Light me up - Ingrid Michaelson
Y del tiempo aprendí, que no somos relojes tampoco nacemos siendo recuerdo, así que disfrutemos hasta la última respiración de nuestro cuerpo.
—Danns Vega
Margarita fue llevada al hospital de emergencia; pues tenía el pulso muy débil, el semblante lívido y para empeorar todo no reaccionaba. Sus padres se sintieron, por primera vez en sus vidas, obnubilados y presas del terror a perder a su única hija. Sintieron el sabor amargo de sus decisiones y el peso de una tonelada de culpa que se les posaba encima.
Cuando despertó, le hicieron una serie de preguntas de rutina y a las cuales hubo una que no pudo responder con exactitud. La misma fue la que le dio una idea al doctor para saber por dónde comenzar a buscar el motivo de tan alarmante desmayo, por lo que procedió a preparar el laboratorio.
Cuando se vio sola en la habitación, no pasó mucho cuando sus padres entraron. Se situaron uno a cada uno de sus lados y comenzaron a expresarle lo abrumados que se sintieron y el miedo que los corroyó por dentro. No obstante, y a pesar de lo mucho que le hubiese gustado a Maggie creer en sus palabras, no pudo hacerlo del todo. Entonces, con la voz rasposa y con los vestigios del desmayo, les pidió que contactaran a Melissa. Por que esta última era de las pocas personas que quería tener a su lado, ella y a Andrew por supuesto.
La señora Castle le explicó grosso modo a Melissa los acontecimientos recientes y esta salió rápidamente rumbo al hospital y mientras lo hacía le marcó a Andrew, quien quedó en llegar lo más pronto posible.
Pasado un rato, le hicieron exámenes de sangre y en cuanto estos estuvieran listos le harían otros más. Margarita ya se sentía mejor y quería marcharse ya a su casa, dichos deseos aumentaron exponencialmente cuando vio a un hombre alto, elegante y derrochando seguridad entrar a su habitación.
—¿Qué hace él aquí? —inquirió Maggie a su madre, sintió el enojo llenarla otra vez y la máquina de signos vitales se los hizo saber a todos. Matías solamente iba a provocar que ella muriera de una arritmia.
—No sabíamos a quién más llamar y nosotros pensamos que...
—Maggie, por favor no te molestes con ellos, tarde o temprano me iba a enterar. Además, el hecho de que estemos separados no significa que yo haya dejado de..., preocuparme por vos. —La voz de su ex era como una descarga eléctrica que la recorrió por las entrañas y le revolvió el estomago, hizo que la sangre le hirviera. No, no, definitivamente su presencia no le era nada grata.
—Mi papá y vos saben muy bien que yo no quiero nada con él, ¿por qué no pueden respetar mis decisiones?, ¡estoy hasta el cansancio! —Cerró los ojos, sintió que el pecho se le comprimía y las pulsaciones empezaron a incrementar. Elevó los párpados y le dedicó una mirada fulminante a Matías—. Yo no te amo, yo no quiero estar contigo, ¡déjame tranquila!, ¡todos déjenme tranquila! —La maquina comenzó a emitir sonidos, pues el pulso de Maggie estaba incrementando y en consecuencia su menudo cuerpo comenzó a temblar.
Un par de enfermeras y el mismo doctor entraron, echaron a los demás presentes y comenzaron a suministrarle un calmante a Margarita, porque dos ataques así, en un mismo día, no significaban nada bueno.
Cuando ella se encontró tranquila; Melissa apareció en el umbral de la puerta y pese a la renuencia del doctor por dejarla entrar lo permitió por las exigencias de la paciente. No obstante, con la advertencia de que tenía que mantenerse tranquila al menos hasta que supieran qué tenía y cómo ayudarla. Cuando las dejaron solas, Melissa cerró la puerta por petición de su amiga y luego se acostó a su lado.