Robin y Robin

3. Hellboy

Robin Batgers.

—¡¿QUÉ?! —retiré el teléfono de mi oído ante tremendo grito.

—Escuchaste bien, alias Robruto vivirá en mi hogar hasta el sábado.

—¿Eso significa que dormirás con Jordan?

—Sí. ¡No! Digo, no, en cuartos diferentes y eso, obviamente.

—Bajo el mismo techo con tu peor enemigo... —comentó con notas de misterio— Vi una película sobre eso, ¿y si terminan enamorándose? ¿Voy a tener que decirle cuñado? ¿Te imaginas a los niños? Mitad demonios mitad humanos.

—Wow, wow —la detuve— nadie va a tener hijos Hellboy, ¿si? Sólo se quedará hasta que Camill vuelva.

—Mejor duerme con los ojos abiertos, vi un video de ello en YouTube, no lo logré y me rendí, pero tú tienes mucha más paciencia que yo —me aconsejó con su voz constipada y reí entre dientes— es en serio.

—¿Serio? Serio debe estar tu resfriado como para que no hayas ido a estudiar hoy —estornudó y pude oirla sorberse los mocos— se escucha más asqueroso por teléfono —Ivana rió un poco y me sentí mal por ella— ¿Quieres que te recojamos en tu casa para irnos juntas?

—¡No! De ninguna manera, tienes que estar muy a tiempo en la escuela.

—¿Irás a verme?

—No me lo perdería por nada.

—¿Y tu resfriado?

—Probablemente me desmaye antes de que termines tu acto, pero valdrá la pena.

—Gracias... Te cuidaré esta noche, llevaré películas y vitaminas con sabor a naranja.

—¿En tu casa?

—Ni pensarlo. No con Robin Jordan aquí, me preocupa que nos filme cantando a las Spice Girls y lo suba a Internet. Creo que sí nos pasamos con la broma...

—No me arrepiento de nada.

—Tú no, pero ahora yo debo soportar que cambie la radio de la estación de Música Clásica a la de Rap.

—Hay canciones de Rap muy buenas.

¿Sí? Pues yo la verdad aún no entiendo eso de asdfgyou youhjkl aslkgmotherfuckerg hice mi mejor intento de cantar Rap—, o algo así.

—Estoy segura de que no suenan así —me dijo entre risas— parece como si te ahogaras con tu propia lengua.

—Vamos, que soy una gran rapera —bromee viéndome al espejo mientras jugaba a imitar las poses se esos cantantes.

—Diana dice que tienes que irte ya o lleg... —Robruto irrumpió en mi cuarto sin tocar la puerta y yo me congelé mientras él me veía en mi increíble pose de rapera— ¿Qué rayos estás haciendo? —se cruzó de brazos con el fantasma de una sonrisa en sus labios— sabía que eras extraña, pero encontrarte frente al espejo haciendo boca de pato y el signo de amor y paz..., eso ya es muy extraño.

Colgué la llamada.

—¿Cuántas veces te he pedido que no entres en mí habitación sin tocar?

—Depende.

—¿Depende de qué?

—De qué quieres que te toque.

Mi mandíbula calló en indignación, sus ojos brillaban divertidos y pensé en reponer con un insulto o reclamo pero en vez de eso empujé sus hombros logrando que quedara un paso atrás del marco de mi puerta.

—Dios me libre de que tú me pongas un dedo encima —tomé el pomo de la puerta mirándolo directamente a los ojos—.  ¡Bajo en un minuto mamá! —grité y él contrajo su cara en un gesto de desagrado como si mi voz le martillara el cerebro—. Y tú, no vuelves a entrar aquí sin avisar —le cerré la puerta en la cara y pasé el seguro.

—¡Menos de un minuto Batgers! —anunció devolviéndome mis palabras de ayer.

Apreté los puños a mis costados e intenté normalizar mi respiración antes de recoger mi bolso deportivo; me dí un último vistazo al espejo, sonreí y salí pensando en cosas positivas. Los buenos pensamientos duraron hasta que vi a mamá con el rizador atrapado en el cabello, un tacón puesto, un pie descalzo y medias veladas rotas.

—Ni siquiera preguntes —pidió, intentando liberar su cabello— sólo diré que nunca intentes ponerte las medias mientras luchas por rescatar tu cabello —arrugué la frente en asombro y ella asintió frustrada— Robin te llevará, corre que te está esperando en el auto.

—¡¿Que?!

—Mi vida, prometo que llegaré a tiempo, sólo deja que... —tiró con fuerza, de la nada un mechón de su cabello rubio quedó en el rizador y ambas lo vimos horrorizadas— ¡estúpida máquina! Sabía que me fallarías en el momento más crucial —se dio vuelta marmullando cosas que no pude entender, subiendo y bajando por el desnivel de sus zapatos hasta su cuarto.




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