Romance de otoño

Capítulo 5 ~ Peleas y discusiones.

A la lejanía escucho un sonido que molesta demasiado, fastidia con solo escucharle y que interrumpa mi comodidad. Entreabro los ojos y con mis dedos presiono una pantalla, me recuesto nuevamente.

—Ahorita me levanto—murmuro mientras me cubro con la sábana y la cobija, siento el frío apenas descubro un poco mi rostro.

Me pierdo en mis sueños y siento que transcurre muy rápido el tiempo. Algo mueve mi pierna, abro los ojos y observo a Oliver, parece como si solo hubieran pasado unos segundos. —Liz... ya es muy tarde—escucho a mi hermano.

Aún somnolienta tomo mi iPhone y observo que son las 7:50. De inmediato abro bien los ojos y me causa un escalofrío en el cuerpo. —Mierda...—de un tirón me descubro mis sábanas y me pongo de pie, buscando mis pantuflas. —Debo preparar a Kevin. Ay, no... es súper tarde—comentó mientras mi hermano está de pie junto a mí.

—¿Para qué?—pregunta en un tono sereno.

Me exalto. —¿Cómo qué para qué? Debo llevarlo a la escuela, Oliver—niego con la cabeza y aún ubicándome y tratando concentrarme me preparo para salir de la habitación.

—Ya lo prepare, de hecho yo lo llevaré a sus clases. Yo no tengo escuela hoy—comenta con una sonrisa. —Tu prepárate para que no llegues tan tarde a tu escuela...—comenta mientras me observa con mucha tranquilidad.

Me sorprende bastante escuchar esas palabras de su parte. Mi semblante es muy notorio y el sonríe. En los últimos meses pocas veces le he visto sonreír.

—¿En serio?—inquiero, aún con duda. Para mí sorpresa Kevin se para de pie afuera de mi habitación y está con su uniforme puesto y también su mochila.

—Hola, Liz—me saluda muy sonriente.

—Vaya... hola—le devuelvo el saludo y al mismo tiempo Oliver sale por la puerta, y se prepara para llevarse a mi hermano pequeño.

Kevin se acerca a mi y me abraza. —Que tengas lindo día, Liz—me dice antes de irse.

—Ten lindo día, Kev. Nos vemos en la tarde...—le respondo y le doy un beso en la mejilla.

Me alegra ver que Oli me haya apoyado el día de hoy. Estoy sonriendo mientras ambos se retiran pero después sacudo mi cabeza. ¿Qué hago? Si yo voy tarde. De inmediato corro a bañarme y dejo listo mi uniforme...

40 minutos después...

Corro a toda prisa, sosteniendo fuerte mi mochila al bajar del uber y llegando a la puerta de mi bachillerato.

Es lógico, llegue muy tarde y la puerta está cerrada por completo. Toco al timbre y uno de los guardias se acerca y le llama a la prefecta del bachillerato; Una señora de 38 años de edad. Es súper agradable, pero a la vez muy estricta. Y me causa algo de gracia que mide 1.58 centímetros, es bajita en comparación con el resto, varias veces le he visto llamándoles la tensión a compañeros o amigos del bachillerato que miden hasta 1.85. La mujer es agradable, su cabellera castaño le hace notar. Se asoma y veo su mueca de disgusto.

—Llegaste 20 minutos tarde, Liz—comenta mientras observa su reloj y le pide al guardia que por favor abra la puerta y me permita pasar.

Suspiro y paso por la gran entrada. —Lo siento señora Diana. Es solo que tuve unos problemas y por eso no pude llegar a tiempo, sabe que siempre llego temprano—le comento mientras caminamos por debajo de los árboles.

Ella asiente con la cabeza. —Después de lo que has vivido, lo entiendo Liz. Eres una chica agradable y es una pena lo que te está pasando—responde sin voltearme a ver y mientras llegamos al final del camino, donde se dividen los caminos a dirección y a mis salones.

Yo sonrió. —Gracias por dejarme pasar—comentó antes de continuar en mi rumbo.

Por el rabillo de mi ojo veo que ella me observa. —Liz...—me llama. Yo volteo de inmediato.

—¿Mande?—le veo y espero que me responda.

Ella sonríe. —¿Estas bien?—inquiere.

Yo asiento, un poco confundida. Pero sabiendo perfectamente a qué se refiere. —Estoy bien, señora Diana—sonrió.

—¿Segura?—insiste.

Yo asiento. Aunque me causa tristeza pero evito centrarme en el tema. —Sí. Gracias.

—Si necesitas hablar con alguien, aquí tienes una amiga—exclama con una calidez que abraza.

Le agradezco y ambas continuamos nuestros caminos.

Camino y recorro el pasillo del primer piso. Hay algunos estudiantes fuera, yendo a sacar copias, caminando al baño o simplemente porque salieron a perder el tiempo, conozco muchos que piden permiso para ir al WC, pero en realidad se pasean por toda la escuela. Como si ellos fueran los que comprueban que todo esté en orden.

Subo por las escaleras rápidamente, me estoy tomando mi tiempo observando al rededor y me olvido que voy súper tarde a mi clase, de hecho solo alcanzaré media clase.

Aceleró el paso hasta llegar a mi salón. Me pongo de pie en la entrada del salón. La maestra Daniela se sorprende de verme llegar tarde. De inmediato hace una seña para que pase. —Gracias—contestó mientras rápido me dirijo a mi lugar, siento la mirada de todos mis compañeros. Si quemaran, me hubiesen derretido. Puedo observa a Amy y su séquito de amiguitas, sí de por sí no me sueltan con el tema de mi madre, ahora seguro piensan que paso mis días llorando y por eso llego tarde.

—Me disculpo maestra, no suelo llegar tarde. Es solo que tuve unas complicaciones a la hora de venir—le digo en voz alta.

Ella sonríe. —No te preocupes, Liz. Corregiré en la lista de asistencias—me responde.

No se si los docentes me tienen lastima o que será... siempre he sido una chica agradable y puntual. Le hablo a todos, pero ahora siento que desde que toda la cuidad se entera del video de mi madre; algunos me ven con burla y otros con tristeza.

Uriel me observa. —¿Por qué no contestabas nuestros mensajes?—pregunta mientras estoy acomodando en mi asiento.




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