Riffs de Amor

El inicio de un Riff

 

 

Liam salió de su apartamento con su guitarra al hombro, el sol brillaba en el cielo de la ciudad. La banda de rock en la que toca ha asegurado una audición en un club local esa noche.

Siente un leve vuelco en su cuerpo debido a la ansiedad que le genera la expectativa de tocar para un nuevo público en vivo.

Mientras camina hacia el bar rock, más grande de la ciudad, Liam recuerda cómo comenzó su amor por la música. Su padre había sido un músico frustrado y siempre había presionado a Liam para que siguiera sus pasos. Al principio, había odiado la idea, pero una vez que tomó una guitarra en sus manos, supo que había encontrado su verdadera pasión. La conexión con ella, sin duda, estaba en sus venas.

En el club, Liam se encontró con sus compañeros. La música a alto volumen, el murmullo de las risas, y el olor a alcohol, aceleraban los nervios de la banda. Posicionados en el escenario detrás de la gran cortina roja, comenzaron a prepararse para el espectáculo de esa noche

Estaban ajustaban sus instrumentos, cuando una mujer joven de cabello oscuro, levemente delgada y de estatura promedio, llamó la atención de los cuatro hombres, mientras subía al escenario.

Ella, se abrió paso entre las grandes cabinas de sonido y cables regados por todo el lugar, observándolos con una delicada sonrisa que resplandecía el espacio algo tenuemente iluminado.

Liam apenas le dirigió una mirada fugaz, tan breve que pasó desapercibida para cualquiera. No sucedió lo mismo con los otros miembros de la banda. Estaban encantados de verla llegar.

El baterista, estando cerca de donde ella pasaba, inmediatamente se puso de pie para saludarla.

— ¡Emily, te ves muy tú esta noche! — exclamó a la hermosa mujer de piel blanca y cabello rubio, con tonalidad rosa al final.

Ella, no dijo nada, revisó en su memoria lo que llevaba puesto, algo sutil pero adecuado para la ocasión. Pantalones oscuros, una camisa negra a cuadros de manga larga, hasta la mitad de sus piernas, botas negras sencillas y un brazalete de cuero delgado con su nombre escrito en él era todo lo que vestía.

Mientras escaneaba su atuendo, el joven baterista, aunque el miembro mayor de la banda con 28 años, le plantó un beso en la mejilla junto con un abrazo que duró más de lo habitual, lo que le valió algunas risas de los otros miembros de la banda. Todos menos Liam, que siempre parecía indiferente a todo lo relacionado con Emily, quien era la única mujer del grupo.

Tocaba el piano y el teclado. Aunque su familia la había presionado para que tocara música clásica, Emily prefería los géneros alternativos, por lo que se unió a la banda de Liam, atraída por un folleto que encontró en el conservatorio de música. “Fue el destino”, pensó el día que el volante cayó a sus pies. Ese día corrió a una audición en un pequeño café rock de la ciudad. Tan pronto como la escucharon, los miembros de la banda decidieron que ella sería su nueva teclista.

 Ahora, en su poco tiempo libre y, a escondidas de su familia, formaba parte de este grupo que crecía exponencialmente. Mientras lo hacía, como en este momento, prefería no imaginar lo que podría pasar si su madre se enteraba. Seguramente le diría que tenía una  conducta cuestionable.

Ni que decir si se enterará que incluso ha faltado de vez en cuando a clases en el conservatorio de música para ser segunda voz y teclista de una banda de segunda. Peor aún, con esos tipos que, con tatuajes y piercings, parecían recién salidos de un correccional.

Por supuesto Emily, no los veía de esa manera, mas suponía bien, que ese sería el juicio de su madre, quien tenía una perspectiva muy anticuada e injusta sobre los deseos y el espíritu libre de Emily. Nadie sabía que la joven de 23 años tenía una vida secreta como participe de una banda de música alternativa.

A cambio del placer de sentir, como el rock invadía sus sentidos de primera mano, dejo sus pensamientos a un lado, soltó suavemente a Erik de si misma y sonrió con sincera satisfacción a los demás miembros de la banda que no dejaban de mirarla.

 

—Lo tomará como un cumplido, Erik —Ella tomó su lugar luciendo tranquila, sin decir más. Mas su cabeza estaba lejos de lo que revelaba su semblante. Se llenó de pensamientos que parecían terminar golpeando su estómago al ver a Liam completamente ajeno a su presencia, ignorándola por completo.

—No tuvo la decencia de siquiera saludarme —

—Al parecer a este Don Juan, solo yo le parece inadecuada — Refunfuñó dos veces en voz baja, algo molesta. Llevaba 6 meses siendo parte de esa banda y, el atractivo y enigmático vocalista, solo se dirigía a ella en lo que era estrictamente necesario para la banda.


—Deja de verlo así, o creeré que también estás enamorada de él. — Sintió que las palabras de Erik a su oído le dejaban al descubierto un sentimiento que no había notado, aun así, no se detendría a averiguar cuál era en ese instante, era algo tímida con lo que respectaba a sí misma.

Se afanó presionando las teclas, permitiendo una melodía plana para evitar que continuaran las locas conjeturas del también atractivo baterista de ojos cafés, un poco más alto que Liam, de pelo claro y suelto hasta sus hombros. En definitiva, otro Don Juan, que a diferencia del vocalista, iba lento con las chicas, no cayendo en la cama con todas las que se le ofrecían.




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