— No jugamos a esos juegos, — Lychee giró la cabeza hacia la chica y la miró directamente a los ojos.
Dean observaba apoyando la barbilla en la mano con fascinación.
— Ajá, — dijo él. — Solo has tenido esa suerte. Generalmente Ern inventa formas menos "sensibles" de vengarse.
— ¿Querías decir sensibles? — precisó Jamie.
— No, — Dean sonrió.
Ern sacó en silencio una lata de agua mineral de la nevera portátil, la abrió y comenzó a beber con avidez.
— ¿Entonces se quedarán aquí mucho tiempo? — decidió cambiar de tema la chica.
— Probablemente sí, — respondió Dean. — Últimamente no hay ninguna misión a la vista. Y aquí se está bien.
Lychee asintió ligeramente con la cabeza. Se había desconectado de nuevo de la conversación. Ahora solo intercambiaban frases Night y Jamie. Esta última observaba disimuladamente al chico. Era extraño. Pero interesante.
***
Por la tarde, Jamie, como de costumbre, vino a nadar. Esta actividad era para ella un auténtico ritual, una forma de desconectarse de la realidad. La noche de hoy era considerablemente más cálida, por lo que la chica pudo pasar más tiempo en el agua. Se sumergía, nadaba bajo el agua y jugaba con las suaves olas. Después de haber nadado lo suficiente, Jamie salió a la arena y se dirigió a la tumbona. Planeaba nadar un poco más tarde, pero por su propia seguridad era mejor vestirse y cubrir el tatuaje.
La chica se sentó, cansada, en la tumbona. Su mano se extendió automáticamente hacia el smartphone, y en cuestión de segundos Jamie estaba desplazándose por el feed de noticias en la red social. Casi cada dos publicaciones aparecían fotos de sus compañeras de clase de vacaciones. Por alguna razón, muchos habitantes de su ciudad natal, Kenabi, se iban de vacaciones a otros centros turísticos, principalmente muy lejanos. Quién sabe, ¿tal vez de esta manera toda esta gente intentaba demostrarle algo?
Jamie cerró la aplicación y guardó el teléfono en su bolso. Estaba a punto de ir a nadar de nuevo cuando vio a Lychee dirigiéndose directamente hacia ella. Su corazón se detuvo en su pecho. Los dos solos y la noche...
—Hola —dijo el chico, acercándose más—. ¿De verdad vienes aquí sola?
—Hola, sí —Jamie sonrió ligeramente, esto era algo nuevo.
Ern se sentó en la tumbona junto a ella y miró hacia el mar. La superficie del agua estaba tranquila y completamente lisa. El absoluto opuesto a lo que hervía dentro de él.
—Me mirabas de forma extraña hoy —dijo el chico de repente.
Jamie levantó la mirada y vio que Ern tampoco la miraba a ella, sino a algún punto en la distancia.
—No como en los días anteriores —continuó, jugando con la arena entre sus dedos—. ¿Ha pasado algo?
— ¿O sea que además te gusta hacer preguntas incómodas? — preguntó Jamie en respuesta.
Sus mejillas se sonrojaron ligeramente. Parecía que finalmente había ocurrido algún progreso en su comunicación.
— Y a ti, por lo visto, ¿no te gusta responderlas? — Ern la miró, estudiándola—. ¿Estás enfadada conmigo? ¿O no quieres hablar?
— No estoy enfadada... Y... —la chica se quedó callada.
Temía ahuyentarlo, hacer algo inapropiado. Lychee se levantó de la tumbona y se estiró.
— No me digas que te vas a ir ahora... —dijo Jamie con decepción.
La indignación la invadió por completo. Por su mente pasó el pensamiento de que no lo entendía en absoluto.
— ¿Y qué? —Ern claramente ignoró su última frase.
Miró atentamente a los ojos de Jamie, esperando una respuesta. El aire entre ellos se electrizó por la tensión.
Jamie también se levantó y se paró frente al chico.
—Creo que tú mismo no querrás hablar conmigo —dijo ella, bajando la mirada—. No quiero desilusionarme.
—¿Por qué? —en los ojos de Ern apareció una leve tristeza.
—¿De verdad Dean no te dijo nada? —Jamie lo miró a los ojos, intentando descifrar este enigma.
Con la última frase, el chico se tensó ligeramente. Apretó los dedos y observó a Jamie con mayor atención. La tensión aumentaba.
—¿Qué exactamente? —preguntó en un tono demasiado serio, esperando escuchar algo terrible como respuesta.
—De acuerdo, bien —Jamie llevó las manos a su camisa y comenzó a desabrochar los botones.
Sus movimientos eran lentos, casi demostrativos —no seductores, sino más bien tranquilos, como los de una persona que ha tomado su decisión y no teme sus consecuencias.
Ern solo abrió los ojos de par en par. Después de terminar con los botones, la chica bajó la camisa, dejando al descubierto los hombros y los brazos hasta el codo. Ante la mirada de Lychee apareció el tatuaje —el símbolo de Ridlof, que solo podía significar una cosa. El silencio se instaló entre ellos.
—Vaya —fue lo único que dijo, mirando el dibujo con asombro—. Parece que ya es hora de que me jubile, si no me di cuenta.
—Y para Dean también entonces —señaló Jamie—. Porque estaba claramente en shock cuando vino aquí y me vio, justo después de que salí del agua.
—Síííí, lo importante es que nadie más en el escuadrón se entere —parecía que este descubrimiento solo sorprendió al chico y no afectó nada más—. Pero hablando en serio...
Ern dio un paso más cerca, eliminando la distancia entre ellos. Su mano tocó suavemente el mentón de ella —un movimiento delicado pero seguro, como si pidiera permiso no con palabras, sino con el tacto. Un instante más —y sus labios cubrieron los de ella.
El beso fue impetuoso, pero sincero —como un destello, como un sorbo de aire después de una larga inmersión. En él había de todo —sorpresa, pasión, un "por fin" interior. Jamie respondió con la misma intensidad, apretándose contra él, abrazando su cuello, como si temiera que desapareciera al abrir los ojos.
Las dos siluetas se fundían en la penumbra de la playa, arrulladas por el sonido de las olas y la suave brisa que agitaba sus cabellos. Todo a su alrededor se desvaneció, quedando solo este momento —lleno de emociones, calidez y una extraña ternura que Jamie no había sentido en mucho tiempo.