Rizos Y Risas

CAPÍTULO 18: EL PRESUPUESTO DEL AMOR Y EL MOÑO DESATADO

Eva. El beso de la victoria, que había sellado nuestro pacto en la sala de Elvira, duró lo que tarda un camión de cemento en cruzar la calle: intenso, firme y con un eco ruidoso en mi cabeza. Habíamos ganado la primera batalla, y la adrenalina del triunfo me duró hasta la cena con Nico.

Estábamos en mi pequeño apartamento, justo encima de "Rizos y Risas." Yo, con el cabello suelto, sin el moño de control, sentía la alegría de una mujer que acababa de asegurar su refugio y el corazón de un hombre.

—Nico, tienes que admitirlo. Mi caos es un excelente combustible para tu estrategia. ¿Quién más podría convertir una lista de deseos imposibles en una recaudación de fondos?

—Admito que tu pasión es un apalancamiento emocional increíble, Eva —dijo Nico, tomando un sorbo de vino—. Pero ahora viene la fase de organización. Hemos detenido a Elvira, pero la Cooperativa es una empresa real. Necesitamos cabeza fría para conseguir el préstamo bancario.

Sacó un archivo de su maletín que yo llamé el "Documento de la Muerte de la Pasión". Estaba lleno de números, proyecciones y tablas.

—Mira, Eva. La recaudación de la comunidad es una base maravillosa. Pero la hipoteca es un asunto serio. El banco nos pedirá un plan de negocios a cinco años, un análisis de riesgo y un presupuesto de remodelación detallado.

—¿Y por qué no podemos simplemente confiar en el Temperamento de Paolo y el Look de la Honestidad de Marta? ¡Eso es un excelente activo, arquitecto!

Nico suspiró, un sonido que revelaba que mi sentido del humor no funcionaba con el balance de cuentas.

—Necesitamos solidez, Eva. El banco no se enamora. El banco necesita garantías.

Y ahí estaba la primera viga de acero que chocaba con mi corazón. Él estaba tan inmerso en la lógica de la permanencia, que olvidaba el sentimiento que le daba valor.

—Siento que quieres transformar mi refugio en una hoja de cálculo, Nico. Yo no quiero que este lugar sea una empresa sin alma.

—Yo quiero que este lugar sea tuyo para siempre. Y para eso, necesitamos disciplina.

Nico. Eva estaba hermosa, con el cabello suelto. Pero su desorden emocional en este tema me ponía nervioso. Yo era un hombre de objetivos claros y riesgos calculados. Y ella, en este momento, era una variable incontrolable.

—Eva, estamos hablando de un préstamo de medio millón de dólares. No podemos entrar al banco diciendo: "Nuestra pasión es nuestro aval." Necesito que me ayudes a estructurar el discurso. Necesito datos de la caja, proyección de servicios, inventario.

—¡El inventario! El inventario está en la cabeza de Lalo, Nico. ¡Y Lalo está contando las flores que le regaló Bruno! La vida en el salón es fluida, no estática.

Me acerqué a ella, frustrado.

—Tu pasión es lo que amo, Eva. Pero me niegas la única cosa que puede protegerla: la organización. Si no me das los números, si no me das la cabeza fría, no puedo armar el expediente. ¿Quieres que salvemos el edificio o solo quieres una aventura emocionante?

La pregunta era cruel, pero necesaria. El silencio se hizo tenso, roto por el sonido de la nevera. Eva se puso de pie, y el brillo de la victoria se había desvanecido.

—Yo no soy una niña, Nico. Sé lo que quiero. Pero tú no ves el valor en el caos. Tú solo ves algo que tienes que arreglar. Y yo no quiero que me arregles.

Se recogió el cabello en un moño rápido, brusco. Su gesto era una clara señal de que había vuelto a la defensiva. El Moño Desatado se había transformado en el Moño de Control en un segundo.

—El drama innecesario, arquitecto, se resuelve con comunicación, no con un organigrama.

Eva . Su insistencia en la lógica me hizo sentir subestimada. Yo no había salvado a Marta y a Sofía con tablas de amortización. Lo había hecho con empatía.

—Mira, Nico —dije, señalando el apartamento con un gesto amplio—. Mi vida es esta. Es pasión, improvisación y lealtad. Y esa es la garantía más fuerte que le puedo dar al banco. Pero tú solo ves el riesgo. Y el riesgo, Nico, es que estás tan enamorado de la cabeza fría que podrías perder a la mujer apasionada que te ama.

El golpe fue bajo, pero sincero. Él se quedó en silencio, absorbiendo la verdad.

—Tienes razón —dijo, su voz tranquila, volviendo a su modo de consultor emocional—. La comunicación es la base. Me disculpo. No estoy tratando de arreglar tu caos. Estoy tratando de protegerlo con las únicas herramientas que conozco. Pero no puedo hacer esto solo.

Se levantó y se acercó a mí, tomando mis manos.

—Tú eres la voz del barrio. Yo soy la voz del banco. Y necesitamos que ambas voces sean firmes y coherentes. Dame un día. Olvídate de los números. Mañana, solo vamos a documentar el valor emocional. Vamos a hacer una entrevista de activos con cada miembro de la Cooperativa.



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En el texto hay: amistad, secretos, enredos comicos

Editado: 24.11.2025

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