Resiliencia

Capítulo 27. Planes

Victoria

Los padres especialmente  las madres se ufanan al decir que conocen a sus hijos como a la palma de su mano pero esta frase también puede aplicarse al conocimiento que tenemos los hijos sobre nuestros progenitores y al ver el rostro sonrojado de mi madre y la complacencia dibujada en el rostro de mi padre no necesito una bola de cristal  para adivinar que algo sucede entre ellos.

No puedo negar que me encanta verlos tan dichoso, pero temo que alguno de los dos salga herido, él tiene una vida en Washington y ella en San Francisco,  la única forma de superar esa diferencia es que uno de los dos ceda. Necesito asegurarme que van a estar bien y por eso decido hablar con ambos.

—¿Tienen algo nuevo que  contarme? —mi madre pica unas verduras mientras papá  trabaja en su laptot,  pero ambos se detienen y se miran nerviosos.

—¿Algo nuevo?, ¿a qué  te refieres? —pregunta papá 

—A lo que sucede entre ustedes o ¿pensaban qué podían ocultarmelo?

—¿Es lo  que piensas? Estás muy equivocada,  hija  —responde mi padre —no se trata de engañarte o ocultarte algo, simplemente no somos unos niños, somos un par de adultos que pueden tomar sus propias decisiones. 

—Lo sé  papá,  pero no quiero que salgan lastimados, mamá  ama su vida en San Francisco  y tú amas tu trabajo al punto que preferiste renunciar a tu familia antes que renunciar a él, dime entonces ¿que van a hacer?

—Pague muy caro mi error,  pero creeme cuando te digo que realmente pensé que estaba haciendo lo mejor para todos —dirijo a mi padre una mirada cargada de ironía—  sé que fui un tonto, un egoista, pero jamás dudes de mi amor, no puedo devolver el tiempo y regresarte todos los años que viviste sin un padre, pero puedo anclarme a tu presente y al de tu madre, puedo amarlas y cuidar de ambas por lo que me reste de vida.

 Ayer pase mi carta de renuncia al centro de investigación y di la orden a mi secretaria de comunicarse con mis pacientes y los pusiera al tanto de mi partida y los direccionara con un par de colegas con los cuales conversé  y están dispuestos a hacerse cargo de mis pacientes.

—Mamá,  ¿tu estabas enterada de esto?

—Sí, y entiendo tu temor, pero tu padre tiene razón,  somos adultos, podemos cuidar de nosotros mismos. Debes concentrarte únicamente en ti y preocuparte por ser feliz, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Ahora cuéntanos que pasó  entre Sergio y tú —directo al grano, mi madre no es una mujer de rodeos y es experta en llevar la pelota al lado de tu cancha.

—Me buscó  para pedirme perdón, quiere que regrese con él —decido ocultarle a mis padres que Sergio me tenía vigilada, si mi padre se llega a enterar lo va a buscar y temo que se vayan a los golpes. Mi padre es muy territorial con lo que ama.

—¿Y qué piensas hacer?

— Estoy dispuesta a perdonarlo pero no regresaré con él, Alejandro y yo estamos enamorados y decidimos darnos una oportunidad.

—Tendré  que hablar con ese muchacho —dice mi padre con una mirada socarrona.

—Ni se te ocurra, yo también  estoy grandecita —lo miro con firmeza.

—Será solo una charla de chicos.

—No es necesario, papá,  yo puedo hacerme cargo.

—No quiero que termines con el corazón  roto como te pasó  con Erick y luego con Sergio.

—Si supieras la cantidad de veces que sufrimos las mujeres una decepción  amorosa, papá,  solo nos  queda sacudirnos la mala experiencia, aprender de ella y seguir adelante, así que confía  en mí. 

— De acuerdo,  Victoria.

 

Sergio

A pesar de la exhaustiva investigación realizada por el detective privado no ha podido encontrar un solo trapo sucio de Alejandro  Montemayor, es un profesional intachable, buen hijo, buen hermano y aunque ha tenido varios affaires las mujeres con las que ha salido lo describen como un caballero. Me frustra el no tener nada  con lo que luchar en contra de este hombre , solo me queda una opción,  pero me arriesgo a que Victoria me odie si se llega a enterar. El único punto a mi favor es la ambición profesional de Alejandro Montemayor, es un hombre competitivo y adicto al trabajo, cuando estuve en San Antonio pude enterarme que estuvo comprometido pero  la relación con su ex se vino abajo cuando la puso en espera durante varios años en pro de alcanzar sus metas profesionales. Tomó el teléfono y marco a mi secretaria.

—Leticia, por favor dile a Cárter que lo que lo necesito en mi oficina enseguida con la información sobre el  proyecto del centro empresarial de Australia. 

Después de una corta espera aparece Cárter y en la siguiente  media hora dejó sentadas las bases del plan que alejará a Victoria de Alejandro. 

Llega un mensaje de mi madre a mi celular recordándome que tengo que ir a cenar a su casa esta noche, me pregunto con cuál de las hijas de sus amigas pretenderá emparejarme hoy, no entiende que somos igual de obstinados y si ella no ceja en su empeño de hacer  que olvide a Victoria yo no cedere en mi deseo de reconquistarla.

Apago mi laptop y me preparo mentalmente para lidiar con la tortura de tener que calarme a mi madre y mi hermana en plan de cupido. A veces me pregunto porque no las mando al carajo pero tengo bien grabado en mi corazón el juramento que hice a mi padre antes de morir,  prometiendole cuidar de ambas.

Al llegar a casa de mi madre quedó gratamente sorprendido cuando reconozco el rostro de la mujer sentada en el sofá, quien no solo es la hija mimada de uno de los hombres más ricos de la ciudad sino la última mujer con la que estuvo saliendo Alejandro Montemayor, la observo con mayor detalle y se hace obvio que no se encuentra por su propia voluntad y el panorama se hace más claro cuando minutos después  aparece su madre por la entrada  principal y puedo ver reflejado el carácter de mi madre en la suya. Parece que  el destino juega a mi favor.

Después de finalizada la cena y de conversar a solas con Julieth bajo la complacencia  de nuestras madres pude comprobar que mis conjeturas eran ciertas,  asistió  a esta cena obligada por su madre y no está  a la caza de ningún hombre con excepción de Alejandro, de quien me confesó  se siente atraída y aunque al principio albergó ciertas esperanzas las perdió cuando de un tiempo para acá  empezó a mostrarse distante y renuente a aceptar sus invitaciones e incluso sus llamadas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.