Frustrado, Gulf salió del salón de clases. Literatura nunca había sido su fuerte. En realidad ninguna materia lo fue. Gulf prefería los videojuegos, las motos... y las chicas... Se sentó en el patio con los ojos cerrados, pensando que después del recreo no volvería al salón. Aquello no parecía clase de Lengua, parecía chino...
Mew se acercó a él, como siempre con un libro en la mano, mientras Gulf abría los ojos. Al verlo, Mew se rió de su frustración.
– ¡No sé cómo te pueden gustar tanto los libros!– dijo Gulf suspirando– ¡No sé cómo soportas escuchar durante una hora seguida sobre algo sin sentido que escribió alguien hace doscientos años! Y dime, Mew, ¿de qué me va a servir recordar esa palabra rara de la que hablaron hoy? Ni siquiera la puedo pronunciar...
– Sinestesia...– dijo Mew sin dejar de sonreír.
Sin hacerte mucho caso, Gulf siguió quejándose:
– ¿Por qué no aprender algo útil, algo real, algo actual? Algo que me sirva para comprender mejor al mundo, a las personas, a mí mismo, en vez de pasar la siguiente hora inventando ejemplos de...
– Sinestesia...- volvió a repetir Mew sonriendo.
La paciencia de Gulf se había acabado. Y la imborrable sonrisa de Mew sólo hacía que se sintiera más frustrado.
– A ver, Mew, si en verdad eres el chico más inteligente de nuestra clase, dime un ejemplo de...
– Sinestesia...
– ...de sinestesia. Un ejemplo concreto, que yo pueda entender, que me haga sentir algo, que me despierte, que me haga amar los libros y las palabras como tú los amas. Pero tiene que ser un ejemplo que tú inventes, no que lo hayas leído por ahí... ¿Te animas, Mew?
Mew miró a Gulf fijamente y un segundo después, su sonrisa se borró.
Gulf creyó percibir derrota en sus ojos color miel ante su reto infantil y sonrió burlonamente.
Y entonces, sin previo aviso, Mew se acercó a Gulf , y, rozándole la boca con su aliento cálido, le susurró:
– Tu sonrisa...es mi aroma dulce favorito en todo el universo. Y sólo para embriagarme en ella fue que yo nací...
Nunca más Gulf dejó de amar los libros y las palabras, desde aquel día.
Y tampoco dejó de amar a Mew nunca más...