Romance de otoño

Capítulo 37 ~ Estrellas de diciembre.

Seguro las chicas me miran y se cuestionan qué sucede conmigo, pero los tiempo cambian. Me acerco a Amy, ella apaga la pantalla de su dispositivo y sonríe cuando me ve llegar. —Hola, Liz—saluda con calidez.

Le devuelvo el gesto. —Hola, Amy. ¿Caminado sola?—cuestionó al no ver a su grupo de amigas. En especial a Sofía.

Ella se acomoda su cabello. —Justo le enviaba mensaje, no sé dónde podrá estar esa loca, aunque ya no hablamos tanto... me preocupa que no venga a clases—responde mientras me observa. Se ve confundida.

Yo guardo silencio y curvo un poco mi boca. Me deja pensando su comentario. —Que curioso, creo que estas como yo... No sabemos dónde está Camila, aunque su madre está enferma. Creemos que quizás se quedó a cuidarla—agregó mientras desbloqueo mi iPhone para preparar la llamada.

—A veces las personas les gusta perderse, no se dan cuenta que nos preocupan—se acerca y besa mi mejilla. —Me tengo que ir, Liz. Cuídate—se despide y da la vuelta, para frenarse unos pasos después. —Te mando mensaje para que salgamos...

Me quedo congelada por un momento, todo pasó tan rápido. De pronto actuó y me acerco a ella. —Muchas gracias por tu regalo, era lo que quería agradecer... pero no pensaba que te fueras tan rápido—sonrió mientras ella me observa con calidez.

Niega con la cabeza. —No fue nada... y no, no es que me quiera ir. Solo que me esperan...—comienza a reír. Sabes que siempre recuerdo el cumpleaños de mi mejor amiga—guiña el ojo. —Espero que te haya gustado, creo qué... no quedó perfecto, pero sí muy bien, me esforcé—explica de forma sincera.

Yo me acerco y le abrazo sin previo aviso. Entre risas y dejado escapar algunas lágrimas. —Muchas gracias... me encantó y sí, sórdido tu esfuerzo, amiga—le aprieto fuerte. —Y sí, recordé cada uno de los momentos que mencionaste... lo que toca el alma jamás se olvida—murmuró.

Siento su respiración honda, intentando aguantar las ganas de llorar. —Esas vivencias, se quedan para siempre—responde.

Descansó un poco sobre su hombro. —Te quiero mucho, amiga—me alejo un poco de ella y sonrío. —Y me alegro que las cosas entre nosotras mejorarán. Fueron años extraños. Tener mejores amigas creo que es importante—hago énfasis en ella y Camila. Beso su mejilla. —Besito de amigas por siempre—suavizó mi voz al ver que sus ojos se cristalizan.

Cuando me aparto de ella, toma mis manos. —También te quiero mucho... obvio no hace falta decirlo, pero quería hacerlo. Y sobre mi propuesta... estaría cool salir un día de estos, quisiera en serio—propone enérgica.

Yo por supuesto que asiento. —Encantada... tu me avisas y salimos—levantó mis hombros y sonrió.

Ella se aleja, con sonrisas nos despedimos. Le observó perderse un poco entre los alumnos que se retiran.

Bajo la mirada y lanzó un suspiro al viento. Camino hacia mi novio y mis amigas, veo que charlan antes de que me acerque a ellos, apenas me acerco se disipan las voces...

Yo les miro a ambas. —Déjenme adivinar... ¿Estaban chismeando mientras estaba con ella?...—volteó a mirar a mi novio.

Él sonríe y levanta sus manos, baja su mirada e intenta no responder.

Melissa levanta sus manos. —Está bien, está bien. Admito que sí estábamos hablando de ella... diciendo qué...—observa a nuestra amiga de cabello oscuro y ondulado.

Se queda en silencio por unos segundos. —Ay—bufa. —Ya estás reemplazando a Camila, eso dijimos... pero obvio que era broma—su semblante cambia radicalmente a uno que transmite ternura.

—Están locas... las dos. No reemplazo a nadie... además ella...—volteo sobre mi hombro. —Es una buena chica—miró a ambas. Después finalizó en mi novio. Él me regala una sonrisa y asiente. Como siempre me apoya. —Voy a llamar a Cami—avisó cuando presionó el botón para tratar de ubicarla.

Escucho que suena varias veces, pero ella jamás responde. Los mensajes siguen sin leerse y mucho menos sin responder.

Veo la pantalla y me muestro indecisa. —No sé qué puede estar haciendo... pero—alzó mi vista. —Iremos a su casa—asiento.

Melissa asiente. —Una vez buscando a esa loca... quien sabe en donde se habrá metido esta vez—comenta segura de acompañarme.

Alejandra sonríe. —Nueva aventura en busca de nuestra amiguita Camila...—se coloca su mochila. —¿Caminando y charlando? O en Uber...—inquiere.

Izan está a la expectativa. —Como gusten...

Melissa se adelanta. —Caminando... y charlamos en el camino...—propone.

Ale levanta su mano. —Y compramos café... sí... café—asegura Alejandra con cierta emoción.

Mi novio solo se limita a observar, pero comprendo lo que quiere decir.

Meli sonríe. —Y... es por eso que las adiciones son malas—levanta los hombros y antes que nuestra amiga pueda contestar, se coloca bien su mochila. —Vamos... una aventura más—

Iniciamos este camino con rumbo a la casa de Camila.

Voy tomada de la mano con Izan. El viento frío de noviembre está presente. Melissa y Alejandra a mi lado, entre risas por las bromas que le hace mi amiga pelirroja a la chica amante del café, exponiéndola como una adicta.

—Yo tenía una tía que bebía mucho café, le encantaba—exclama Izan.

Yo le observó. Capta la atención de Ale. —¿En serio? ¿Y qué edad tiene?

Él guarda silencio por 3 segundos mientras caminamos. —Murió joven... por el mismo motivo—expresa con una voz apagada.

Mi semblante cambia de inmediato. —Ay...

Ambas amigas se quedan en silencio. —Bueno... al menos eso reafirma mi teoría del café—argumenta con una voz incómoda. —Aunque lo siento por tu tía...—agrega.

Él comienza a reír, mientras observa a ambas. —Estaba bromeando... mi tía sigue viva. Le encanta andar creando chismes en la familia... le encanta el café, pero ella dice que no hace daño. Realmente jamás he investigado si es malo...—contesta.



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En el texto hay: romance, amor, cambiodevida

Editado: 21.12.2025

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