Reveses de la vida

26. Preludio del caos

Two - Sleeping at last

Two - Sleeping at last

Con solo eso, vida mía; con solo eso: con mi verso, con tu beso, lo demás nos sobraría        

Con solo eso, vida mía; con solo eso: con mi verso, con tu beso, lo demás nos sobraría. —Alfredo Espino

Varios minutos después llegó al consultorio y cuando se bajó del taxi, vio el auto de Andrew estacionado        

Varios minutos después llegó al consultorio y cuando se bajó del taxi, vio el auto de Andrew estacionado. De inmediato percibió un delicioso cosquilleo en todo su cuerpo; tomó una inspiración, se amoldó el cabello detrás de las orejas, se arregló la blusa y se acomodó el pantalón, y cuando estuvo lista caminó hasta la entrada. En el interior, sentado en uno de los sofás de la sala de espera, estaba él hablando por teléfono. Aprovechó que no se había percatado de su presencia y se acercó a la recepcionista para informar sobre su cita y de que ya estaba ahí.

Andrew estaba leyendo una revista sobre maternidad cuando le entró una llamada, era Adelina. Decidió, ya que la había estado ignorando intencionalmente durante las últimas semanas, responderle.

—Adel, ¿qué tal, cómo va todo? —cuestionó, mirando su reloj y notando que Maggie en cualquier comento aparecería.

Muy bien, ¿y vos?, ¿cómo ha seguido la niña Elena?

—Pues ambos estamos bien, gracias por preguntar. Eh... ¿a qué debo el honor de tu llamada? —Y seguido la escuchó titubear.

Yo..., es decir, quería saber si... ¿podemos salir a tomar un café?—Y Andrew inmediatamente reparó en la presencia de Maggie y que esta venía en su dirección.

—Me encantaría pero no creo poder, estoy con muchos pendientes en el trabajo y la salud de a mi abuela, ya te imaginarás —dijo, seguido se levantó para recibir a Margarita con un abrazo y un beso en los labios, en consecuencia ignoró todo lo que Adelina le estaba diciendo, solo alcanzó a escuchar un: ¿te parece? Al cual él añadió—. Eh, sí..., bueno te dejo que tengo algo muy importante que hacer—dijo y colgó.

—¿Lo interrumpí? —inquirió Maggie, elevando el rostro e inhalando fuertemente el aroma del hombre que la tenía envuelta en un abrazo. Este frunció el ceño y sacudió la cabeza, porque si por él fuera la tendría así: entre sus brazos, para siempre.

—Para nada, no era nada importante —respondió, sonriendo de lado y dándole un beso en la mejilla.

Esperaron un cuarto de hora; luego Maggie entró a la cita en cuestión y ahí se enteró de dos cosas: que todo iba relativamente bien con su embarazo —solo debía ganar un poco más de peso—, y que estaba esperando a una niña. Programó su próxima reunión y salió junto a una reforzada ilusión, lista para enfrentar al mundo y todo lo que viniese con él. Asimismo, tan pronto puso un pie afuera, Andrew se incorporó y fue hasta donde ella se encontraba.

—¿Qué tal fue todo, amor? —Maggie ladeó el rostro y percibió el calor en sus mejillas, misma reacción que tuvo él cuando advirtió en cómo acababa de llamarla.

—Muy bien, la doctora solo me dijo que tengo que comenzar a comer un poquito más para ganar peso para el bebé... —dijo con un suspiro atorado en la garganta, abriendo los ojos y mostrando los dientes. Dejándose llevar por la ternura y por la perfección de esa palabra, solo porque había salido los labios de Andrew. Este último sonrió completamente, provocando que sus ojos se achicaran un poco y se marcaran las líneas de expresión de ambos lados de su boca.

—No se diga más entonces, será un placer para mí contribuir a dicha tarea —respondió, guiñando un ojo y ofreciendo su brazo para que Maggie se sostuviera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.