Como abeja a la miel
Una modelo.
Una hermosa y dulce modelo, así luce.
Maia; con su tierna mirada oscura, su sonrisa cálida y su cercanía, logran que no pueda apartar la mirada de ella. Procuro mantener la distancia y no ser tan obvio, sobretodo porque me doy cuenta se cohíbe un poco. Pero no puedo alejar mi atención por demasiado tiempo, la mecha que se encendió en mi interior respecto a ella encuentro crece cada vez más.
Quisiera besarla, lo deseo como no deseaba nada en mucho tiempo. Su aroma me embriaga, ese pelo largo negro ahora liso y atado en lo alto de su cabeza provoca quiera acariciar su suavidad. Quiero acercarme y aliviar esta tensión que me genera.
¡Carajo! ¿En qué estoy pensando?
— ¿Qué pasa doctorcito, flechado? —La voz de Dan al lado mío me extrae de mis pensamientos.
—Callate, que estás peor que yo —señalo con la barbilla a Natalie que se aleja junto a Maia hacia los baños.
Resopla.
En cuanto las dos se pierden de nuestra vista, Adán echa la cabeza hacia atrás, y rezonga.
— ¿Vos la viste? ¿Viste cómo le queda ese top que se puso? Decime si no tengo razones para mirarla todo el rato —Su voz es casi una queja.
—Sí, la ví —murmuro divertido —La que te tenés que aguantar ahora.
—Ya sé boludo, ni me digas —sonreímos. — ¿Y vos qué me decís? Tu flaquita no se ve mal tampoco... Y por tu forma de mirarla debés estar pensando en cosas chanchas... —Sugiere en tono burlón.
Le doy una puñetazo en el brazo, mirándolo serio.
—Cerrá la boca.
Ríe fuerte negando con la cabeza.
—Dejá de mirarla como si fuera comestible entonces —sigue y se ríe con más fuerza ante mi mala cara. —Che, posta te digo, ¿Te das cuenta cómo nos tienen? No sé vos, pero yo estoy muriendo por estamparle un beso. —Confiesa haciendo que sonría.
Adán es de esas personas que no esconde lo que piensa y siente, te guste o no te guste te lo dice. Años de ser amigos y a veces todavía me sorprende esa forma directa que tiene de ser y hacer las cosas.
—Sí, me doy cuenta. Y para qué mentir, también quisiera lo mismo. —Admito, porque sería estúpido mentirle.
Nos quedamos callados durante unos segundos, poniendo los dos nuestra atención en el pasillo que lleva a los baños. Un minuto después ellas aparecen, charlando y sonriendo.
Qué linda es Mai...
—Ahí vienen... —Murmura Dan.
Las vemos caminar y pidiendo paso a la gente a su alrededor, hasta que un par de tipos se les acercan y la detienen.
Estrecho la mirada inclinándome un poco hacia adelante cuando veo la interacción.
— ¿Vamos hasta ellos? —Musita con voz seria Adán.
Me concentro en la expresión de Maia, que mira al tipo cerca de ella con gesto tenso, incómoda, pero que igualmente sonríe amable y niega varias veces ante lo que sea que éste le está diciendo.
En un momento Natalie apunta hacia nuestra mesa, y el par al vernos, asienten y nos observan sin inmutarse.
Vuelven a hablar, se despiden, y luego las dos vienen hasta nosotros.
Dan es el primero en levantarse.
— ¿Todo bien, se desubicaron en algo? —Inquiere aproximándose a Natalie.
Contemplo a Maia, buscando algún indicio de si fueron groseros . Ella eleva su atención a mis ojos, y sonríe ampliamente.
—Todo bien, no pasó nada, nos invitaron a tomar algo nada más —explica Natalie con tranquilidad.
Yo no quito la mirada de Maia.
— ¿Te molestó en algo? —Le pregunto a ella atentamente.
—No, es como dijo Nat, no pasó nada.
— ¿Segura? —Insisto.
Inclina su cabeza a un lado y asiente.
—Sí, en serio. —Asegura, mirándome serena.
—Bueno, ¿Nos vamos? —Sugiere su amiga.
Todos estamos de acuerdo, Adán llama al mozo y le pagamos lo consumido.
Unos minutos después los cuatro salimos al exterior caminando por la vereda.
—Hay muchísima gente, ¿Qué bandas me dijiste que tocaban? —Escucho que Natalie le pregunta a Dan, enlazando nuevamente su brazo con el de él.
Van unos pasos delante de nosotros, por lo que no escucho lo que él le responde.
Volteo para ver a Maia, que camina con los brazos cruzados, pensativa.
— ¿Todo bien?
—Sí. —Contesta sin mirarme.
Seguimos unos pasos más hasta llegar al cruce peatonal. Ahí me paro y le ofrezco mi brazo como antes. Maia me observa, sonríe con timidez y acepta.
En cuanto siento la tibieza de su cuerpo acercarse al mío, me obligo a disimular la excitación que me provoca.
¿Qué me está haciendo esta chica?
Cruzamos los cuatro la avenida casi desierta de tránsito a excepción de algunos autos que paran y buscan dónde estacionar.
Caminamos los siguientes metros sin decir ninguna palabra, Adán y Natalie en cambio parecen animados hablando y riendo delante de nosotros.
—Hay mucha gente... —comenta ella cuando nos vamos acercando.
—Sí —digo mirando alrededor nuestro. —Dan, ¿Ya viste la entrada?
—Sí, es por allá —apunta hacia donde tenemos que ir.
Una vez ahí entregamos nuestras entradas, y minutos después ya estamos entre la multitud que baila y canta al compás de la banda en el escenario.
— ¿Quieren algo de tomar? ¡Vamos con Uziel a buscar la zona de bebidas! —Expresa Dan a las chicas.
— ¿Qué te gustaría? —Pregunto a Maia cerca de su oído que todavía sigue agarrada a mí.
Ella mira a su amiga, que dice;
— ¿Cerveza? —Se observan un momento. Maia se encoge de hombros. —Por ahora unas cervezas.
Asentimos los dos.
—No se muevan de acá, ya venimos —Indica Adán.
Natalie le regala una amplia sonrisa, moviéndose al ritmo.
Por nuestra parte, Maia y yo, solo nos miramos, nos sonreímos y nos apartamos.
Las dejamos ahí, y pedimos indicaciones a los empleados del evento hacia dónde tenemos que ir. Volteo varias veces hacia atrás, viendo a las chicas decirse algo y mirar hacia el escenario. También veo a un grupo de tipos cerca, algo que me hace querer volver adonde están.
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Editado: 11.10.2022