Llegaron a Givenci, tiendas por departamento del emporio de la moda del apodado Rey Midas Andreas De Luka
Una chica rubia y con pinta de modelo se les acerca de inmediato para ponerse a la orden.
- En que les podemos ayudar Señor Masseratti.
- Queremos ropa casual para el día, 3 vestidos de gala, zapatos, carteras y todos los accesorios, también añada 2 trajes de baño por si acaso-explica viendo como los ojos de Fiorella se han abierto de nuevo como platos y divertido añade- y lencería.
Fiorella respira profundo y desvía la mirada.
La vendedora les dice:
- Con gusto pasemos al apartado y allí Gillian les atenderá.
Pasaron a un apartado mas privado, con probadores y espejos por todo lados.
Gillian los recibió con toda cordialidad.
Ella era otra vendedora, era pelirroja con buenas formas y que quedo prendada de Ramsés
Toman asiento en un sofá grande con una mesa de vidrio
- Les traerá un muestrario- informa la mujer muy profesional y sale.
Una chica con café aparece y pone una charola de plata sobre la mesa con una tetera de porcelana y dos tazas que con cuidado y elegancia innata sirve.
Vaya que en esta tienda son atentos-pensó Fiorella
Ramsés sin expresión alguna permanece sentado e impávido en el sillón obviamente nada lo impresiona pues esta acostumbrado a este ambiente pero Fiorella a su lado se siente sintiéndose como "cucaracha en baile de gallina".
Otra expresión muy venezolana
- Oiga no es necesario-le susurra mortificada- y ya vio los precios, todo es costosísimo, gastara lo que me paga en 1 año de trabajo.
- No creo que las matemáticas sean lo tuyo-se burla- es un poco mas pero relájate, no voy a ir a la ruina por unos trapos- concluye con su acostumbrada sutileza.
La pelirroja aparece con un muestrario rodante con ropa hermosísima y Fiorella no puede evitar emocionarse.
Ramsés la observa complacido.
En las siguiente media hora se dedico a probarse ropa pero Ramsés debía dar el visto bueno.
Algunas las desecho, otra las fueron añadiendo a la cesta.
- Y ahora pruébate la lencería- le sugiere Ramsés
Fiorella aprovechando que la pelirroja ha salido explota.
- Esta loco
El rió malicioso.
- No crees que veo modelos con lencería todo el tiempo, además no tienes un cuerpo del otro mundo-solto con su acostumbrada sutileza.
Obviamente su metro 59 y su cuerpo carente de curvas no era para parar el trafico aun así ella tenía dignidad, y no iba a mostrarse con poca ropa y menos delante de su pomposo y odioso jefe.
- Pues no me vera en paño menores-chisto con un mohín de disgusto.
Ramsés dejo escapar una carcajada divertida y concedió.
- Okey no te sulfures, pruébate los bañadores.
Minutos después ella iba cargando una maleta nueva que le hizo comprar con ropa como para 3 meses y accesorios, así como maquillaje y un par de perfumes que olía delicioso.
Pero recordó de pronto que falto la lencería y algunos vestidos que adquirió requerían el uso de ropa intima
- Creo que olvidamos algo- le dijo mortificada mientras iban a la salida.
- Que
- Este..es..ro...yo...-tartamudeo
- Sueltalo Marcheti- le exigio sin paciencia
- Mi ropa intima malnacido-solto gritado dandose cuenta que de nuevo cavaba ella su ropia tumba.
Sin embargo Ramses ni se inmuto ni molesto.
- Yo la escogí por ti, de todos modelos y colores-informo con diversión.
- Usted escogió mi lencería.- exclamo con todos los colores subidos a su mejilla.
- Algún problema con eso.-pregunto con prepotencia.
- Ninguno- acepto tragandose su lengua y su orgullo y a su vez maravillada por tantas atenciones disfrafazas que su jefe estba teniendo con ella.
Al llegar el aeropuerto aun quedan 1 hora para el vuelo así que el sugiere.
- ¿Tienes hambre? ¿Desayunaste?.
Suspiro, su estomago ruge, anoche apenas probo bocado porque a pesar que ya había empezado a tomar vitaminas eso no había estimulado del todo su apetito y a eso se añadía el revoltijo en su estomago producto de los nervios por el viaje.
- En realidad no-respondio
- Marchetti- suena a regaño, reproche, reprimenda pero también preocupación.
- Esta bien desayunare-se apresuro a aceptar antes que se enojara,
Mientras desayunaban en el cafetín del aeropuerto el denoto:
- Porque no comes mucho, ¿te estás tomando las vitaminas?
- Si solo que me acostumbre a comer raciones pequeñas, mi estomago no lo tolera
- No serás también anoréxica-cuestiona.
- No-niega molesta por su cuestionamiento.
- Solo eres pobre-susurro en tono bajo y empático.
- Si-reconoce con su autoestima bajísima.
Ramsés sabiendo que no comería nada más de momento le sugiere:
- Llévate algo para el viaje por si te antoja mas tarde.
- Tal ves algunas donas- acordó recuperando su alegría y es que le encantaba cuando sentía que Ramsés se preocupaba por ella.
Viajar en primera clase era todo un derroche de lujo.
Asientos comodísimos, atención de primera, un plasma para ver película, aeromozas dispuesta a atender el mínimo capricho y comida deliciosa e incluso complacían hasta antojitos.
Bueno ella lo sabía porque lo había visto en una película y ahora contra todo pronósticos, la chica criada en un orfanato, que vivió un tiempo en la calle, luego dormía y comía en albergues experimentaría un mundo que jamás aspiro conocer.
Pero antes para disfrutarlo debía superar su miedo a volar.
Sin embargo cuando anunciaron que se debían ajustar los cinturones, literalmente el corazón se le paralizo y las manos le temblaron, tanto así que no atinaba a cerrarla y Ramsés al percatarse la ayudo con sus manos hábiles
- Cálmate Marchetti todo estará bien-le aconseja en tono amable.