– Gulf, ¿ tienes algún plan para tu próxima vida?– me preguntó Mew, como al pasar.
Yo ya estaba listo para nacer. Había descansado lo suficiente desde mi última vez. Y estaba ansioso, esperando el tren que me llevaría a renacer. Siempre me acompañabas al andén. Te miré y sonreí.
-Tengo todo planeado. Cada año, cada día, hasta el más mínimo detalle. Ya sé dónde quiero vivir: en una casita de piedra cerca del mar; ya sé de qué voy a trabajar: de algo que haga bien, a mí y a los demás; y ya sé a quién voy a amar: alguien que me ha amado en una vida anterior, alguien que me vio cuando yo era invisible, alguien que me supo perdonar a pesar de que nunca le haya pedido perdón... Sólo por él es que decidí volver a nacer... Esta vez, esta vida, será la mejor de todas mis vidas porque por fin sabré qué se siente ser correspondido en el amor. Aunque...
Iba a seguir hablando, pero me frené de repente. Alcé mis ojos y los clavé en tu mirada expectante.
-Gulf, aunque...¿qué...?- quisiste saber.
- Aunque...nada de eso sucederá si nazco yo solo...
Y entonces volví a callar. Estiré mi mano hacia ti y pronuncié las palabras que nunca antes había tenido el valor de pronunciar:
- Mew, siempre te he amado. Y prometo amarte siempre. Ven conmigo...y déjame demostrártelo... Espero no sea tarde...
Sonreí ante aquella ensoñación. Miré el mar calmo, hermoso, misterioso, a través del ventanal abierto. Después de un inspirador día de trabajo, aquella cabaña en el bosque era mi refugio preferido en todo el mundo. Volví a sonreir.
Apareciste por detrás y me dijiste:
-¿ Otra vez, Gulf,...soñando despierto...?
Me di la vuelta y te vi. Tus ojos brillaban igual que en aquel instante en el andén.
– Ay, Mew, lástima que no lo recuerdes...- pensé.
Y entonces, una brisa extraña, dulce, embriagadora, nos llegó desde el mar, me miraste pícaro y me guiñaste un ojo, atrevido.
Y lo supe. No era sueño. Era nuestra vida...Y me prometí que nuestras otras vidas serían igual...