Andres.
—¿Si te sirvió mi ayuda? —pregunta Valeria frente a mi escritorio.
—A decir verdad, sí —respondo— Nunca la había visto así de celosa.
Valeria se ríe junto con Pablo, los tres somos buenos amigos desde que nos conocimos hace tres años, no niego que hubo atracción entre ella y yo los primeros días. Pero nos dimos cuenta de que estaríamos mejor como amigos.
—Es una chica linda —dice Valeria— Me impresiona que aún no la hayas conquistado.
—No es fácil. —respondo recordando todo— Pero se que pronto será mía de nuevo.
—¿De nuevo? —pregunta Valeria curiosa.
—Se conocen desde chicos. —responde por mi Pablo.
—Tienen una historia larga entonces.
Sonrió, el término de historia quedaría corto ante todo lo que he pasado con ella a mi lado desde que la conozco, si pudiera escribir una sola vez en mi vida un libro, definitivamente sería de ella y como me hace sentir.
—No pensé que te prestaras para provocar celos en Clara. —digo ante la apuesta que perdí.
—Aún no me pagas lo que me debes, ya casi me devuelvo a París y no lo has hecho aún.
Perdí con ella al apostar que Clara no se pondría celosa y me dejaría de hablar, no me imaginé que lo haría, me costó veinte euros y dos semanas sin que Clara quisiera verme.
—Paso dos semanas evitando me —le reclamo mientras extiendo el dinero.
—Andrés, soy mujer. Una conoce como es una mujer que está enamorada pero que intenta negar sus sentimientos.
—Gracias a Dios que no has hablado mucho con Aurora —bromea Pablo y eso llama la atención de nuestra invitada.
—No pensé que Pablito podría babear el piso por una mujer, creí que morirías soltero y gruñón —bromea Valeria y me río ante su comentario.
—No tanto como tú, aún veo que no encuentras a tu príncipe amado.
—Lo tuve, pero no era para mí —guiña el ojo sonriendo —Me iré después de tu lanzamiento, si es que tu novia no me arrastra por el suelo antes.
Clara podría hacerlo, pero prefiero no decírselo.
—Si, ya tenemos todo listo y en dos semanas es el lanzamiento, después de año nuevo.
—Todavía estaré aquí para esas fechas.
—Vale, te espero ahí.
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Suena mi celular al entrar a casa y respondo la llamada de Aurora.
—Oye, recuerda la cena de fin de año en la casa de Elena. —me dice apenas contesto la llamada— Te espero pero sin una cobrizo a tu lado.
Me río ante el sobrenombre con el que llama a Valeria.
—Vale, estaré ahí.
—Recuerda traer vino.
—No lo olvidaría. —le respondo cuando me encaminó a mi habitación— Te dejo, quiero ducharme y dormir.
—Bañate bien. —bromea antes de colgar.
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Estoy frente a la casa de Clara y aún no puedo creer lo que estoy apunto de hacer.
Presionó el timbre como puedo ya que mis manos están ocupadas por lo que cargo.
—No acogemos forasteros —dicen detrás de la puerta y se que es Samantha por el tono chillón de voz.
—Abre la puerta ardilla —le digo y finalmente la abre— No digas nada aún y mantén tu boca cerrada.
Le indico al ver la cara que pone al ver lo que cargo en mis brazos.
—¿Ya están todos? —escucho decir a Elena.
—Ahora si. —responde Aurora al verme y es otra que no para de verme con cara de emoción al ver lo que tengo.
Llegó donde Clara que se encuentra de espaldas y al acercarme se voltea soltando un grito de alegría al ver al cachorro que cargo, es un Golden retriever de unos 4 meses de edad.
—¡Andrés! —grita mi nombre con emoción— ¿Que es esta belleza?
Ríe al ver cómo el perro empieza a lamer su rostro y lo toma dejándose llevar por la emoción de tener al perro en sus manos.
Todos se emocionan ante la llegada del cachorro y empiezan a jugar con él. Clara se acerca y sin previo aviso salta para abrazarme agradeciendo por el regalo.
—¿Por qué el cachorro? —pregunta cuando se separa de mi.
—Te debía ese regalo en año nuevo.
—Te tardaste 7 años en dármelo —reclama y río al ver la cara que pone.
-Bueno, nunca es tarde para cumplir una promesa - le recuerdo cada una de las que le he hecho.
Comenzamos la cena de año nuevo y es como volver hace años atrás cuando Daniel aún seguía con vida, las risas, las bromas, las platicas y el ambiente tranquilo predominan este hogar.
—Al fin eres el presidente de la vinícola —Comenta Alejandro al lado de su prometida.
—Si, pensé que no lo haría antes de que te casaras —bromeo.
—Creeme, la espera vale la pena.
—Lo sé. —respondo viendo a Clara que se sonroja ante mi respuesta.
—De hecho, tenemos fecha para la boda —anuncia Valentina— Será el 25 de febrero.
—Al fin saliste de la zona prometido —dice Samantha.
—Madura. —le dice Clara.
—Tu también tomate. —menciona haciendo referencia a cómo se encuentran sus mejillas y se ve adorable así.
Pasada la cena esperamos el toque de las 12 a.m que da aviso al año nuevo, nunca imaginé que mi año finalizaría así cuando regrese hace casi 4 meses.
Estar al lado de las personas que quiero y que alguna vez me hicieron dejar atrás por el bienestar de todos nosotros.
No esperaba terminar mi año al lado de la mujer que amo, aunque no estemos en una relación aún. Me gritó que me amaba, en ese momento sentí como me devolvía el calor a mi corazón que cada día más se sentía frío por la indiferencia de sus respuestas.
—Fresa, —le hablo a Clara cerca de su oído— Te amo.
Se voltea para verme a los ojos cuando su rostro es iluminado por los fuegos artificiales que adornan el cielo nocturno. Sonríe al salir de su sorpresa y veo como esa linda sonrisa tierna con el pasar del tiempo no cambia y eso es algo que me alivia.
No espero su respuesta, dije que la esperaría pero al ver sus ojos me basta saber que ella también siente lo mismo.
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Editado: 09.09.2025