Soltar y ver más allá
—Pensé que ya no iba volver a ver esta pulsera. Ya la estaba dando por perdida —comento observándola con atención, revisando si esta rota. —No entiendo cómo se pudo haber desenganchado, a no ser que… —Dejo de hablar al mirar a Nat. — ¿Qué, por qué me mirás así?
— ¿Así, cómo? —Revira ella divertida.
—Con esa carita de viejita chusma que acaba de enterarse del chisme del año… —Respondo rodando los ojos.
Una fuerte carcajada sale de su garganta.
— ¿Me estás diciendo viejita chusma? —Rie con ganas. —Porque te aclaro que viejita no soy. —Dice con gesto gracioso, consiguiendo ría también.
—Ujum… —emito entrando en la cocina sacudiendo la cabeza.
Ella me sigue.
—Qué amable el vecinito, ¿no? —Profiere en un tonito que llama mi atención.
—Sí, mucho. —Me detengo a mirarla. Sigue con esa expresión divertida y mirada astuta que hace me desconcierte. — ¿Por qué ponés esa cara? —Pregunto realmente sin entender.
— ¿Cuál? —Levanta los hombros fingiendo inocencia.
—Naaaat… —Me cruzo de brazos.
—Quéééé… —Se rie. —Ja, ja, ja. Mai, dale. ¿En serio que no te diste cuenta?
—Cuenta de qué. Dejá de dar vueltas. ¿A qué te referís?
—A como te miraba —Responde rodando los ojos como si fuera obvio. La miro un instante, sintiéndome confundida. —Maia, te miraba con mucho interés. Es más, me pareció que ni tenía ganas de irse. —Frunzo el entrecejo. — ¡Vino a traerte la pulsera!
Entendiendo muy bien adónde quiere llegar, resoplo.
—Yo en su lugar habría hecho lo mismo. Él supuso que podría ser mía, y vino a mostrármela nada más. —Me encojo de hombros poniendo la olla nuevamente en el fuego. —No pienses boludeces que te conozco. Estoy segura que de no ser mía, estaría buscando a su dueña ahora.
— ¿Muy segura estás? —Cuestiona de manera capciosa.
—Andá bañate así puedo poner el arroz. —Propongo cambiando de tema.
—Es lindo no te parece. No solo por el gesto que tuvo, sino que lo es. —Ella decide continuar. —Creo que le gustás.
—Nat, basta. ¿Por qué te empeñás en eso? Como decís, tuvo la amabilidad de hacer lo que hizo, eso no quiere decir nada. —El tema empieza a incomodarme.
Mi amiga no dice nada por un momento, solo me mira atenta, cambiando su expresión a una más cautelosa.
—Mai… hace mucho que no le hacés caso a ningún chico. Y no me gusta saber que por ese… gusano malparido; vos te cerrás a conocer o fijarte en alguien más. —Declara dejándome muda. —Sea o no verdad lo que te digo, creo que tendrías que darte la oportunidad de soltar de una vez algo que no te hace bien y que no te deja ver más allá de las cosas. —Me quedo congelada, incapaz de decir nada. —Me voy a bañar.
Da la vuelta y se va.
Durante un buen rato no me muevo, con sus palabras dando vueltas en mi cabeza. Abro la mano donde todavía sostengo la pulsera, y la observo mientras las emociones suben y bajan por mi garganta.
“Soltar de una vez algo que no te hace bien y que no te deja ver más allá de las cosas. ” Resuena en mi mente.
... ✯… … ✯… … ✯…
La mañana siguiente y como es rutina, Natalie se va antes que yo. Cuando es hora de irme, salgo al pasillo cerrando la puerta cuidadosamente con llave, y justo en ese momento, como el día anterior; aparece él quien al verme, sonríe ampliamente.
—Hola buen día. —Saluda.
“Sea o no verdad lo que te digo, creo que tendrías que darte la oportunidad de soltar de una vez algo que no te hace bien y que no te deja ver más allá de las cosas.
Las palabras de Nat se hacen eco de nuevo en mi cabeza. La sacudo, sonriéndole un poco.
—Buen día, qué tal. —Procuro sonar ligera.
—Bien y vos.
Le respondo que bien también, dirigiéndome al ascensor.
Camina detrás de mí, y nos paramos en el mismo lugar que la mañana anterior. Esperamos a que las puertas se abran sin decirnos nada más, aunque puedo percibir que me mira… ¿o no? Podría ser, por ahí solo es mi imaginación ya que lo que dijo Natalie la noche de ayer; sigue dando vueltas.
Buenísimo, gracias Nata.
El ascensor llega y esta vez entro enseguida. Cuando él sube, nuevamente el espacio parece reducirse, pero ahora por un motivo totalmente distinto.
Lo miro.
Vestido con un jean clásico, una camisa blanca y una mochila colgada sobre su hombro derecho; el pelo ligeramente húmedo y despeinado, lo hace ver como un modelo listo para su sesión de fotos. Voltea la cara hacia un lado, y puedo admirar su perfil. Su nariz es recta, fina y su rostro ovalado. Es muy lindo la verdad.
¿Lindo… modelo…? Ay, ay… Natalie. Lograste que lo vea…
— ¿Está tardando mucho no? —Digo para cambiar el rumbo de mis pensamientos, cuando me doy cuenta que las puertas todavía no se cierran.
—Sí, últimamente anda mal. Y eso que supuestamente lo arreglaron hace unos meses. —Contesta oprimiendo de nuevo el botón de planta baja.
— ¿Suele descomponerse muy seguido? —Me intereso inquietándome que así sea.
—Masomenos. Le dan mantenimiento, pero es un edificio viejo… no todo se puede mantener en perfecto funcionamiento siempre.
—Claro. —Musito preocupada.
En ese momento las puertas finalmente se cierran, poniéndose en movimiento un segundo después. Me coloco en una esquina, apretando con fuerza mi cartera contra mi.
—Me sorprende que los dueños del departamento fueran a alquilar tan rápido —Habla atrayendo mi atención.
— ¿Qué? –Pregunto por un instante confundida.
—Hablo del departamento donde están ustedes.
—Ah… —Lo observo fijamente.
—Les había hablado sobre… un conocido mío que quería alquilar, y quedamos en que me avisaban. Por eso me sorprendió ocuparan el depto tan rápido.
Asombrada por su comentario, inclino la cabeza contemplándolo con cuidado.
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Editado: 11.10.2022