A la mañana siguiente, los titulares eran imposibles de ignorar:
> “¡El beso que nadie vio venir!”
“Tomás y Sofía: del odio al amor en una copa de vino.”
“El romance más inesperado del año (según Pancito).”
Sofía casi escupió el café.
—¡¿Quién les dijo que Pancito aprobó el beso?!
El perrito la miró desde el sofá, meneando la cola con aire de “yo no niego ni confirmo”.
Tomás, en cambio, parecía disfrutar el caos.
—¿Viste? Somos tendencia mundial.
—No estamos juntos, Tomás.
—Claro… por eso me estás usando mi taza y mi camisa.
Sofía miró hacia abajo.
—Era la que estaba más cerca.
—Y casualmente olía a mí.
—¿Podés dejar de sonar tan satisfecho?
—No, porque me gusta cuando te enojás.
Ella intentó mantener la compostura, pero la sonrisa se le escapó igual.
—Sos un desastre.
—Y vos sos el desastre que me gusta.
El manager apareció de la nada, con expresión de guerra.
—¡Necesitamos aclarar esto! La prensa está afuera, el fandom está dividido, y alguien hizo un remix del beso con música de Titanic.
—¿Podemos verlo? —preguntó Tomás.
—¡No! —gritaron Sofía y el manager al mismo tiempo.
Mientras el manager hablaba con producción, Sofía y Tomás se miraron.
Había un silencio distinto. No el incómodo, ni el de “no sé qué somos”. Era el tipo de silencio que suena a final feliz a punto de pasar.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó ella.
—Podemos negar todo… o admitirlo.
—¿Y si nos reímos del escándalo?
—Eso suena a nosotros.
Ella respiró hondo.
—Está bien, pero que quede claro: si esto sale mal, te culpo a vos.
—Perfecto, pero si sale bien… también me das crédito.
Salieron juntos del hotel, tomados de la mano. Los flashes no tardaron en dispararse, las preguntas volaban, y Pancito —como toda una estrella secundaria— posó con su mejor ángulo.
Sofía alzó la vista, sonriendo.
—¿Listo para el show?
Tomás asintió.
—Siempre lo estuve, solo que no sabía que el guion eras vos.
Ella rió, bajando la voz.
—No te pongas cursi frente a los periodistas.
—Tarde —dijo él, inclinándose para besarla.
Los flashes se volvieron un mar de luz blanca.
Y, por primera vez, Sofía no quiso esconderse.
Porque entre el caos, las risas, los enredos y los titulares exagerados… había algo real.
Algo que ni el vino, ni la prensa, ni los viejos rencores podían borrar.
El reencuentro ya no era incómodo.
Era inevitable.
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🩷 FIN 🩷
Autora: Raquel Ortiz
Y así termina esta historia llena de caos, risas, besos imprevistos y verdades que solo se dicen cuando hay vino de por medio.
Sofía y Tomás demostraron que el amor, cuando es real, siempre encuentra la forma de hacerte tropezar… pero también de levantarte riendo.
Gracias por acompañarme en cada enredo, cada mirada y cada momento de locura romántica.
Si sonreíste, te reíste o suspiraste al leer esta historia, entonces Reencuentro Incómodo ya cumplió su propósito.
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el amor de dos personas diferentes, el amor no existe para mi, el reencuentro con verdadero amor
Editado: 01.11.2025