Andrés.
Después de que finalizará la reunión, salgo de la sala con Pablo al lado en dirección a mi despacho. Al entrar lo primero que se puede notar son las ventanas amplias que dan una vista perfecta de la ciudad.
-Necesitamos concretar la cita con la organizadora del evento para el lanzamiento del nuevo vino - le digo a Pablo mientras me siento detrás de mí escritorio.
-¿Para cuando tienes previsto el lanzamiento? - pregunta Pablo, quien tomó asiento frente a mi.
-Lo más conveniente será hacerlo un mes después de la fiesta de aniversario de la empresa - le digo mientras firmo unos documentos que anteriormente ya tenía sobre mi escritorio desde la noche anterior.
-Está bien, déjame concretar la cita para la siguiente semana y yo te confirmo el día - apunta en el iPad que siempre carga -Andres, déjame preguntarte algo.
-Vacaciones no doy.
-No es eso.
-Aumento menos, ya te pago lo suficiente.
-No idiota, no se trata de nada de eso. Déjame hablar. - habla mientras mantengo mi vista sobre los documentos que tengo pendientes. - Es sobre lo que te paso esta mañana, desde que llegaste a la sede te noto distraído y perdido en tus pensamientos, en la reunión con los inversionistas, parecías ido en algo más que la reunión. ¿Estás bien?
La pregunta me toma por sorpresa, tanto que dejo de mover los papeles que tengo a la mano y logra que quite mis ojos de ello para ponerlos sobre su rostro y verlo directamente a los ojos, su cara muestra preocupación genuina y no lo culpo, es como mi hermano y ha estado conmigo durante mucho tiempo.
-¿Por qué lo preguntas? Estoy perfecto. - contesto tragando grueso para poder pasar la gran mentira que me acabo de inventar, ya que, no estoy para nada bien después del encuentro con ella.
-¿La conoces? - pregunta y ya no sé si responder o callar.
-Si. - finalmente decido hablar.
Pablo es de Los Ángeles, Estados Unidos. Nos conocimos durante el primer año de mi estadía ahí, trabajaba en una sede de nuestra empresa como gerente de ventas y desde entonces nos llevamos como hermanos, uno se preocupa por el otro y viceversa.
-¿Qué pasó? - se cual es el verdadero significado de esa pregunta, no es por lo que recién pasó en la mañana, si no, por que paso verdaderamente en el pasado.
-Se llama Clara, la conozco desde que ella tenía 10 y yo 12 - respondo tratando de mantener la naturalidad de la conversación, como si fuera algo sin importancia, pero por cómo siento mi corazón calentarse cuando los recuerdos me invaden, se que no es algo sin importancia. - Mi familia se mudó cerca de su casa y por ende fuimos al mismo instituto.
-Vaya, se llama Clara. Bonito nombre - dice su nombre con una sonrisa pícara que solo me dan ganas de arrancarse la de la cara.
-Al parecer tienes síntomas de Alzheimer, ya que repites lo que te acabo de decir - inquiero a modo de sarcasmo ocasionando que me fulmine con la mirada.
-Pues me da mucha curiosidad conocer a esta tal “Clara”, porque para que pongas la cara de idiota que pusiste cuando hablaste de ella, debe de ser bonita.
-¡Si, lo es! - digo casi de inmediato, sonando más como un enamorado obsesivo que lleva años siguiéndola, que un hombre cuya boda se acerca. ¡Dios, que patético me siento!
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Después de la conversación que tuve con Pablo, decidí ir a prepararme a casa para la cena que organizó mi madre. Para esta ocasión elijo algo no muy formal, Pantalones chinos color beige, camisa blanca y blazer de lino del mismo color que los pantalones, con un par de zapatos blancos.
Emprendo la trayectoria hacia el restaurante que está ubicado en pleno centro histórico en el Palazzo Maccaferri. Estaciono y salgo del auto en busca de la entrada del local.
Al entrar, me espera mamá junto a Santiago y papá que están sentados esperando por mi en la mesa reservada. El interior del restaurante es en gran parte elegante por el salón dentro de un antiguo teatro estilo Liberty con frescos originales y una íntima sala sobre la bodega de vinos.
-Cariño, no sabes la alegría que me da siempre que te veo, cada vez más guapo. - saluda mamá como siempre lo hace, dando un cumplido a sus hijos. - Ni pareciera que te hace falta una esposa.
-Mamá, no hace falta que me digas que tengo que casarme cada vez que me ves. - respondo ante el comentario sarcástico de mi madre.
-Andrés, comprende a tu madre. La pobre ya se siente sola y ni siquiera se ha ido Santiago. - comenta papá, que está al lado de Santiago.
-Papá, igualmente al casarme no me iré a vivir con ustedes, menos con una esposa. - declaro en respuesta a mi padre.
-Parece que Andrés se volverá un viejo solterón - exclama Santiago y como la mayoría de veces me dan ganas de pegarle una patada en el trasero.
-Ni tanto - aseguro, error mío porque mamá pone su cara de curiosidad y empieza con su interrogatorio.
En ese momento el mesero se acerca para darnos la entrada que consiste en Bruschetta al pomodoro que consiste en pan tostado con ajo, tomate fresco, albahaca y aceite de oliva. Mientras mamá comienza con sus preguntas.
-¿Y estás conociendo a alguien hijo? - pregunta con afán esperando mi respuesta.
-Mamá, en estos momentos estoy enfocado en los nuevos proyectos que tenemos en la empresa. - digo para ver si con esta respuesta logro dejar que hable de este tema, pero conociendo a mamá no lo dejara ir tan rápido.
-No solo debes enfocarte en el trabajo Andrés, es igual o más importante que los asuntos de la empresa. Los asuntos de la empresa siempre estarán con el pasar de los años, pero tú juventud no, y por eso debes buscar a una mujer digna de ti, linda, carismática, sencilla, de buena familia, tranquila, de ojos oscuros, cabello castaño….
-¿De quién estás hablando mamá? - interrumpo su grandiosa descripción, aún sabiendo la cara de la mujer que estaba describiendo, aunque no la culpo yo también quiero estar con ella.
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Editado: 18.08.2025