Resiliencia

Capítulo 19. Confesión

Alejandro

La mujer sentada frente a mi se mueve con inquietud, el piercing que luce en la nariz brilla bajo el haz de luz de una lámpara haciendo contraste con la tristeza que empaña su semblante.

Me la imagino cono una jovencita deshecha por la culpa y los remordimientos ante semejante tragedia y tengo que reconocer que Victoria, no es la mujer vana y rebelde que en un principio pensé, es una mujer compleja que carga sus propias cicatrices.

—Te dejé sin palabras Señor Control —me interroga con los ojos llenos de dolor—. ¿Tú también me vas a juzgar? No serás el primero.

»Varios años después de la muerte de Erick y Camila estuve comprometida, vi a Sergio, mi prometido, como una segunda oportunidad, era un hombre maravilloso, pero me inquietaba el alto concepto que tenía de mí, me creía una santa por haber erigido la fundación y no perdía oportunidad de presumir ante sus amigos “la calidad moral de su prometida”. Me carcomía la duda. Me preguntaba si seria capaz de amarme después de revelarle lo cruel que fui con Erick y Camila.

»Un día decidí tirar abajo la falsa imagen que tenia de mí y le hablé sobre mi pasado, a medida que iba contando mi verdad pude ver como la decepción se reflejaba en su mirada y desde allí nuestra relación se vino a pique. Al mes dio por terminado nuestro compromiso. Pero antes de ello se aseguró que todo nuestro círculo de amigos e incluso algunos compañeros de trabajo tuvieran conocimiento de mi pasado, así que no sólo sufrí su rechazo sino también el de aquellos que consideraba cercanos a mí.

»Presente mi carta de renuncia, me cambié de casa y decidí terminar con mi aspecto de “niña buena”, tatúe mis brazos, mi espalda y me coloqué varios piercing para lograr este aspecto  que tanto te repele y a la vez te intriga. No permitiría que otro hombre se hiciera una imagen falsa de mí.

»No soy la mujer salvaje y promiscua que te grita mi aspecto pero tampoco soy el ángel que pensaba Sergio.

—¿Por qué me cuentas todo esto?

—Porque puede sonar absurdo pero siento que hay una conexión entre nosotros, porque tu me miras como no me ha mirado ningún hombre. Hace mucho dejé de creer en las coincidencias y si con Sergio el instinto me pedía prudencia, contigo me pide creer,  tus ojos me transmiten  una paz que no concibo desde hace mucho. Pero no te preocupes, Sr Control, con Erick aprendí que los sentimientos deben ser recíprocos. No estás obligado siquiera a darme una respuesta y mucho menos admitir que despierto tu atención.

»Si deseas puedes quedarte y dormir en la habitación de invitado, si no es así,  hablamos otro día, estoy muy agotada emocional y físicamente, solo quiero descansar.

—No, gracias. Me marcho.

—Buenas noches, Alejandro —se despide.

—Buenas noches, Victoria —respondo decidido a poner distancia entre los dos.

 

 

Reviso los planos nuevamente y aunque trato de concentrarme una vez mas, es inútil, las ganas de ver a Victoria me sobrepasan, pero no debo ceder, porque si antes pensé que enredarme con una mujer como ella sería  una locura, ya no se ni siquiera  cómo tratarla, no es la mujer que supuse, lleva encima muchas cicatrices y aunque ella de a entender que es un tema superado, no es cierto.

No soy Julián, no tengo la habilidad de ayudar a sanar a una personas herida, Fiorella fue el mejor ejemplo. Necesito a una mujer  segura, plena, feliz y sin traumas a cuestas, una mujer como Julieth  Miller. La pelirroja del bar, es sexy, inteligente, divertida, exitosa y le encantan los niños. La mujer perfecta.

Reviso la hora en mi reloj y tomo mis cosas para ir a buscar a Julieth a su oficina, su padre es dueño de una reconocida inmobiliaria de la ciudad que actualmente dirigen ella y su hermano.

Subo al 5to piso y después de anunciarme en recepción entro a la oficina de Julieth la cual se levanta a recibirme  y  aunque todo fluye fácilmente no puedo evitar sentir que algo falta.

El restaurante al que vamos a almorzar bulle de actividad, puedo notar como Julieth atrae la mirada de muchos de los comensales masculinos, es una mujer hermosa que sabe potencializar sus atributos, lastimosamente mis gustos han cambiado y hoy prefiero una piel surcada por tatuajes a la inmaculada y piel nivea de Julieth.

—Alejandro, me gustaría presentarte a mis padres, dentro de unos días mamá ofrecerá una cena por el cumpleaños de papá y me gustaría que asistieras —comenta coqueta Julieth.

—Me encantaría conocerlos —respondo obteniendo la sonrisa complacida de mi acompañante.

Continuamos charlando hasta que de repente el restaurante queda en silencio ante la entrada de una llamativa pareja, el hombre mide más del 1.90, su cabello rubio y largo está recogido por una coleta y sus brazos lucen llenos de tatuajes  al igual que parte de los brazos de la mujer que lo acompaña. Victoria.

El hombre a su lado la conduce a la mesa y la observa vigilante delatando un interés más allá de lo normal. La preocupación cubre su rostro y no entiendo el por qué hasta que detallo con más detenimiento a Victoria y noto el decaimiento que cubre su rostro, el maquillaje no logra cubrir totalmente unas oscuras ojeras y su cabello luce descuidado y desordenado, también es notable la pérdida de peso.

Su mirada se cruza con la mía pero inmediatamente la desvía hacia el hombre que la acompaña. Este toma su mano temblorosa y acaricia sus cabellos.

Escucho a Julieth hablar y simulo prestarle atención cuando en realidad mis ojos no pueden despegarse de la mesa enfrente de nosotros. A la mesa de Victoria llega otra pareja, ambos rozan los cincuenta y podría jurar que son sus padres por el parecido que guarda Victoria con ambos. Al igual que el hombre rubio muestran preocupación al mirarla.

El tiempo transcurre cuando de repente veo el rostro de Victoria palidecer y levantarse para salir aprisa del Restaurante. Los que supongo son sus padres intentan ir tras ella, pero el hombre rubio los detiene. Sin ser totalmente consciente de ello me levanto dando una excusa a Julieth para ir detrás de Victoria.




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