Regalame tu Sonrisa (libro 2)

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El buen vecino





 


Cansada del largo y agotador día de trabajo; entro al departamento exhalando un suspiro. Dejo mi cartera y el maletín con mi laptop en el sofá e ingreso a la cocina. Luego de guardar las compras para la cena, me dirijo a mi cuarto donde me quito los zapatos, busco un cambio de ropa y voy directo a la ducha. Tardo alrededor de 25 minutos en la bañera, disfrutando de este momento de relajación y soledad.

Cuando me siento satisfecha salgo del baño deseando correr a mi cama para dormir, ya que el agua y las sales que usé de Nat; relajaron cada músculo tenso debido al día. Pero nop. No lo hago ya que me toca cocinar, y si no lo hago Natalie es capaz de comerme viva, así que no tengo mucha opción.

Pongo música en nuestro pequeño equipo, algo tranqui para seguir con este estado relax. Comienzo a preparar todo lo que utilizaré para hacer la comida, pero en cuanto me doy cuenta de una cosa; me detengo en seco.

Miro mi muñeca desnuda, frunciendo las cejas.

— ¿Y mi pulsera? —Me pregunto alarmándome de inmediato. —Dónde está.

Pienso con rapidez y me apuro a entrar al baño. Busco, busco y rebusco  en cada rincón, sobre todo en la bañera donde más tiempo estuve. El pavor empieza a invadirme cuando no la encuentro. ¡No pude haberla perdido así como así! ¡No puedo perderla!

Durante varios minutos revuelvo cada espacio por el que pasé, mi cartera, el maletín, todo, pero no la encuentro.

—Ay no, no, no, no… ¿dónde está? ¡¿Cómo pude perderla y no darme cuenta?! —Me recrimino sentándome en la silla y tratando de hacer memoria de en qué momento pude haberla extraviado.

Repaso una y mil veces cada instante del día, rogando no haya sido en la casa que estamos remodelando, si fue ahí, chau no la voy a encontrar mañana cuando vaya.

—Qué tarada soy, ¡qué tarada! —Me angustio.

Esa pulsera es lo más importante y valioso que pude traerme de casa junto a las fotos de mi familia. Fue el regalo que me hicieron mamá y papá para mis 15 años, razón por la cual elijo usarla lo menos posible temiendo puedan robármela ya que es de oro.

Resoplo enojada queriendo gritar y golpearme por mi descuido. ¿Cómo no me di cuenta hasta ahora?

Mi celular empieza a vibrar y sonar sobre la mesa al lado mío, y lo agarro con manos temblorosas por la rabia que me da. Cuando veo que se trata de una videollamada de mi hermano, cierro los ojos y respiro profundo intentando disimular mi tristeza y enojo por perder ese tesoro para mí.

Deslizo el dedo por la pantalla cuando me siento lista.

— ¡Hola! —Saludo sonriente, escondiendo mi desazón.

La cara Beltrán, Tomi y Elo; aparecen frente a mí y esta vez sonrío con sincera alegría por verlos.

— ¡Hola!

— ¡Hola Mai!

—* ¡Hola tía!

Me saluda cada uno.

Estiro rápidamente el brazo para acercar el florero sobre la mesa y apoyar ahí mi teléfono y poder hablar también en el lenguaje de señas.

—* ¿Cómo están mis personas favoritas del mundo mundial? —Les pregunto mirando con cariño cada rostro.

Los tres, sonrientes y con miradas brillantes responden que muy bien, y mucho mejor ahora que me ven.

Me entran ganas de llorar, tanto por la añoranza que siempre siento por ellos, como por lo que pasó con la pulsera.

Elijo dejar pasar eso en este momento para concentrarme en ellos.

Conversamos alegres, nos hacemos preguntas de todo tipo, e incluso me entero que hoy mi sobrino empezó a ir a un taller de arte, algo que me pone muy contenta saber; ya que él ama dibujar y pintar. Lo hace realmente bien y ahora con esto, no solo se va perfeccionar en ello si no que también se abre las puertas para socializar y hacer amiguitos: algo que le cuesta y no sabe cómo manejar.

* Eloísa me convenció de que podía hacerlo. No fue cómodo al principio… pero después me gustó… hay dos nenes más que son como yo; un nene y una nena. Me cayeron bien los dos. —Me cuenta mi enano con una tímida sonrisa.

* Aaaiinnssss, mi amorcito pequeño va tener amigos… y hasta puede que una noooviiiaaaa. —Lo jodo y él, se pone rojo.

Mi hermano y su novia se ríen, aunque intentan atajarlo.

* ¡TÍAAAAA! —Se muestra seriamente avergonzado.

Pero lejos de sentirme culpable, me rio por su adorable reacción. ¡Es tan lindo!

* ¿Qué? ¿dije algo malo? —Repongo inocente.

Niega con la cabeza rodando sus ojitos, y yo sonrío nostálgica, queriendo estar ahí para abrazarlo y llenarlo de besos como hacia después cuando lo molestaba.

Lo jodo un poquito más, hasta que decido parar cuando veo que en serio empieza a enojarlo.

Un rato después me despido de Tomi, o debería decir que él me despacha a mí, con la excusa de hacer tareas. Se lleva a Elo con él para que lo ayude, y ella accede, pidiéndome la llame más tarde para poder hablar de chica a chica. Le aseguro que sí, y me despido de ella también.

—Me encanta saber que esta yendo a ese taller. Le va a hacer muy bien. —Opino mirando a Beltrán que posa toda su atención en mí.

—Sí, a mi también me gusta que haya decidido hacerlo. Aunque obviamente si no fuera por Elo; no habría aceptado. Ella lo convenció como bien dijo. —Dice Be, con ese resplandor en sus ojos oscuros cada vez que habla de la mujer que ama. —Y lo que es más sorprendente, es que Ayelen se ofreció a llevarlo los días que tenga que ir, y Tomi aceptó eso.

— ¿Ah sí? Eso esta buenísimo. O sea,  que la relación de los dos progresa bien. Que ella está intentando recuperar el tiempo.

—La verdad que sí, y hasta ahora le esta demostrando que puede confiar en ella. Hace las cosas bien, y Tomás se siente más tranquilo pasando tiempo en su casa los días que le toca. Incluso se llevan bien con Eloísa. No puedo quejarme por ese lado, aunque confieso que todavía no me fio demasiado. —Admite con sinceridad.




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