Clara.
Hoy partimos a la cabaña con los chicos, y Samanta lleva más de una hora tratando de convencer a mamá para que la deje ir con nosotros.
—¿Por qué no puedo ir yo mamá?
—Es tradición de los chicos y es la primera vez que van después de casi 7 años —responde mamá ante el reclamo de Samantha.
—Claro, no voy porque no tengo pareja —comenta la ardilla que está invadiendo mi cuarto.
—Yo no tengo pareja —respondo terminando de empacar lo que necesitaré durante el fin de semana.
—Felix con Camila, Aurora con Pablo y tu con Andrés.
—No somos pareja —vuelvo a decir lo que he dicho millones de veces —Somos amigos.
Mi hermana me ve con cara de que no me cree ni los suspiros.
—Amigos, buen termino para alguien que quiere estar contigo —inquiere Samantha.
—Mamá, ayudame por favor —le pido a la mujer que me trajo al mundo.
—No contradigo la verdad que tu hermana dice.
—¿Tú también mamá? Es increíble —digo saliendo de mi habitación.
Me entró un mensaje de Aurora que ya casi llega. A Camila no la he podido ver desde que llegó así que hoy será la primera vez que la vea después de casi 20 días sin verla.
Espero a Aurora afuera ansiosa, pero lo que no me esperaba es que la muy condenada me hiciera esto.
Llegan tres motos y en cada una vienen manejando tres chicos distintos, en una moto roja se encuentra Félix y supongo que es Camila, en una blanca Pablo con la traicionera de mi mejor amiga y en la negra se encuentra el tormento de todas mis noches, el cual no me deja dormir bien por no salir de mi cabeza, aunque no niego que se ve muy bien sobre esa moto.
¡Concéntrate!
—Vamos Clara, se hace tarde —grita Aurora emocionada muy pegada a la espalda de Pablo, su cita al parecer fue mejor de lo que creía.
—Me voy —me despido de mamá con un beso y de Samantha quien aún no supera la decisión de mamá le doy un abrazo.
Andrés baja de la moto y me espera con un casco en sus manos sonriendo, se que disfruta esto más que yo. Las motos son aficiones para él, supongo que la idea fue de él.
—¿Lista mi Clara?
Su Clara…
—Si. —me limito a responder sin mostrar mucha emoción ante la idea de ir pegada a él.
Amaba ir en moto con él porque así sentía su presencia más cerca de mi, pero ahora con lo que tengo atorado en el pecho no se si será buena idea, es más, no sé si está bien ir con ellos.
Arrancamos y agradezco que sea antes de que me arrepienta más de esta decisión, siento que con cada aceleración que Andrés da, me aferró a él con más fuerza con miedo a caerme, pero a quien engaño. Lo hago porque quiero sentir su presencia cerca de mi como en años atrás. Me doy cuenta de lo mal que debo estar por querer que las cosas sean como antes, incluyendo nuestra relación.
La noche que por poco nos besamos me di cuenta que mis sentimientos por el seguían intactos a pesar del paso de los años, y tal revelación fue como un balde de agua helada cayendo sobre mi cabeza al ver que todo lo que anteriormente dije sobre Andrés era un error porque el fuego que una vez me hizo sentir y que creí haber extinto después de su partida, seguía ahí y que incluso ahora siento como arde y tiene tal fuerza de quemarme no solo a mi, si no también lo que lo rodea.
Tengo miedo, no quiero aceptar por completo que me volví a perder en el verde bosque de sus ojos, en la hermosura de su sonrisa y la calidez de su presencia. Si lo acepto, le daré un arma aún más grande de la que tuvo años anteriores y con la que me lastimó al marcharse de la manera que lo hizo.
Lucho conmigo misma al no querer caer nuevamente en el posible dolor que Andrés me pueda dar si se marcha nuevamente.
Me sumerjo tanto en mi lucha contra los sentimientos que tengo por Andrés que no me doy cuenta cuando ya hemos llegado a la cabaña, es de la familia de Félix y nos la prestaban para venir aquí como era costumbre.
Bajo de la moto con Andrés y me estiró al bajar, no estoy acostumbrada a montar en moto porque tenía años sin hacerlo.
—Es hermoso —dice Pablo al bajarse de su moto.
—Y lo que te falta conocer aún —responde Aurora.
—Vamos adentro, —nos invita Félix con Camila a su lado— Sus habitaciones son las mismas de siempre, en la noche tengo algo preparado así que descansen.
—Iré a explorar con Pablo —informa Aurora guiñando un ojo.
Sonrió al verla salir agarrada de la mano con el Estadounidense.
—¿Quieres hacer lo mismo? —me pregunta Andrés, niego con la cabeza.
—Iré a mi habitación —le respondo tratando de huir para no verlo a los ojos.
Pasan las horas y no salgo de mi habitación, leo un libro al lado de la ventana que se encuentra en mi habitación, cuando escucho que tocan mi puerta. Abro y me encuentro con mis dos amigas en la puerta.
—Hola —saludo dejando que entren.
—¿De qué o estás huyendo? —pregunta Aurora cruzándose de brazos.
—¿Yo? —me señaló a mi misma —De nada.
—Ok, reformulo la pregunta —añade Camila— ¿De quien estás huyendo?
—Nadie —respondo inmediatamente y ambas me quedan viendo y me dan a entender que no me creen nada de lo que digo.
—Eres la que más le gustaba estar afuera cuando veníamos acá —me dice Aurora y tiene razón, pero no quiero encontrarme mucho con Andrés.
—Sal —me ordena Camila —O te sacamos.
Quiero ver cómo logran eso….
Cante victoria antes debido a que me toman desprevenida y me cargan entre ambas llevándome a la sala donde se encuentran los demás sentados en la alfombra cerca de la chimenea.
—Listo —dicen ambas orgullosas al ver que no me pude soltar.
—Rapunzel, no estás secuestrada en la torre de arriba. Puedes bajar cuando quieras —dice Andrés quien tiene una taza de café en la mano.
—Talvez espera al príncipe que la rescate —bromea Félix y le lanzó una almohada.
—¡Ey!, lanzarle cosas es solo a Andrés.
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Editado: 09.09.2025