Reflejo de un amor. Un comienzo

Capítulo 4: Tom

Ya oscureció y no se ve ningún vehículo. Al menos mi celular está con batería y tiene señal.

Según el GPS el pueblo está cerca, a veinte minutos de aquí y la casa de huéspedes a media hora.

Lo bueno es que Molly respondió, podría no haberlo hecho y seguiría aquí. Hubiera tenido que dormir en el vehículo hasta mañana

No es una carretera concurrida y no está iluminada, es comprensible que no quisiera dejarme esperando dos horas, si bien seguro lo hizo porque soy el padre de su hijo, caso contrario no le hubiera importado ni cuando encontraran mi cadáver comido por los gusanos.

Hay otra carretera que lleva directo al pueblo, pero tomé está porque la casa de huéspedes no está en el pueblo, sino a las afueras cerca de la playa y el GPS me marcó este camino como el más directo.

Para la próxima averiguaré bien que camino debo tomar.

Mi celular suena en la mano y le respondo a mi tío.

—No es momento para hablar, tío.

—Llamaba para saber si llegaste. Tu tía se preocupa, ya sabes como es.

Sonrío.

—Mi auto se descompuso y estoy en medio de la nada esperando que el padre de Molly venga por mí.

—¿El padre de Molly?

—Al parecer hay una sola grúa en el pueblo, está ocupada y tardará unas horas en buscar el vehículo. Molly le pidió a su padre que me recogiera para no dejarme esperando aquí.

—¿No te asusta? Él puede asesinarte, dejarte ahí y hacer de cuenta que nada pasó. Debe conocer a todo el pueblo. Es lo que yo haría si alguien le rompe el corazón a mi hija.

Suelto una carcajada.

—Eso temía, pero soy el padre de su nieto y es un motivo que pesa. Menos mal que no estuve con tu hija.

A los lejos vea dos luces y distingo una camioneta, termino la llamada con mi tío prometiendo llamarlo más tarde.

De la camioneta baja un hombre alto, en buena forma física vistiendo vaqueros y una camisa blanca ajustada.

—¿Tom?

—¿Señor Miller?

—Sí. Diría que es un placer, pero no lo es, al menos por ahora.

Vaya, que seco y no puedo culparlo. En teoría, le rompí el corazón a su hija.

—Espero que esa opinión cambie una vez que me conozca.

—Ya veremos. ¿Sabes que tiene el vehículo? —se arrima a este.

—No. Hizo un ruido raro y se detuvo.

—Pueden ser las muñequillas de la barra estabilizadora, los amortiguadores o las copelas. Hay que revisarlo para ver si se arregla con un ajuste o se necesita reemplazo.

Enarco una ceja sin comprender nada.

Podría fingir que entiendo, solo debo asentir y ya, pero no es buena idea mentirle a mi futuro suegro.

—Me acaba de hablar en chino. No sé nada de autos.

—Yo sí, pero en esta oscuridad es imposible averiguarlo y Joe o su hija se encargaran de él. Ahora andando. Mi mujer me espera en casa para cenar.

—¿Puedo ir con seguridad en su camioneta?

Él me observa con atención y seriedad. No se parece mucho a Molly. Supongo que ella salió a su madre biológica, la que la abandonó siendo bebé.

—Sí. Por desgracia, mi hija me pidió que me comportara y no te hiciera nada. Es tu noche de suerte.

—Si le soy honesto, temo más miedo de enfrentarme a ella de que lo que temía de enfrentarme a usted.

Él sonríe.

—Hombre listo. Vamos.

Saco la maleta del auto, la subo a la parte trasera de la camioneta y ocupo el lugar al lado de él. Le informo que hice reserva en la casa de huéspedes y le doy las gracias por llevarme. Sé que lo hizo por pedido de su hija. También me disculpo por desviarlo de su camino.

Él informa que debe recoger a su mujer en la casa de huéspedes, así que le queda de paso, luego de eso nos quedamos en silencio. Un silencio muy incómodo.

—Molly tiene suerte de tener un padre que se preocupe por ella.

—Imagino que no tienes buena relación con el tuyo.

—Me desheredó después de que expuse sus corrupciones en la prensa y lo amenacé con ponerle una orden de restricción, a él y a mi madre, si se acercaba a mí o a Molly. Algo que tendría que haber hecho antes.

—Al menos hiciste algo. ¿Por qué estás aquí?

—Vine por Molly. Si no lo hice antes fue porque no estaba listo. Decidí ir a terapia para superar mis inseguridades y ser alguien que Molly mereciera y no volverla a lastimar.

»Señor Miller, no soy perfecto, tuve una vida de mierda, y aunque esos hechos no justifican mis errores, intento enmendarlos.

—Bien. No la tendrás fácil con Molly. No sé que pasó exactamente entre ustedes, no me lo dijo, solo sé que se sintió traicionada y no confiaste en ella ni le diste apoyo cuando lo necesitó, y eso es peor que haberla engañado con alguna mujer de paso, lo que no quiere decir que sea aceptable o perdonable. Y espero que realmente estés aquí para hacer las cosas bien o acabaré contigo sin importar que mi hija me pida que no lo haga.




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