Resiliencia

SEGUNDA PARTE. Capítulo 17. Reto

Alejandro

8 Meses después

Observo mi escritorio lleno de papeles y la bandeja de entrada de mi correo y el agotamiento me insta  a darme por vencido. Decido irme a tomar unos tragos y a cenar algo para borrar la tensión que se acumula en mi cuello.Salgo de la oficina y tomo el ascensor, mientras el aparato desciende hasta llegar al primer piso,  rememoro mi última conversación con Julián, su matrimonio con Sandra marcha sobre rueda, incluso ante la imposibilidad de tener hijos propios, lo que me hace desear lo mismo para mí.

Al llegar al bar disfruto del ambiente, es un lugar frecuentado en su mayoría por ejecutivos y oficinistas, un sitio para compartir una comida o unos tragos con amigos o en mi caso para evadir la soledad de mi apartamento.

Recorro el sitio y mi mirada se cruza con un par de ojos insolentes cuya dueña tiene la osadía de observarme sin el menor reparo. Su mirada no refleja un interés sexual sino de reto ante mi escrutinio. No sé que me sucede con esta mujer pero despierta mi curiosidad más aún cuando ni siquiera es mi tipo.

Me gusta el tipo de mujer dueña de una belleza delicada y refinada, mujeres poseedoras de glamour y elegancia. Los tatuajes que  adornan su piel y el piercing que luce su rostro, habla de una sensualidad salvaje que grita peligro, es bonita, lo reconozco, pero más que sus curvas, es su actitud al no dejarse intimidar por mí y su mala costumbre de retarme una y otra vez lo que despierta mi atención.

—Buenas noches, Señor Control.

—Mi nombre es Alejandro Montemayor, no Señor Control—la corrijo molesto.

—¿Tuviste un mal día?

—No es tu asunto —respondo molesto.

—¿Falta de sexo? 

—Suponer que el mal humor de alguien es por la falta de sexo es un comentario sexista y de mal gusto —no se que tiene esta mujer, pero las ganas de ahorcarla se pelean con las ganas de callarla con un beso.

—¿Problemas en el trabajo? —continúa la insolente.

—Nada que sea tu asunto. ¿A todos tus clientes los sometes a interrogatorio?

—Solo a los que despiertan mi curiosidad, algo que es mutuo. Porque lo quieras aceptar o no, yo también despierto tu interés y debes sentirte afortunado porque no me gustan los mirones.

—Y a mi no me gustan las mujeres sabelotodo con un ego descomunal.

—Hablamos después Señor Control. Mientras tanto disfruta un poco mas de mis tatuajes. Sé que te mueres por detallarlos. Para un hombre como tú una mujer con la piel llena de tatuajes y piercings es algo del otro mundo.

—Piercings, ¿acaso tienes mas de uno?

—¿Tú qué crees? —me pregunta dejándome atónito.

Después de cenar y tomarme un par de whisky cancelo mi cuenta y  tomo rumbo a la salida no sin antes detenerme a buscarla con la mirada hasta que por fin la encuentro ubicada al otro extremo charlando con unos clientes cuando de repente voltea y me guiña un ojo para darme nuevamente la espalda.

 

 

Los días siguientes transcurren con rapidez gracias al exceso de trabajo y aunque siento la tentación de pasarme por el bar me contengo las ganas, Victoria no es mi tipo de mujer y decidí poner un alto a las relaciones pasajeras.

Después de tantos años de huir del matrimonio añoraba un hogar, una esposa y unos hijos. Y la candidata no sería una mujer de aspecto salvaje, cuyas relaciones no durarían más allá de unas cuantas noches.
Tocan a la puerta y veo asomarse a mi secretaria.

—Señor, la representante de la fundación Camila acaba de llegar.

—Por favor, Daniela, hazla pasar.

Observo a mi secretaria marcharse y me levanto de la silla para recibir al siguiente cliente cuando me  quedo congelado en mi puesto.

—Buenos días, Señor control.

—Victoria, ¿qué hace aquí? —pegunto sorprendido.

—Contratar tus servicios.

—¿Contratar mis servicios?

—Soy la presidente de la Fundación Camila.

—Pero tú…..

—¿Pero yo qué? Requiero de tus servicios v dispongo del dinero para pagarlos. ¿O eres un esnob? ¿Acaso te intimida trabajar para mí? ¿Te dan miedo las chicas con tatuajes?

—No soy un clasista.

—Entonces escucha con atención, Señor Control. La fundación Camila financiará la construcción  de una casa hogar para mujeres embarazadas, necesitamos dar abasto a una veintena de mujeres, algunas de ellas  pueden llegar acompañada de niños, por lo cual requerimos habitaciones amplias, un área de lavandería, zona de juegos, baños,  enfermería y una cocina espaciosa. 

—Envíame las dimensiones del terreno, su localización, las especificaciones de la casa hogar y el presupuesto del que dispones para presentarte varias opciones.

—Entonces, ¿aceptas trabajar para mí?

—Eso lo decidirás tú cuando te presente los planos.

—Estaré esperando tu propuesta, Señor Control —dice retadora.

—¿Podrías dejar de llamarme por ese odioso sobrenombre? —le pido enojado.

—¿Y tú podrías dejar de comerme con la mirada? Claro que no —se responde ella misma— así que estamos a mano  —afirma, para luego salir de mi oficina y dejarme hecho una furia.


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.