Rizos Y Risas

CAPÍTULO 13: UN DÍA DE LLUVIA, UN DÍA DE ROMANCES

Eva.-La lluvia siempre tuvo un efecto teatral en el barrio. No era solo agua; era una banda sonora dramática que magnificaba el olor a tierra mojada y a café recién hecho. Media hora después de enviarle el mensaje, Nico estaba en la puerta, con su camisa perfectamente planchada bajo un abrigo oscuro que parecía más un uniforme de arquitecto que ropa de calle.

Yo había cambiado mi uniforme de estilista por un vestido sencillo, dejando mi cabello desatado, tal como él lo había insinuado.

—Desordenado, pero profesionalmente firme —dije, sonriendo al verlo.

—El desorden es la primera etapa de un buen plan, Eva —respondió Nico, tendiéndome la mano. Su tacto era firme, pero no invasivo.

La cena fue en "El Rincón de las Cláusulas," un pequeño bistró con poca luz y muchas vigas de madera a la vista. Un lugar que gritaba: aquí se discuten acuerdos y sentimientos complejos.

Hablamos primero de Marta.

—Convertir a Marta fue un movimiento brillante —dijo Nico, tomando un sorbo de vino tinto—. Los espías más leales son los que tienen algo que perder. Ahora ella es nuestra “Embajadora del Ancla Social”.

—Esa es tu frase, ¿verdad? La "Cláusula de Uso y Función Comunitaria".

—La planificación no es solo cemento, Eva. Es propósito. Tu salón, el café de Bruno, el quiosco de Doña Aurora... son la función social de este edificio. Sin ellos, el barrio se desintegra. Y eso es lo que vamos a probar, si llega el caso. Marta documentará el valor emocional que el Consorcio V-7 no puede comprar.

Me sentí tranquila. Él no solo me ofrecía un hombro; me ofrecía un plano de escape.

—Gracias, Nico. No sé qué haría sin tu... tu firmeza.

—Tú estarías bien. Solo te tomaría más tiempo llegar al mismo lugar —dijo, posando su mirada en la mía—. Eres increíblemente resiliente. Es solo que la mayoría de los consultores solo diseñan edificios. Yo me encontré diseñando la defensa de un refugio. Y una historia, creo.

Nico.-El bistró olía a humedad y a promesas no dichas. Habíamos terminado de hablar del edificio, y el silencio que siguió fue el más peligroso de todos. Era el silencio que exigía una transición.

Tenía que preguntarle.

—Eva, sobre el beso... no fue un error. Fue un movimiento estratégico.

Ella se rio, ese sonido limpio y cristalino que rompía la seriedad de mi propia lógica.

—¿Movimiento estratégico? ¿Para qué? ¿Para probar la solidez de mi equilibrio emocional?

—No. Para probar la mía. Te confieso algo: siempre he sido el hombre del plan, del boceto, de la línea recta. Pero tú eres el caos organizado, la fuerza de la naturaleza. Eres la única variable que no puedo predecir, y es fascinante.

Me incliné hacia adelante, pasando por alto la copa de vino.

—Mi vida es una cuadrícula de eficiencia. La tuya es un salón lleno de dramas de color y de sueños. Pero cuando me besaste, Eva... sentí que el propósito real del universo colapsar y reorganizarse en un patrón mucho más interesante.

Eva me devolvió la mirada. Sus ojos, en la luz tenue, brillaban con una honestidad brutal.

—Te diré algo. Yo también soy la mujer del plan. El plan de control. Mi moño, mi rutina, mis reglas. Todo para evitar el drama que vi en mi madre y en mis clientas. Pero desde que llegaste, el caos parece más seguro que la estabilidad.

El mesero nos trajo un postre con fresas. Lo ignoramos. El postre no era lo importante.

El Primer Beso Oficial

La lluvia golpeaba el cristal de forma rítmica, como un tambor pidiendo atención.

—Entonces —dije, recogiendo el valor para dar el siguiente paso en este plano emocional—, ¿cuál es la dirección de este momento? ¿Es una cena de negocios, un interrogatorio de personalidad o el primer acto de una historia?

Eva sonrió, con una ligera inclinación de cabeza.

—Es el momento en que decides si quieres seguir siendo el hombre de los planos, o el hombre que sabe que los mejores cimientos se construyen sobre una base de... riesgo.

Llevó su mano a mi mejilla. Su palma era suave, pero tenía esa textura áspera del trabajo con el cabello. Una textura de artista.

—Yo ya tomé mi decisión, Nico. Y es un riesgo que estoy dispuesta a tomar.

No hubo más palabras. Me acerqué, esta vez sin el pretexto de un contrato o una consulta. Fue lento, una construcción deliberada. Sus labios eran tan cálidos y firmes como había imaginado. Este beso era la firma de un acuerdo mucho más complejo, sin cláusulas de salida y con una duración indefinida.

El mundo exterior se desvaneció, y solo quedó el sonido de la lluvia y la increíble sensación de que, por primera vez en mucho tiempo, mi vida tenía una dirección no dictada por un plano, sino por una emoción.

Cuando nos separamos, Eva apoyó su frente contra la mía, respirando suavemente.



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En el texto hay: amistad, secretos, enredos comicos

Editado: 24.11.2025

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