—¿Los tulipanes?
—No, Fede.
—¿Y los girasoles?
—Menos.
—¡Los jazmines!
—Tampoco.
—¿Cómo puede ser que no le guste los jazmines?
—Pues yo qué sé.
—¿Dalias?
—Que no, por segunda vez.
—Me quedo sin opciones. ¿Vamos a estar así toda la tarde?
—Tú eres el que hace de esto un mundo.
—Pero es que quiero impresionar a tu hermana…
—Con unas malditas rosas basta.
—¿Por qué estás tan enojada?
—No estoy enojada.
—Sí. ¿Es por el idiota del que me hablaste? ¿El que está interesado en otra y por eso no te presta atención?
—No quiero hablar de eso.
—Mar, eres hermosa, graciosa e inteligente, seguro puedes conseguir algo mejor.
—De todas formas está a punto de declararsele a otra. No importa.
—¡Cómo yo!
—Sí, como tú…
—Espero que le vaya mal.
—Yo también.