Reflejo de un amor. Una oportunidad

Capítulo 25: Tom

Observo a Molly dormida a mi lado y no puedo evitar asomar una sonrisa.

Desde el primer día que la conocí en el baño de mi oficina, supe que era diferente a cualquier mujer que conocí antes y detecté algo especial.

Mi interés comenzó cuando rechazó mi invitación a cenar, más tarde cuando la escuché pelear para quedarse con Rachel y poco a poco el interés se fue incrementando, convirtiéndose en un cariño especial.

La forma en la que enfrentó a mis padres y a mi ex me dejó impresionado. Lo hizo con altura, educación y firmeza, dejando claro que no permite que nadie le falte el respeto e intente pasarle por encima.

Me crucé a mis padres de lejos en un momento cuando Molly y yo estábamos bailando, pero me dio igual. No iba a dejar que sus rostros carentes de diversión y llenos de reproches arruinaran la noche, no cuando tenía una hermosa mujer en mis brazos.

Levanto la mano y acaricio su brazo con suavidad.

Molly tiene una personalidad marcada y en la cama se notó todavía más. La pasión y el deseo que demostró al entregarme su cuerpo me fascinó, y estoy lejos de que mi interés por ella merme, todo lo contrario, cada vez va más en aumento.

He de admitir que también me da un poco de miedo ser consciente de los fuertes sentimientos que ella despierta en mí.

No soy perfecto, tengo inseguridades y una de ellas es no creerme lo suficientemente bueno para ella.

Molly puede tener al hombre que quiera gracias a su belleza, inteligencia y seguridad en sí misma. Si los ha evitado antes de conocerme, ha sido por poner en primer lugar su carrera y su deseo de ayudar a las mujeres. Yo fui insistente y no acepté un no como respuesta, si bien algo le gustó de mí o me habría enviado a la mierda.

Todavía no sé que pudo ver en mí.

Salgo de la cama, bebo un poco de agua y regreso a la cama justo cuando suena el celular de Molly, miro la pantalla y aparece la foto de Rachel.

Molly le dejó un celular a Rachel para que ella se sintiera segura de llamarla cuando lo necesitara. Antes de la cena estuvieron haciendo videollamada.

Molly está profundamente dormida y no quiero despertarla. Necesita descansar.

El celular vuelve a sonar y esta vez atiendo.

—Hola, Rachel. —exclamo.

Del otro lado hay silencio.

—¿Quién habla? —su voz ronca me indica que estuvo llorando.

—Tom. Molly está dormida. ¿Necesitas que la despierte?

—No, yo solo…—titubea—. Tuve una pesadilla.

Me acuesto en la cama.

—¿Quieres contarme?

—No sé…

—Yo estoy despierto porque también tuve una pesadilla.

—¿De verdad? ¿Fue fea?

—Muy fea—miento en un intento que ella se abra—. Me sentí encerrado en una habitación oscura y fría de la que no podía escapar, el tiempo pasaba y el aire se cortaba.

La pesadilla no es mentira, solía tenerla bastante seguido cuando vivía en Londres.

Una vez que me fui de allá y comencé mi vida en Nueva York, las pesadillas remitieron.

—Yo soñé que papá me buscaba, me encontraba en el armario y me pegaba como a mamá.

—¿Él lo hizo alguna vez?

—No. Mamá me decía que me escondiera y yo lo hacía. Papá decía mi nombre, pero yo no hacía caso, me quedaba escondida y nunca me encontraba. Salía cuando mami me decía que era seguro. No quiero tener esas pesadillas y me esfuerzo mucho para que no vengan.

Sonrío.

—Rachel, cuando vuelvas a tener esas pesadillas, repite: Ya nadie puede hacerme daño, yo estoy a salvo, Molly y Tom cuidan de mí y no dejará que nada malo me pase. Poco a poco esas pesadillas se irán yendo. ¿Crees que puedes hacerlo?

—Sí, sí puedo.

—Mañana Molly y yo estaremos de regreso y ella irá directo a buscarte a casa de Madeleine, luego podemos ir a mi departamento y les haré algo de comer.

—¿Podría ser en casa de Molly? Quiero ver a Jerry.

—Bien, ahí será entonces. ¿Lista para volver a dormir?

—Sí, eso creo.

—Buena niña. No olvides repetir lo que dije si las pesadillas regresan y cualquier cosa, vuelves a llamar. Ya no estás sola y nadie más te hará daño. Ni Molly ni yo lo permitiremos.

—No quiero molestar.

—Tú no lo haces.

—Gracias por ser bueno conmigo.

—Y tú conmigo. Que duermas bien.

—Buenas noches, Tom.

La llamada termina, dejo el teléfono en la mesa de noche, volteo y me arrimo a Molly pasando el brazo por encima de su cuerpo, ella se mueve un poco y sus manos se apoderan de mi brazo, apretando su cuerpo más con el mío. Absorbo su aroma y relajo mi cuerpo.

Pude ayudar a Rachel con un consejo, ella lo aceptó. Por fin mi vida comienza a tomar un buen rumbo.




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