Romance de otoño

Capítulo 17 ~ Un reinicio.

El silencio que invade la casa es extraño, siempre había alguien... ahora estoy sola. Termino de cambiarme para ir a bachillerato. Voy con buen tiempo después de haber faltado un par de días... pido mi transporte y me dirijo de nuevo a mi vida. Pues al final de día, la vida sigue.

Cierro con llave mi casa. Mientras espero que un auto llegue a por mí, reviso las redes sociales, puedo ver una fotografía donde mamá ya salió de viaje. Está ella, Alan y mi hermano pequeño. Kevin sonríe un poco en la fotografía, al menos sé que no está tan mal, ahora solo me queda esperar una llamada.

Bajo un poco la ventana mientras observo al trayecto a la institución. Realmente me siento diferente, quizás un poco sola... pues tengo a mi familia por parte de mi madre, pero no les frecuento demasiado. Hoy le llamaré a mi abuelo. Necesito hablar con él y mi abuela. Aunque ella cada que hablamos es un poco más distraída a la última vez.

El chofer me anuncia que hemos llegado al destino. —Gracias. Buen día—bajo del auto.

La primera que me espera es Camila. Se acerca y me abraza. —Por fin volviste, comenzaba a sentirme incompleta—besa mi mejilla mientras estamos abrazadas.

Uriel se acerca y nos observa, lentamente saca su dispositivo móvil y nos fotografía mientras sonríe. Una chica pelirroja y de cabello oscuro se acercan.

—Al fin regresaste. Miramos una fotografía que subiste con tu hermano, no quisimos molestar ayer porqué queríamos darte tu espacio—añade Melissa con una voz suave, mientras me ve feliz de que esté de vuelta.

Camila sonríe. —Yo estaba a punto de llamarte—agrega mientras está a mi lado.

Yo sonrío mientras observo a mis amigas y a Uriel. —Fue un día extraño. O sea, feliz porque conviví con mi hermano, creo que tenía mucho que no vivíamos algo así... pero triste porque ya se fue. Eso es deprimente, porque pues estoy sola... ventajas: Tengo casa sola—guiño el ojo.

Alejandra les lanza una mirada traviesa. —¿Saben lo que significa?...—inquiere mientras nos observa.

Uriel levanta su mano. —¿Que Liz es la dueña temporal de la casa?...—

Camila le da un golpe en su cabeza. —No digas estupideces. Significa que tenemos un lugar donde tener sexo—complementa.

Yo suelto la carcajada. Con mis manos niego, al igual que con mi cabeza. —Ni empiecen con sus cosas. No convertiré mi casa en un lugar de fiestas y un motel—me niego entre risas.

Alejandra sonríe. —Era broma... pero quizás no—me lanza una mirada seria. —Era una broma—finaliza.

Comenzamos a caminar para ingresar a nuestro salón. —Genial... ¿y ahora qué harás ya que estás sola?—me pregunta Uriel.

Encojo los hombros. —Mantener la casa limpia, solo serán 2 o 3 semanas. Luego se venderá y quizás parte del dinero ciertas cosas, termine en mi bolsillo. Me ayudará para la renta—explicó mientras sostengo mi mochila con mi mano derecha.

Alejandra se sorprende. —¿En serio esos son tus planes?

Camila se adelanta. —Lo siento, pero tu mamá es una bruja. El quitarte la casa y dejándote rentando... eso es malo. Puedes venir conmigo—expresa emoción por su idea de ir con ella.

Niego. —En parte es para pagar deudas y cosas así. Creí que su nuevo novio le daría todo el dinero para eso, pero creo que quiere que papá sacrifique algo. En fin, ya da igual. Tengo dinero para pagar una renta algo menos por un año o más, suficiente para establecer mis planes.

Melissa me ve con preocupación. —Anoche pensaba en ti. Eres el claro ejemplo de cómo la vida cambia muy rápido de rumbo, todo pasa tan rápido. Pero lo bueno y que tienes a tu favor, es que nos tienes... y te apoyamos—afirma mientras continuamos avanzando, y me envuelve con su brazo.

Veo a las chicas y a Uriel. —Gracias...—respondo. —Veré cuantas vueltas da la vida... además que le prometí a mi hermano pequeño que volvería conmigo, y quiero cumplir esa promesa—acentuó mientras ingresamos a nuestro salón.

Camila coloca sus cosas en su asiento. —Él realmente es muy unido a ti. Ojalá que pronto se reencuentren, sé que es lo más quiere—agrega mientras está frente a mí, recargada en uno de los pupitres.

Melissa y Alejandra están hablando cerca de la entrada, veo que mi amiga pelirroja alza su mano. —Te buscan, Liz—me avisa. Yo husmeo para ver quién es, pero no distingo bien, los demás alumnos continúan llegando.

Coloco mi mochila y dejo una libreta de fuera. Camino a la entrada del salón y veo a Izan. Con su cabello ondulado, pero corto a la vez. Está sonriendo mientras me espera afuera de mi salón.

—No puedo creerlo que ya hayas vuelto... ya casi perteneces al área de visitas—le digo al verle de nuevo en la institución.

Suspira mientras observa al redor. —Hasta me siento un poco extraño aquí. Pero en fin... te mandé mensajes ayer pero no respondiste. ¿Cómo estás con todo este ajetreo?—me pregunta. Bastante ansioso porque le responda.

Con mi mano hago una señal de "mas o menos". —Papá se fue y mis hermanos también. Soy una chica solitaria en esta ciudad... aún en la última instancia, mi papá trató de convencerme que fuera con él, pero me negué. Fue difícil ver cómo se iba, aunque volverá... pero sé que vuelve solo pares trámites y se irá—respondo mientras me recargo en la pared, le me sigue mientras siente y me escucha.

—Carajo. Eso es triste... pero sabes que si necesitas algo, o quieres ayuda para lo que sea, tienes mi número. Sabes que siempre estoy pendiente... ahora respecto a que estás sola, realmente no lo estás. Si ves a tu al rededor... con sus manos señala a Melissa y Alejandra charlando. Uriel y Camila volviendo de la dirección. —Te darás cuenta que aquí están personas a las cuales les importas. Y obviamente me incluyo en esa lista, por sí hacía falta. Siempre que te veo, eres el reflejo de algo extraordinario que está por evolucionar...—explica y me halaga al mismo tiempo que suena el timbre. —Te veo en receso... Regina estará conmigo porque me pasará unos apuntes, que se supone debía haber en casa... pero ya ves—guiña el ojo mientras se retira.




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