La calma que siguió a la partida de Sofía no era el silencio de la ausencia, sino el murmullo de una fundación reforzada. La Cooperativa, que había sido escenario de un secreto a vida o muerte, se sentía ahora más sagrada que nunca. El refugio había resistido la prueba.
Eva, con el delantal puesto, observaba a Nico medir el espacio para una nueva estación de secado. Su arquitecto estaba en su elemento, transformando el drama en eficiencia.
—Admito que me gustó el “Modo Cortina de Humo” de Bruno —dijo Eva, riendo—. Demostró que el caos, cuando está bien dirigido, es la mejor estrategia de camuflaje.
—No fue caos, Peluquera. Fue distrupción controlada. El caos es desorden sin propósito; la disrupción es alterar la estructura para un fin mayor. Y nuestro fin era proteger a Sofía —respondió Nico, ajustando su camisa impecable.
Se acercó a ella, quitándole un mechón de pelo cobrizo de la frente, un mechón residual de la identidad de Sofía.
—La protegiste. Y me protegiste a mí de una vida sin emoción. Gracias por enseñarme que un secreto a veces es solo un plan que no ha sido revelado.
—Y gracias a ti por enseñarme que incluso un tornado necesita cimientos sólidos para seguir girando —dijo Eva, besándolo.
La Cooperativa estaba tranquila. Lalo revisaba su playlist de música de meditación. Bruno freía unos churros con la calma de un monje. Marta, después de su live de "misterio," se dedicaba a archivar meticulosamente las historias más impactantes de sus clientas.
Esa noche, en el apartamento de Eva, con el olor a esmalte de uñas y planos técnicos flotando en el aire, se sentaron a discutir el tema que Sofía había interrumpido: El Plano de Matrimonio.
Nico había extendido un gran pliego de papel milimetrado.
—Muy bien, Eva. Hablemos de la estructura de nuestra vida. Empezaremos con el plano de la casa. He dibujado un diseño modular de dos pisos: el primer piso es para el refugio, la utility, y el caos. El segundo piso es para la paz, la lectura, y la absoluta simetría.
—Me encanta el concepto “Caos-Paz.” Pero, ¿por qué necesitamos dos pisos? ¿No puede haber caos en el segundo piso, arquitecto?
Nico suspiró con afecto. —Estás desafiando la verticalidad de la felicidad, mi amor. Hablemos del matrimonio.
Sacó un documento titulado “Plano Matrimonial 1.0: Alcance y Limitaciones.”
Eva no pudo evitar sonreír. —Esto es más serio que la mudanza de Sofía.
—El matrimonio es un proyecto de por vida. Necesita una planificación estratégica robusta. He definido la cláusula de convivencia, la distribución de las tareas domésticas, y el presupuesto para herramientas versus productos de belleza.
Eva tomó un lápiz labial rojo intenso de su tocador.
—Nico, mi amor por la cuadrícula. Yo no necesito un plano con cláusulas. Necesito una escala de color emocional.
Sobre el papel milimetrado de Nico, empezó a dibujar líneas curvas y garabatos de colores.
—Yo propongo el “Look de la Convivencia.” La Introducción es color Marrón Serio (tus finanzas, mi contabilidad). El Cuerpo es color Rubio Deslumbrante (los viajes, los proyectos, la aventura). Y la Conclusión es un Rojo Intenso, profundo y permanente (la pasión, la familia, el compromiso). ¿Qué te parece?
Nico miró el caos de líneas curvas y colores vibrantes que cubría su plano perfectamente medido. Lejos de molestarse, sintió una oleada de ternura.
—Es un plano audaz. ¿Dónde está la columna de soporte?
—La columna de soporte, Nico, no es de concreto. Es el "factor improvisación."
Eva se inclinó sobre la mesa, con sus ojos llenos de luz.
—Mira, mi vida es un salón. Entra el caos, las lágrimas, los secretos, los colores imposibles. Entra lo impredecible. Tu vida es un plano: las medidas exactas, el cálculo, el control. Nuestra vida juntos no será ni el salón ni el plano. Será un diseño híbrido. Será un lugar donde el caos de la gente se encuentra con la solidez de la estructura.
Nico guardó su lápiz de arquitecto. Entendió que ella tenía razón. La belleza de su unión residía en la síntesis de la imprevisibilidad de la vida y la necesidad de un anclaje.
—Tienes razón. El "factor improvisación" es la única cláusula que realmente necesitamos.
Se levantó, se acercó a ella y se arrodilló, no con un anillo de diamante, sino con un pequeño objeto de metal pulido. Era la pieza de unión que había diseñado para la barra de la Cooperativa, la que fusionaba dos metales diferentes con un acabado suave y perfecto.
—Eva Torres —dijo Nico, sosteniendo el metal entre sus manos—. No te ofrezco un plano rígido, porque sé que lo transformarías en un ombré indescifrable. Te ofrezco la unión. Esta pieza conecta dos mundos, sin perder la identidad de ninguno. Es sólida, funcional, y solo existe porque se atrevió a unir lo diferente.
—¿Es esto una... proposición de matrimonio con una pieza de ferretería? —preguntó Eva, con los ojos húmedos.