Andrés.
Despierto como cada mañana, ganándole una vez más a mi alarma que suena 5 minutos después de haberme levantado; faltan 5 para las 6 am.
Soy el heredero de “Tenuta Santoro” que es una reconocida empresa internacional de producción de vinos; misma empresa que es culpable de que yo haya vivido tantos años en el extranjero, viviendo durante años en ciudades y países distintos a lo largo de todo ese tiempo.
Me dirijo al baño para tomar una ducha y poder relajarme un poco, últimamente he tenido mucho trabajo acumulado y eso que apenas llevo un mes desde que regresé.
Tanto trabajo me abruma, porque a pesar de ser una empresa reconocida para mí lleva mucho más peso y responsabilidad, ya que es un legado que nos dejó mi abuelo, que pasó por las manos de mi padre y ahora con su retiro quedo yo a cargo de la presidencia. Decisión que se dará a conocer en la ceremonia de aniversario de la empresa que está a menos de un mes.
Saliendo del baño me topo con mi celular, que está lleno de llamas perdidas y mensajes de Pablo diciendo que me comunique con él.
No son ni las 7am y ya me tiene el celular lleno de mensajes.
Saber que no podré librarme hoy ni un minuto de Pablo es lo más estresante de mi día, ya que ese maldito es alguien que no deja de molestar por mucho que lo ignore.
Mientras llamo a Pablo para que me deje en paz aunque sea una hora, comienzo a vestirme; elijo un traje azul marino hecho a mi medida para la reunión.
-¿Qué pasa? ¿Me extrañas tanto que me quieres dar los buenos días? - le digo mientras abotono mi camisa color blanco.
-Ya quisieras que lo hiciera, te llamo para recordarte la cita que tienes con los inversionistas del nuevo lanzamiento.
La reunión que tendré hoy es con los nuevos inversionistas para ver el lanzamiento de la nueva marca de vinos exclusivos que llevamos preparando desde hace casi un año.
-Creeme, no es necesario que me lo recuerdes. Vives cada segundo recordando hasta cuánto tengo que ir al baño. Hasta ya pareces más un loro que mi secretario. - digo terminando de vestirme y poniendo sobre mi muñeca derecha mi reloj.
-Si no fuera por mi no sobrevivirías un día con todo lo que tenemos encima.- me recuerda todos los pendientes que aún no sé de dónde salen tantos.
-Por favor Pablo basta, son las 6 am, déjame en paz por una hora aunque sea.
-No, nada que basta. A quien después apuras y amenazas es a mi.- contesta con tono exasperado y molesto al mismo tiempo. Bueno, puede que a veces me ponga fatal por el tiempo y el trabajo acumulado, pero exagera.
-Deja el drama y ve hacer algo productivo. - le cuelgo la llamada ya cansado de esta conversación y que al parecer solo empeorará mi día.
Viendo mi reloj y ajustando el tiempo de llegada a la sede de la empresa me da algo de tiempo para poder pasar por algo de desayuno antes de irme a la oficina, ya que el día de ayer no me dio tiempo de cenar y hoy no está Martha para hacer el desayuno.
Bajo al estacionamiento donde se encuentra mi auto y con mi maletín en la mano me adentro al auto. 20 minutos después llegó al local que se encuentra en D'Azeglio, desde afuera se ve apetecible y de muy buena calidad ya que he escuchado que es el más famoso de la zona y aprovechando que tengo un poco de tiempo antes de ir a la oficina y comprobar si lo que dicen es verdad.
Aparco y apago el auto y salgo únicamente con las llaves y mi celular a la mano. Veo tanta gente que solo espero que me dé tiempo suficiente para llegar a tiempo a la reunión, ya que, hay personas que hacen fila afuera.
Por fuera la cafetería tiene un estilo vintage, muy cuidada para que no desentone con el resto del lugar, ya que Bolonia es particularmente llamativa por sus estructuras muy a la época antigua.
La instancia se llena del bullicio de las personas que están dentro del local, junto a la campanilla que suena al momento de ingresar, a lo lejano se escucha la voz de Adele con su canción “Love in the dark” en los altavoces de la radio que se encuentra sobre una de las estanterías.
Caminando directo a la caja registradora, visualizo la espalda de una mujer que por su estatura puedo deducir que mide unos 1.70 cm, lleva un vestido blanco con estampado de flores y tenis blancos.
Al tratar de llegar al chico que está frente a ella para pedir mi orden se da la vuelta, chocando sobre mí, haciendo que todo lo que llevaba en la bandeja caiga por ende sobre mi precioso traje azul que había escogido especialmente para esta reunión.
-¡Oh, por Dios! Lo siento mucho. - dice en un intento fallido al querer arreglar el desastre que ocasionó.
-¡Genial, justo lo que me faltaba! - digo molesto por la situación ya que carezco de tiempo para la reunión.
-¿Andrés? - reconocí esa voz desde que dijo mi nombre como lo hacía muchos años atrás cuando estábamos en el instituto, jamás olvidaría el tono de esa voz chillante pero dulce.
-¿Clara? - respondí sorprendido con la voz casi en un hilo, porque al ver esos ojos oscuros hizo a mi corazón palpitar de manera que no lo hacía muchos años atrás cuando me mudé por primera vez a EE.UU.
Ok, admito que me encanta la idea de volver a verla. Porque aunque haya pasado muchos años sin verla y sin importar las circunstancias por las cuales dejamos de tener contacto, siento que es como que estoy frente a una nueva Clara, más madura y más hermosa a como la recordaba.
-Puedo notar que aún no se te ha quitado la costumbre de tirar las bebidas hacia mí - digo recordando la vez que me tiró un vaso de soda furiosa por una broma que yo había hecho, broma que no fue nada agradable y por eso no la culpe de esa reacción.
-Y veo que a ti no se te a quitado lo idiota con el pasar del tiempo - dice arrugando las cejas y con evidente tono de molestia.
¡Auch! Eso me dolió. Pero no la culpo, yo fui el idiota que dijo eso y digamos que no es una muy buena frase para decirle a alguien que no ves desde hace 6 años. ¡Que imbécil soy! ¿Cómo se me ocurre decirle algo así? Está bien, trataremos de arreglarlo.
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Editado: 19.08.2025