Reveses de la vida

22. Mismos errores

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Drow - Boy in the space

Drow - Boy in the space

Tú no me conoces todavía bien, mi amor        

Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí. 

—Gabriela Mistral

Se quedaron de ver en el mismo café del día cuando salieron por primera vez        

Se quedaron de ver en el mismo café del día cuando salieron por primera vez. Y Margarita estaba igual o más nerviosa que ese día, ya que las cosas estaban completamente cambiadas, no solo biológicamente, sino que sus sentimientos ya no eran aquellos que la acompañaban meses atrás. Ahora se sentía segura, con miedo al futuro, pero aprendiendo día con día que nada ganaba pensando en el mañana y que era el hoy el que importaba. Y justo en ese momento, era Andrew quién atañía toda su atención.

Cuando ya era momento para salir; tomó su bolso y revisó su celular, el mismo alertaba dos mensajes, uno de Andrew en el que avisaba que había tenido un retraso en el trabajo y que si podían demorar la hora unos treinta minutos. Y el otro era de su amiga.

Meli: Tu madre se acaba de ir, te anda buscando como loca.

Meli: ¿Por qué no me respondes? Seguro la loca de tu mamá ya va rumbo a tu departamento.

Meli: Run, forrets, ruuuuun!

Sin embargo, luego de responder a Andrew, el timbre de su departamento sonó.

Margarita se quitó con mucho cuidado sus sandalias de tacón y se acercó sigilosamente a la puerta, asomó su cabeza a la mirilla y en efecto era su mamá. Y se la miraba con semblante preocupado y desesperado. Frunció el ceño y luego de tomar una inspiración abrió la puerta.

—Hola, hija... —saludó con un beso en la mejilla. Maggie frunció el ceño aun más. Miró con tanta extrañeza andar a su madre hacía el sillón de la sala y sentarse sin emitir palabra ni emular una mueca de desagrado—... ¿cómo has seguido? Pensé que estarías donde tu amiga descansando pero veo que vas de salida... —apuntó, mirándola de pies a cabeza. Ella asintió con la cabeza y se acomodó en el otro sofá individual.

—Mucho mejor, los suplementos vitamínicos me han estado ayudando mucho a disminuir el estrés —comentó. La señora Castle dio un leve asentimiento y luego la miró de reojo, como si ocultara algo—. Vamos, dime qué pasa.

—Matías fue a vernos... —Y esto fue como si a Margarita en lugar de darle a beber agua le hubiesen dado limonada agria—. Pero no es para lo que vos crees, él nos comentó que estas determinada a ser una madre soltera y nos pidió que respetáramos tu decisión. —Lo cual sorprendió mucho a Maggie, ¿acaso había escuchado bien? Pestañeó un par de veces.

Okay, ¿y vienes para persuadirme de aceptarlo? —Maggie sacudió la cabeza—. Porque si es así, pierdes tu tiempo, mamá. Porque Matías y yo ya quedamos en que él estará presente casi todo el tiempo, solo que no voy a casarme con él por este hijo. —Su mamá asintió y sin poder contener más su descontento, soltó lo que pensaba.

—Pero hija, por favor escúchame... ¿acaso piensas ya no rehacer tu vida? Porque déjame decirte que una mujer con un hijo, difícilmente encontrará a una pareja que la quiera. Y yo no quiero que estés sola, jamás he querido que seas infeliz y sí, sé que no he actuado de la mejor manera pero..., solo te pido que pienses bien qué harás, porque quizá esta sea tu última oportunidad para amar y tener una familia como siempre has querido. —Maggie acomodó toda la reciente información que acababa de darle su madre y comprendió su punto, entendió que en la sociedad actual era muy difícil para una mujer en sus mismas circunstancias rehacer su vida con alguien que no fuera el padre de su hijo.




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