Reflejo de un amor. Un comienzo

Capítulo 6: Tom

Es sumamente raro estar en un lugar donde todos se conocen y te saludan y saben tu nombre. No el mío, el de Molly.

Incluso cuando nos sentamos en la cafetería para almorzar entran clientes que saludan a Molly, me repasan con la mirada y siguen su camino.

—¿Todos en el pueblo saben de mi metedura de pata? Porque me miran como si quisieran asesinarme.

Molly ríe.

—No, yo no ando contando mis intimidades en el pueblo. Todos tienen en mente que regresé por Rachel, para criarla en un ambiente más tranquilo que la ciudad y rodeada de mi familia. Nadie supo que salimos en Nueva York. Ni mi familia ni Cody han dicho nada. Si te miran es por curiosidad y desconfianza, pasa en temporada baja cuando ven a un forastero.

—Me había olvidado de Cody.

—No es tu problema.

Suspiro.

—Te prometo que ya lo superé. Conservé las fotografías y las miraba cada tanto. En un principio me daban celos y sentía bronca, con el pasar del tiempo todo eso dio paso a la indiferencia. La última vez que vi solo noté que yo había sido un idiota y arruinado las cosas por celos infundados.

—¿Sugerencia psicológica?

—Sí.

La señora regordeta aparece preguntando si necesitamos algo más. Sirve té helado a Molly y me mira raro. Asusta su mirada y eso que he trabajado con muchas personas intimidantes.

—Patsy, ya deja de asustarlo.

La mujer se relaja y le sonríe a Molly.

—No confío en los hombres de las grandes ciudades.

Molly ríe.

—Tampoco confiabas en mi madre cuando se mudó aquí y ahora la adoras.

—Con los hombres soy más analítica. —agrega y se aleja.

—Un hombre de la gran ciudad la enamoró, le hizo promesas y se fue dejándola con embarazada. Con el tiempo conoció a un hombre que valía la pena y adoptó a su hijo, pero sigue con la desconfianza de los hombres de la gran ciudad.

Bebo mi té helado.

—Bueno, estás embarazada y aquí estoy, listo para acompañarte a las ecografías y a lo que sea de cosas de bebés que necesites.

—¿Te mudarás a Providecetown?

—Por ahora iré y volveré, no puedo dejar a mi tío tirado después de todo lo que hizo por mí. Cuando aceptes que estemos juntos de nuevo y hablemos de boda, arreglaremos el tema de la mudanza definitiva.

Niega con la cabeza.

—Tom, escucha, no soy perfecta, tengo muchos defectos y entre ellos está que puedo ser rencorosa. No te guardo rencor, sigo pensando que las cosas no funcionaron entre nosotros porque ambos nos equivocamos.

—Tú no hiciste nada malo.

—No hice nada malo, pero tampoco todo correcto. Cuando te di mi justificación en voz alta en la oficina, me di cuenta que yo no te brindé seguridad y esperé que tú hablaras conmigo cuando yo podría haber hablado contigo al darme cuenta de tus inseguridades. Estoy segura que si yo te hubiera enfrentado, te habrías sincerado con la cuestión de los celos.

—O lo habría negado.

—Creo que lo mejor es que dejemos esa cuestión atrás. Los dos tuvimos la culpa y si yo no me quedé a tu lado, fue por tu padre, solo quería proteger a Rachel y ahora quiero ir con cautela. El tema de mi embarazo es otra cuestión.

Termino de comer mi hamburguesa y saboreo la comida. Esta es bien casera, no como las de Nueva York. Uno cuando cocina sabe distinguir entre una comida casera y congelada.

—Bien. Enfoquémonos en tu embarazo. Mientras tanto, te demostraré que he cambiado. No te preocupes por Guillermo, me odia después de que lo expuse en la prensa y me cambié su apellido. No he sabido nada de él en este tiempo y dudo que sepa algo. En este país está visto como un abogado corrupto y puede que la noticia haya llegado hasta Londres. Cuando mis tíos y mi hermana se enteren, no dirán nada, ellos no se hablan ni con Guillermo ni con nadie en Londres.

—Todavía no entiendo la obsesión de él por tenerte bajo su ala a toda costa. No hacía lo mismo con tu hermana.

Niego con la cabeza.

—Soy el hijo hombre al supo manipular. Con mi hermana nunca pudo y es mujer.

—Que mal. Bien, yo te diré cuando tenga que ir a hacerme alguna ecografía y te mantendré informado de lo demás—se pone de pie—. Puedes ir a buscar a Rachel y pasar tiempo con ella. No pretendo alejarte de ella y tampoco de nuestro bebé.

—Con respecto a Rachel, hay algo que quizás deberías saber…

—¿Qué has hablado por teléfono con ella algunas noches? —dibujo una sonrisa—. Lo sé. Mi hermano me contó que mamá le pidió su viejo teléfono y noté que no lo usó, luego escuché a Rachel hablando una noche que me levanté por un vaso de agua y até los cabos. 

—No le dijiste nada.

—Intento darle su espacio y que sea ella quien me cuente las cosas.

—¿No estás enojada?

—Ayudaste mucho a Rachel y comprendo que lograron una conexión. Eres bueno lidiando con ella cuando tiene pesadillas y sabes darle buenos consejos. Mi prioridad es su bienestar y si tú presencia le hace bien, está bien para mí.




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