Globo de helio
Canción: Camino, Evaluna– Por primera vez.
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Algo cálido recorre mi nariz haciéndome cosquillas. Frunzo y paso mis dedos por ahí encontrando la causa; el dedo de Uziel. Me remuevo bajo las sábanas acurrucándome más. Vuelve a deslizar su dedo provocando un nuevo cosquilleo y que mi piel se ponga de gallina.
—Huuummm... —Me quejo retirándolo.
Su risa fresca invade mis sentidos.
—Vamos, vamos. No seas floja, arriba —Dice en tanto su lado de la cama se unde bajo su peso cuando sube.
—Hummgrrr... —Emito como respuesta, lo que solo genera una nueva risa por su parte.
—Abrí los ojos, florcita. Es un nuevo amanecer. —Musita cerca de mi rostro. Puedo oler que ya se cepilló, el jabón en su piel y el shampoo en su pelo, evidencia de que él lleva levantado un largo rato.
Abro un ojo.
— ¿Qué hora es? —Pregunto con la voz adormilada.
—Tanto como las... —lo siento moverse hacia la mesa de noche, seguramente para revisar su teléfono. —Ocho y cuarto.
Otro quejido por mi parte.
—Muy temprano, y domingo —Murmuro no muy contenta.
— ¿Qué pasa? ¿Te cansé mucho anoche? —Me provoca. Y lo logra, se tiñen mis mejillas y lo nota porque se ríe. — ¿Te dije que me encanta cuando hacés eso?
—Por tu culpa.
—Doblemente complacido. —Besa mi frente, mi cara y cuando va rozar mi boca me retiro levantando la cabeza.
— ¡No! Tengo que cepillarme y lavarme la cara.—Lo empujo con suavidad.
—Bueno, pero ya. Quiero besar a mi novia. —Ordena apuntando hacia afuera del cuarto donde está el baño. —Acá te espero.
Pongo los ojos en blanco, pero sonrío y ruedo sobre la cama para bajarme.
—Es domingo Uziel... pero te perdono por esta vez. —Advierto, aunque no me molesta para nada, me levanto temprano incluso los días domingo.
Se ríe mientras salgo de la habitación. Me encuentro a Coco al salir y le acaricio la cabeza al pasar. Me sigue hasta la puerta y lo veo sentarse en la entrada. Le sonrío y cierro la puerta.
Minutos después regreso al cuarto. Uziel está en la misma posición que lo dejé, y por primera vez en el día lo veo bien.
Viste un pantalón de jogging gris, una remera negra que se le ajusta a la perfección y un mechón de su pelo cae sobre su frente.
—Buen día, florcita. —Ladea la cabeza sonriéndome pícaro.
Me recorre el cuerpo con sus abrasadores ojos ahora marrones con tintes dorados. Es fascinante como esos iris cambian su color, debería prestar más atención para saber si lo hacen debido a su humor, o es simplemente por el momento.
Camino hacia la cama y me subo para ocupar mi lugar anterior.
—Buen día. —Lo saludo. Me acerca de un movimiento colocándome debajo de él tan rápido que apenas puedo reaccionar.
Y sin dejarme opción de nuevo me besa intensamente. Su aroma especiado, su boca húmeda y su calor envolviendo mi cuerpo me hacen gemir. Sonido que atrapa en su interior sin dejar de besarme.
Su lengua juega con la mía, me seduce, me eleva. Soy un globo de helio flotando por la lujuria.
— ¿Dormiste bien? —Inquiere retirándose solo lo suficiente para que pueda respirar nuevamente. Asiento embelesada. Me sonríe juguetón, introduciendo su mano bajo el remerón de Bugs Bunny que me puse en la madrugada. —Tenemos que levantarnos, afuera está nublado, y si llueve no vamos a poder irnos debido al barrial que se arma —habla en susurros.
Afirmo moviendo la cabeza de arriba a abajo, pero él no se separa de mí. No se baja de la cama para que lo siga y hagamos lo que dice. En vez de eso sigue su lento ascenso a mi pecho derecho. Acaricia con su pulgar mi botón erecto, y acciona de esa forma mi excitación.
Se sostiene de lado con un brazo mientras sigue su tortura en mis pechos ahora con su boca. Escondo mi cara en la curva de su cuello absorbiendo su perfume, abandonando jadeos en su piel. Paso un brazo debajo de él y con la mano libre agarro su pelo para apretarlo instándolo a no parar.
Nos besamos, nos desvestismos deseosos de sentirnos, y minutos después lo tengo moviéndose profundamente dentro de mí, sin dejar de ser un globo de helio, pero ahora a la deriva, perdida en el éxtasis, explotando más tarde.
*. *. *. *. *.
Estamos preparando todo para salir. Afuera el clima es realmente feo, la lluvia amenaza con caer en cualquier momento, así que nos apuramos por recoger todo e irnos.
A las nueve y veinte ya estamos en el auto, dejando la casa atrás. Volteo a mirarla y no puedo evitar sentir nostalgia. Fue solo un día que pasamos ahí, menos de lo planeado, pero fue tan hermoso que me entristece que se acabe.
—La próxima vez venimos en un feriado largo. —Expresa Uziel, como si hubiese adivinado mi pensamiento.
—Definitivamente, sí. —Concuerdo. —Y con Coco, obvio. —Éste lanza un resoplido en acuerdo. Le sonrío.
Giro hacia el frente viendo las casas, árboles y campo pasar en nuestro recorrido.
Su mano agarra la mía y me la estrecha fuerte acariciando con su pulgar mi dorso.
— ¿Te gustó, la pasaste bien? —Quiere saber, y me extraña que lo pregunte.
Pero su expresión pícara ma roba una sonrisa.
—Sí, no estuvo mal. —Lo pincho.
Arquea sus cejas, fingiendo que lo herí.
—Fallé entonces. ¿Algún consejo para la próxima vez? —Me hace ojitos, y por favor, me mata.
Me rio y le doy una palmadita en la mano.
—Me tengo que cuidar de vos, porque estoy viendo que sos un travieso.
—Humm... Travesuras, sí. Y todas con vos, no lo dudes. —Su voz sugerente vuelve a provocarme y logra lo que le gusta. —Adoro esa carita roja.
Le saco la lengua.
Atrae mi mano y deja un beso en mis nudillos antes de soltarme para hacer los cambios.
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Editado: 11.10.2022