Reflejo de un amor. Un comienzo

Capítulo 2: Tom

Me quedo de piedra mirando el celular como un tonto.

¿Dijo lo que creo que dijo? Yo creo que sí, no pude haberlo imaginado. En ocasiones he creído ver a Molly caminando por alguna calle de Nueva York, pero esta vez habló por teléfono y era su voz.

Logro salir del shock inicial y llamo a Molly. Necesito que me dé la noticia bien para no creer que fue producto de mi imaginación.

Durante los meses que estuve separado de Molly he reflexionado mucho y trabajado en mis inseguridades, logrando identificarlas y luchar para superarlas. No ha sido fácil, pero ha valido la pena porque ahora puedo ser mejor hombre para ella y también yo ser mejor persona.

Ella responde.

—¿Qué?

—¿Cómo qué? No puedes decirme que estás embarazada y colgar. ¿Lo estás? ¿Es mío?

En cuanto hago la segunda pregunta, me arrepiento.

—No, estoy bromeando, es de Cody, solo quería jugar un poco. No puedo creer que preguntes eso. ¿Crees que estaría llamándote si no fuera así? Sabes que, olvida lo que dije. No necesito que te hagas cargo, yo puedo sola. Que tengas una buena vida.

—No, Molly… —y vuelve a colgar.

«Genial, Tom, sí que sabes como arruinarlo».

Llevo meses evitando llamar a Molly, evitando decirle que la amo y la extraño cada maldita noche para terminar mi terapia más rápido e ir por ella.

Cuando por fin el psicólogo me da el alta y hago planes para ir a buscarla, a ella y a Rachel, me llega una noticia inesperada que me llena de alegría, y yo voy a arruinarlo con mi bocota.

Jake entra en mi oficina sin golpear preguntando si quiero ir a tomar una cerveza. Necesita consejos sobre la chica con quien está saliendo.

—¿Acaso me consideras experto en mujeres? Me comprometí con una mujer por presión de mis padres y luego me enamoré de otra maravillosa y lo arruiné.

—Y por eso te pido consejos. Sabes como arruinarlo y puedo tomar esos ejemplos para hacer justo lo contrario.

Niego con la cabeza riendo.

Jake es un excelente abogado y en estos meses se ha convertido en un buen amigo. Tanto él como Ben.

—No, hoy paso—agarro mi chaqueta—. Me voy a Providecetown.

—¿Florida? —sonríe.

—No, Massachusetts. Voy a buscar a Molly.

Se cruza de brazos y me observa con una sonrisa burlona. Me ha escuchado hablar de Molly los últimos tres meses sin quejarse.

—¿El psicólogo te dio permiso de buscarla?

—El psicólogo me aconsejó mantenerme apartado de ella para darle tiempo y yo trabajar en mis inseguridades cuando comencé la terapia, luego que esperara un tiempo más.

—Yo sigo pensando que al menos tendrías que haberle enviado algún mensaje de vez en cuando diciéndole que la extrañabas o la amabas. Aunque no respondiera.

—Nunca me dijiste eso.

Se queda callado.

—Creo que lo pensé y no te lo dije.

Ruedo los ojos. Jake es genial, si bien a veces le falla un poco el cerebro. Me cae bien y lo considero un amigo, por eso lo dejo pasar.

—Ya es tarde para eso. Disfruta de la cerveza sin mí. Nos vemos.

Me despido de Jake y camino hasta la oficina de mi tío, entro sin golpear y lo encuentro agachado y descalzo.

—¿No sabes golpear la puerta?

—No pienso preguntar que estás haciendo—él se incorpora—. Solo te aviso que me voy a Providecetown y no sé cuando regresaré.

—¿Qué? No puedes irte así no más. Eres socio, hay casos. Desde que Molly se fue…

—En este momento nada de eso me importa. Agradezco el apoyo y la oportunidad que me has dado, pero Molly me acaba de decir que espera un hijo mío y no me atiende el teléfono, así que tengo que ir en persona a hablar con ella. Ya es hora de que arreglemos las cosas y la recupere.

Mi tío abre la boca.

—¿Por qué no te responde? ¿Qué le dijiste?

Miro para todos lados sin querer confesar mi metida de pata.

—Nada—mi tío enarca una ceja—. Bien. Le pregunté si el bebé era mío.

—¡Tom!

—No fue por desconfianza. No dudo de su palabra, es solo que me salió y era tarde cuando me di cuenta. De verdad, ya he dejado atrás mis celos… Bueno, mis inseguridades, pero no significa que vaya a ser perfecto y a no meter la pata de vez en cuando, pues es como estar ebrio, solo que no de alcohol, sino de inseguridades; es un día a la vez. El psicólogo me dio el alta y dijo que ya estoy listo para una relación.

—¿Te dijo que estás listo para una relación?

—No exactamente. Me dijo que adoptara una mascota, si podía con ella, estaba listo para una relación. Le dije que no porque no tenía tiempo de atenderla y sugirió que comprara una planta, si lograba cuidarla y mantenerla con vida, iba por buen camino.

—¿Lo hiciste?




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