20 de octubre.
Hoy es viernes. El fin de semana se puede sentir y con ello el último día de clases de la semana.
Estamos charlando mientras el receso transcurre.
Yo aprovecho y toco el tema. —Creo que podría cobrarte por ser tu enfermera—bromeó.
Él ríe. —Diría que el servicio fue un... 3.5 de 5. Falta por mejorar pero la enfermera no lo hizo tan mal—responde mientras intenta contenerse la risa y me observa con un rostro que hace que yo me ría.
Le golpeó un poco su hombro. —Para la otra la enfermera te tratará mejor, mucho mejor—expresó con sarcasmo.
Él se limita a reír. —Estoy bromeando, sabes que fuiste muy buena. Me sentí en una clínica de primer nivel...—agrega intentando arreglar la primera frase que salió de su boca.
Izan me observa mientras estoy frente a él. —Tus amigas están muy entretenidas con el chisme, ¿verdad?—sonríe y voltea a verlas y ve que están en grupo charlando.
Yo igual les veo. —Sí. Eso parece—sonrió al verles mirando las pantalla de uno de sus smartphones.
Mientras veo que ellas estaban entre risa y charla, un sonido de llamada proviene del bolsillo del jean de mi Izan.
Él toma su dispositivo. —Ahorita vengo—. contesta la llamada y se aparta un poco para hablar.
Uriel camina un poco hacia mi, entre risas se acerca. —¿Ya dejaste de noviar?—pregunta.
Le lanzó una mirada aguda. —No molestes—contestó. —¿Tú ya dejaste de chismear?—le devuelvo la pregunta.
Sonríe un poco. —Algo... las capturas de pantalla que nos mostraron realmente es muy buen material. Son entretenidas, ya ves que la especialidad de Camila y nuestro grupo de amigas, es eso... chismes, esta generación está perdida...—niega con la cabeza mientras las observa con decepción. Según, porque sabe que es igual que ellas.
Lo sacó de sus pensamientos al darle un golpe en su cabeza.
Volteó con Izan, se le ve muy serio y sorprendido después de llamada.
Me aparto. —Creo que ya te vas—escucho que dice mi mejor amigo mientras me alejo. Volteó y solo hago una señal con mi mano. "Espera".
Me acerco, y alcanzo a escuchar a Izan decir: "Ahí estaré, mamá. Lo siento mucho". cuelga la llamada y voltea conmigo, rápidamente cambia su semblante de seriedad a una sonrisa, que es más falsa que que la paz en el mundo.
—¿Sucede algo?—le preguntó mientras intento buscarle la mirada.
Niega con su cabeza. —Todo está bien—da unos pasos frente a mí.
Yo le tomo del brazo antes de que se retire. —Izan, ¿qué pasa? Tengo el presentimiento que algo sucede.
Él suspira y voltea. —No me gusta contar las tragedias de mi familia, no soy muy así. De hecho iré a la dirección porque me iré... ni quería decir nada—contesta con un tono apagado.
Le escucho. —Comprendo. ¿Qué fue lo que sucedió?—interrogó mientras me acerco a él.
—Un hermano de mi madre falleció. Yo no eran tan cercano a él, pero obviamente duele. Sinceramente voy a mi casa, porque mi mamá y él, eran muy unidos. Así que debo apoyarla—sonríe mientras aún sostiene su smartphone y escucho que llega otro mensaje.
Me acerco para abrazarle. —Lo siento. ¿Quieres que te acompañe?—inquiero después de que me aparto de él. Aunque no sé ve que sea alguien que quiera que le acompañen.
Niega. —Lo agradezco. Pero ahorita iré a casa para estar con mi madre, no sé cuándo será el velorio y demás. Te mando mensaje más tarde, gracias—se acerca para besarme la mejilla y después irse. —¡Más tarde hablamos, Liz!—agrega cuando ya está un poco más lejos.
Uriel es el primero en acercarse después de ver la escena, seguido de él, viene Camila.
—¿Qué pasó?—se muestra muy inquieto.
Continuó mirando como Izan se aleja. —Falleció su tío, por eso le llamaron para que vuelva a casa. Dijo que iría con su madre—contestó a la duda de Uriel.
—Mierda. Eso está feo—agrega él con una mueca de sorpresa.
Camila llega, pero ya alcanzó a escuchar lo que hablaba con Uriel. —¿Qué sucedió con Izan?—pregunta.
Nuevamente explico. —Su tío falleció y le pidieron que vuelva a casa. Y pues se fue, dijo que más tarde me mandaría mensaje—finalizó mientras la campana para volver a nuestros salones, suena en todo el plantel.
Ella levanta sus cejas después de escuchar. —Rayos... que mal—dice mientras caminamos de nuevo al salón junto a los demás de nuestro grupo.
Al salir de nuestras clases, al final del turno. Me dirijo y preparo para tomar mi Uber, pero Camila y Alejandra se adelantan, y me ruegan para que vaya con ellas, pues la madre de Ale pasará por ella en auto y pueden llevarme. Aunque me opongo en un inicio, pero al final del día es una buena idea. Ademas que si después del problema, mi papá algunas veces venía por mí, pues ahora ya no viene nadie.
Abro la puerta del vehículo, me subo en la parte de atrás y saludo. —Buenas tardes—sonrío. Mi amiga Camila se sube a un costado mío y Alejandra en frente.
Me colocó el cinturón y naturalmente suspiro mientras tomo mi iPhone.
Camila se percata. —¿Qué harás mañana? Si quieres podemos ir a tu casa—levanta su mano. —Juro que no haremos destrozos. Lo único que queremos, es estar contigo y pasarla bien—exclama con seriedad, mientras se contiene las ganas de reír.
Yo sonrío. —Nada, pueden ir. Yo estaré encantada de tenerlas de visita—contestó con una voz suave.
Alejandra voltea con su madre, y como era de esperarse, porque nos conocemos desde hace años, le dan permiso.
Mientras despierto la pantalla de mi dispositivo, recuerdo que no estoy por completa segura si estará disponible. Pues con el reciente suceso de Izan, no sé si estaré con él, eso quiero; pero no estoy segura de que quiera él.