban a la velocidad de la luz.
Pero en medio del caos, hubo un instante extraño: Tomás le pasó un marcador nuevo, rozando su mano, y ambos se quedaron quietos.
—Sos increíble, ¿sabías? —murmuró él.
—Lo sé —respondió Sofía, con una sonrisa que no lograba ocultar el temblor en la voz.
Y cuando creían que el día no podía volverse más surrealista, Pancito escapó del camerino y subió al escenario con una bufanda puesta.
La gente gritó, los guardias corrieron, y Sofía terminó en el suelo, riendo tanto que casi no podía respirar.
—Definitivamente —dijo Tomás, ayudándola a levantarse—, nadie va a olvidar esta gira.
—Ni tus ex, ni mis nervios —replicó ella.
Y entre aplausos, flashes y un perro ladrando sobre una pila de libros firmados, ambos comprendieron lo que todo el público ya sospechaba:
Esa historia ya no era solo parte del show.
Era real.
Tan real como el desastre que los acompañaba.
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 30.10.2025