Cuento terminado

CAPITULO 43

ANDRÉS HERRERA:

Llevo en brazos a mi hija, está dormitando aun cuando no llega a la cama. Entro a mi cuarto y la recuesto quitándole sus pantuflas de color azul, la tapo y le doy un beso en la frente queriendo dejarla descansar, pero su mano y su voz me lo impiden. 

–Cuéntame un cuento

–No me sé cuentos, hermosa

–Inténtalo, porfiss–insiste

Pienso y pienso hasta que se me ocurre contar las historia que ella me dijo hace días sobre la persona que la dejo en la panza de su madre.

–De acuerdo –suspiro y me siento a su lado –como no me sé historias ni cuentos te seguiré la que tu madre te dijo hace tiempo sobre el hombre que te dejo en su panza, pues bueno, ese hombre como dijiste que se fue de viaje por mucho tiempo, realizo trabajo tras trabajo, estudio todo tipo de idiomas para poder comunicarse con su hija, porque tú eres su hija –puntualizo

>>Este hombre, trabajo día y noche sin descanso para llegar a ser un hombre importante y ser digno de ustedes. Cuando le daba el remordimiento escribía cartas que luego no podía mandar, porque sabía que si recibía una respuesta dejaría todo su esfuerzo de años para nada. 

–Entonces… ¿ya no volverá?

–Allá voy –me rio –al final el hombre se dio cuenta que teniendo todo no tenía nada, así que tomó la decisión de volver con tu mami

–¿Y por mí? –dice emocionada

–Él no sabía que te había dejado en la pasa de tu mami, simplemente el amor que se tenían los dos te dejó ahí –le hago cosquillas y ríe –así que cuando él busco a tu mami supo que ya habías nacido, que te habías convertido en la hija que tanto había soñado junto a tu mami. Ahora él trata de arreglar el error de haberse ido sin verte crecer, pero que ahora está feliz de tenerte cerca. Fin 

Se queda callada, parpadea varias veces tratando de analizar la historia.

–Entonces mi papi, papi, ¿está conmigo?

–Más cerca de lo que crees

–Más cerca de lo que creo –repite

Se pone de pie y se dirige a mi closet donde en una caja de zapatos vieja se asoma, Stella la toma en sus manos arrastrándola hacia mí. La abre y saca un álbum donde hay dos siglas iguales. 

Pasa algunas páginas donde se encuentran pegados algunos recuerdos como flores marchitas, pedazos de tela, historias escritas hasta que llega a una donde estoy con Alessandra en mis brazos y está sujeta la cámara tomándonos una foto, los dos nos vemos tan felices de estar juntos. 

–¿Eres tú? –me señala en la foto y yo asiento 

Suelta un pequeño suspiro. Pasa a la siguiente página donde es otra foto, en esta estamos todos –mis amigos y Alessandra –, acabábamos de salir de una de las tantas fiestas después de escaparnos de la casa de sus padres. 

–¿Eres tú también? –vuelvo a asentir

Cada foto que estaba en este álbum era antes de irme, de dejar todo por nada. 

Se pone de pie, lo guarda y lo coloca de nuevo en el closet, se sube a la cama de nuevo y me abraza.

–Eres mi papi, eres mi papi y me gusta que tú lo seas también

Juro que trato de mantenerme fuerte y no dejarme caer, pero sus palabras y su dulce voz hacen que lagrimas salgan sin permiso de mis ojos. 

–Stella, por favor perdóname –le digo sin dejar de soltar lagrimas –perdóname por irme sin saber de ti, no era mi intención, yo solo quería lo mejor para tu madre, no tenía nada que darle así que decidí irme por eso.

–Solo sé que eres mi papi y te quiero mucho –me besa la mejilla –ya estás conmigo y me quieres, porque si me quieres ¿verdad? –me apretuja las mejillas

–Claro que sí, mi amor –tomo sus manos y las beso –, te amo más que mi propia vida –la pego a mi pecho –desde que te vi sentí esa conexión instantánea que tuve como cuando conocí a tu madre, fue un amor a primera vista aun cuando no sabía quién eras

–¿Cómo en las princesas con sus príncipes?

–Si, justo así me enamoré de tu mami y de ti

Se ríe y continuamos platicando, me pregunta de qué trabajo, que hago cuando no estoy con aquí con su tita. Abren la puerta y es su madre quien aparece ahí.

–Stella, creí que ya te habías dormido

–Mami, encontré a mi papi