Las hojas caían lentamente, arrastradas por el viento frío que anunciaba el otoño. En casa, el silencio pesaba más que nunca, y cada rincón parecía guardar secretos que nadie quería enfrentar.
Liz apretó el teléfono contra su pecho, mirando la pantalla con un nudo en la garganta. Un video que había destruido su mundo circulaba ahora en todas partes. La infidelidad de su madre, la ruptura de su familia, y el peso de cuidar a su hermano menor Kevin descansaban sobre sus hombros.
Era el primer día de bachillerato, pero para Liz, no había lugar para la esperanza ni para la normalidad. Solo quedaba la lucha por mantener todo unido, incluso cuando todo parecía desmoronarse a su alrededor.
El otoño no solo pintaba de colores las calles, sino también su vida, con matices de dolor, valentía y, quizás, una oportunidad inesperada para sanar.