Romance de otoño

Capítulo 11 ~ Confidente.

Asiento y sonrío, fingida... pero trato de mostrarme abierta. Solo que mi presentimiento no me dice algo bueno. —Somos hermanos, y podemos confiar entre nosotros. Sabes que siempre ha sido así—afirmó mientras estoy atenta mirándole. —¿Qué es lo que quieres decirme, Oliver?...—le inquiero, con suma curiosidad. Creo que hasta mi corazón late rápido... me genera mucha ansiedad. Con tantas cosas que suceden en mi vida, ya no se que esperar... solo espero no morir de un ataque aquí...

Se acerca a mí. —Me iré, me voy a mudar...

Me causa tristeza escucharle y niego con la cabeza. —¿Pero a dónde te irás?, ¿con un amigo?, ¿con la chica que me dijiste?...

Sonríe. —No, Liz. Me voy a Canadá—afirma.

De inmediato me exaltó. —¿Qué? No, Oliver... ¿tú también te irás?—pregunto con preocupación.

Me ve desconcertado. —¿A qué te refieres?...

—Papá también se irá a Canadá, pero solo de visita. A eso me refiero... ya lo confirme por los boletos—recalcó. —No puedes dejarme aquí... y menos en estos momentos—él me toma de la mano y me pide que me siente a su lado. Mis ojos pierden la batalla y dejan salir algunas lágrimas.

—Tengo que irme, Liz—seca mi lágrima. —Lo siento... no puedo quedarme aquí, y necesito que lo entiendas. Yo volveré por ti, cuando logre establecerme en Canadá. Lo prometo—sonríe mientras intenta buscar mi vista.

Se me hace extraño que no parece importarle en lo absoluto que papá también se irá, aunque supongo que a diferente. Pues mi padre solo será de visita.

Entre lágrimas le veo. —¿Por qué nos pasó esto? Nuestra vida era perfecta.

Sonríe. —A veces la vida cambia radicalmente, y debemos esforzarnos por sobrevivir. Y... la vida desde mi perspectiva fue linda por unos años, pero papá en los últimos años no me ha tratado tan bien... así que en parte todo esto... no es tan diferente para mí. Cuando me deprimí y me afecto, fue cuando te miré a ti y a Kevin tristes... allí si pude decir: Nuestra vida es una mierda—afirma. —Si tú te sentías así... era una clara señal que la oscuridad ya nos había invadido, pero cuando veo como te esfuerzas día con día por ayudarnos a mí, y en especial a Kevin. Me hace ver que las cosas mejorarán, sí o sí—sentencia con una voz firme y que me tranquiliza.

—Me destroza, pero en el fondo te entiendo. Comprendo que quieras irte y ya no estar aquí, pero me entristece que me quedaré sola, seamos realistas, papá querrá irse pronto—comentó.

Él sonríe. —Veamos el lado bueno, si te lleva con él a Canadá, estaremos un poco más cerca—bromea.

Rio. —Tonto—le contestó mientras le abrazo. Suspiro. —¿Cuando te irás?

—12 de octubre.

...

—Abuelo...—le abrazo fuertemente al llegar a casa. Suspiro. —Te extrañé, aunque a veces hablamos o vengo a visitarte—sonrió.

—También te extrañé, hija—sonríe. Mi abuelo de cariño me dice "Hija" o "Nena".

Entro en confianza para preguntarle de cualquier cosa. Pues no hay nadie de mi familia, mis tías chismosas a veces suelen ser un problema. —¿Y la abuela?—inquiero.

Mi abuelo me observa. —Tu tía la acompaño al doctor y a la clínica, le harán algunos estudios—comenta mientras estamos en la sala.

De pronto la duda y preocupación me invaden. —¿Más estudios? Ya le hicieron análisis... ¿qué está pasando?—le preguntó.

Sonríe, para que yo me tranquilice. —Que bueno Que viniste hoy, pues quería hablar contigo de algunas cosas. ¿Recuerdas que les ofrecí la casa a tú y a tus hermanos, porque yo ya la había pedido a mis inquilinos?

Yo asiento.

—Bien. Pues al final esos inquilinos me ofrecieron una buena cifra por la casa, accedí. Pero por una razón, espero que no te molestes, nena...

Niego y rio. —Abuelo, no. No me molesta. También quiero eso, que disfruten el dinero tú y la abuela...

Su mueca no muy convencido oculta algo más. —Tu abuela ya comienza a mostrar síntomas de que su enfermedad avanza, por ello tome la decisión de vender la casa y con ello te daré suficiente dinero. De hecho, a ti y a tus hermanos les daré dinero. Aparte por eso mismo...

—Ay, abuelo... no, es que—me interrumpe.

Con seriedad me observa. —Oh, pues—reafirma para que yo le deje hablar. —No me discutas, yo les quiero dar este dinero, esto es parte de mi plan. Saben que siempre les doy dinero... ahora continuaré—suaviza un poco su voz. Me causa gracia, pues siempre hace lo mismo cuando queremos discutirle algo que quiere regalarnos. —¿Recuerdas cuando tu tío Ricardo dijo que tú abuela empeoraría? Por el caso de tu bisabuelo, papá de tu abuela. Creen que es genético la enfermedad, y pues por eso quiero que le hagan estudios. Esperemos que podamos hacer algo a tiempo—finaliza mientras observa al horizonte. Mi abuela lo es todo es para él, y está muy preocupado.

—La abuela estará bien. Lo sé...

Mi abuelo solo me observa con una mirada pensativa.

—¿Y estas pastillas?—le pregunto al ver unas pastillas en la mesa al lado de su sofá.

Las toma con su mano, ríe. —Cosas que he tomado para unos dolores... pero nada más—suspira y me voltea a ver con una sonrisa. —¿Y tus hermanos como están? Todo bien...

Levanto mis cejas. —De hecho no... también iba hablar sobre ello. Oliver se irá a Canadá—reveló la noticia.

La sorpresa en mi abue es evidente. —¿Qué? ¿Cómo que se irá?... ¿solo?

Confirmo sus preguntas. —Creo que tiene un contacto allá, no me reveló mucho. Se irá allá a trabajar, y me dijo que una vez que se establezca podrá llevarme con él. Pero es que, estoy muy preocupada por él—me llevo las manos a mi cabello y las deslizo sobre el mismo. Mi abuelo me abraza.

—Estará bien, es un chico inteligente. Se había tardado en querer independizarme, la vida que lleva con tu padre, al menos para él, no es tan buena que digamos. Con más razón quiero que le lleves el dinero, de algo le servirá—acentúa.




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