Robaste mi corazón

CAPITULO 2

Desempacar no es una tarea tan fácil como creía, siempre tuve ayuda de Mary, de las mucamas y hasta de papá, pero ahora que estoy sola debo aprender a hacerlo todo por mi cuenta, suponía que no seria tan difícil, pero nada es como una se imagina su independencia. Ha pasado una semana desde que estoy aquí, y aun no me instalo por completo, y algunas cosas que he comprado para comer se han dañado un poco, porque no terminar de configurar la refrigeradora, seguí todas las instrucciones del manual, sigo sin entender la razón por la que a veces no enfría.

Otro problema que tuve es respecto a lavar ropa, no sabia que se debe de separar la ropa para lavar, lo aprendí a las malas cuando una de mis blusas blancas se volvió verde por un vestido que le acompaño en la lavada.

Me siento una completa inútil, y esta también el hecho de que no se cocinar, razón por la que estoy gastando gran parte de mi dinero en pedir a domicilio o salir a comer. Tenía planeado ahorrar cada dólar, para no tener que pedirle mas a papá, el me lo daría si le pido, pero no quiero hacerlo, debo buscar la forma de ser independiente y que confié en mí, es por eso que he descargado algunas recetas de internet y videos de YouTube para aprender a cocinar. Espero no intoxicarme o incendiar el apartamento.

Termino de colocarme mis zapatos, busco mi bolso y llaves antes de cerrar la puerta del apartamento. Me dirijo al ascensor del edificio para bajar. Voy revisando la receta con los ingredientes que debo comprar en el supermercado, alzo la mirada chocándome con la de mi vecina, una chica universitaria super agradable, al igual que yo es extranjera y durante esta semana hemos conversado un poco, ella viene de Corea, ya lleva mucho tiempo viviendo en los Ángeles, pero extraña mucho su país. Yo no llevo ni un mes y extraño mi hogar y país.

—¿Se te hizo tarde? — pregunto viéndola salir de su casa apresurada, se sobresalta al darse cuenta de mi presencia.

—Te juro que no escuche la alarma

Sonrío ante su respuesta que es la misma de las anteriores tres veces que la he visto salir.

—Deberías comprar un parlante o poner tu celular junto a tu cabeza. — comento entrando al ascensor junto a ella.

—No funcionaria. Me han dicho que tengo el sueño demasiado pesado. — se queja colocando sus manos sobre su rostro. —Odio tanto que esto pase.

Parece de verdad afligida por su situación tan... bueno constante.

Debido a que nos encontramos en el octavo piso el ascensor se demora un poco en lo que se detiene para que mas personas entren y otras bajen en los diferentes pisos, logro escuchar quejidos de frustración por parte de Stephany, la chica coreana, no es su nombre coreano, pero ella lo usa ya que dice que lo cambio cuando se mudó a Estados Unidos y su nombre real para algunos es difícil pronunciarlo, cuando me lo dijo yo también me trabe y sinceramente hasta lo olvidé.

No es por desprecio o algo por el estilo, es solo que es un nombre difícil y de por si soy mala recordando nombres no me pongan uno difícil porque no paso la prueba.

Llegamos a la planta baja y todos salimos, Stephanie se despide antes de salir corriendo y yo le grito un "conduce con cuidado" antes que desaparezca por la entrada del edificio.

Ya conozco la ruta que debo tomar al supermercado, he ido antes y para mi suerte, me queda cerca para ir caminando. De regreso si tendré que pedir un taxi para poder traer las bolsas, ya aprendí de la ultima vez, donde se rompió una y tuve que recoger lo que se había caído, la gente de por aquí es muy amable, un par de adolescentes se me acercaron a ayudar y en forma de agradecimiento les obsequié unos chocolates que había comprado. Ellos se negaron, pero insistí y terminaron aceptando. A veces es bueno recompensar a gente buena, supongo que así siguen siendo buenos. 

Al cabo de unos minutos me encuentro entrando al supermercado, en la entrada principal se encuentran los carritos de la compra, tomo uno y voy en busca de lo necesario para cocinar. Nada es tan fácil como creía, pues hay diferentes variantes y marca de cada producto, lo que me tiene indecisa y confundida, no esperaba nada de esto, en mis pensamientos solo bastaba con encontrar el ingrediente, ponerlo en el carrito y pagar, pero la realidad ha cochado conmigo otra vez.

¿Es que nada puede ser fácil?

Creo que entro en una pequeña crisis, cuando siento lagrimas recorrer mis mejillas, no se porque, pero al notarlo, suelto toda mi frustración dando inicio a mi llanto. La gente que pasa por el pasillo en el que me encuentro, me quedan viendo y eso me hace llorar más, odio que la gente me vea en este estado tan vulnerable y débil. ¿Qué pensaran? ¿Qué soy una loca que llora en público? Probablemente.

Solo espero no llamen a seguridad. Seria vergonzoso.

Entre zapateos me dejo caer al piso, sujetándome del carrito, ya sentada sobre la cerámica trato de controlarme, respiro justo como me enseñaron en terapia, solo que esta vez toda mi frustración es más pesada, por el hecho de que me encuentro sola, sin ningún amigo ni conocido. Como un ángel, alguien coloca su mano sobre mi hombro desde atrás, giro mi rostro encontrándome con los ojos azules mas lindos que he visto en vida, dicen que los ojos son la ventana del alma, pues yo al verlos pude ver serenidad.

—Hey, ¿Te encuentra bien? — pregunta el chico bajando hasta donde me encuentro. —¿Cuál es tu problema? ¿Te puedo ayudar en algo?

Sonrío entre sollozos, un desconocido se encuentra preocupado por mí. Eso no me lo esperaba, mientras que los demás pasaban viéndome extraño él fue el único que se detuvo a ver si me encontraba bien.

—Solo estoy teniendo uno de mis ataques— respondo antes de volver a mi intento de ejercicio de respiración. —Estaré bien — afirmo mas para mi misma que para él.

—Ok, entonces respiremos juntos. — dice sentándose junto a mi a un lado del pasillo, sin estorbar el paso al resto.



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En el texto hay: adultojoven, mentiras, drama

Editado: 26.04.2023

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