Ruidos en la noche

Treceava Noche


Katherine

El polvo y las memorias de todos aquellos que habían vivido en la casa nos rodearon, miles de cajas y muebles que preferían ser olvidados. Me acerqué a Thomas sin saber que hacer, se encontraba sobre el frío suelo de madera del ático porque su cuerpo débil estaba llegando a su límite a causa de la oscuridad que residía en el lugar. Levanté la vista hacia la pequeña ventana y recordé que aun seguía oculta detrás del gran mueble de roble que solía estar en la biblioteca, pero de algún modo esperaba poder visualizarla, aunque afuera no hubiera nada…

Recordé a la señora Holland en aquel momento, justo cuando hubo un golpe en la puerta. Con renuencia, deje a Thomas allí, tendido en el suelo y corrí por las angostas escaleras, porque sabía que la señora Birmingham había venido a visitarme.

—Señorita Collingwood —dijo en modo de saludo.

—Quiero que te la lleves, saca de aquí a la señora Holland —le dije rápidamente.

—¿Y qué hay del chico? —La vi fruncir el ceño.

—Ambas sabemos lo que va a pasar… —Susurré.

Ella se despidió sin decir más, después de todo no éramos conocidas por tener largas conversaciones. Subí las escaleras de a dos escalones y me situé al lado de Thomas, posando su cabeza sobre mi regazo y acariciando su cabello.

—Desearía haber tenido más tiempo, era tan fácil olvidar la realidad cuando estábamos juntos, pero no quiero este destino para ti… Una vez leí que si amas a alguien, debes dejarlo ir —murmuré mientras el sol salía y me preparaba para decir adios.

 

Thomas

La mujer caminaba por el bosque pantanoso, seguía la pista de alguien con desesperación y lloraba. Ella estaba sufriendo porque le habían arrebatado aquello que más amaba justo cuando finalmente lo había encontrado de nuevo. Trate de consolarla, pero no quería ser tocada o que alguien sintiera lástima de ella.

—¿Dónde está mi bebé? —Me preguntó y sentí la oscuridad rodearnos, pero no tuve miedo, porque no estaba solo.

Abrí mis ojos muy lentamente y encontré a Katherine allí, observandome desde arriba con sus cabellos dorados y sus ojos encantados. Era la mujer más hermosa que había visto en toda mi vida. Levanté mi mano como si mis ojos no pudieran creer lo que veían y toque su mejilla sonrosada pero fría. Puede que lo haya sabido desde el principio, la verdad de su existencia.

—Eres hermosa… —dije de repente. —Mi madre —me levanté de golpe recobrando el sentido. —¿Qué hora es?

—Ella está bien —me aseguró.

—Pero… —No terminé mi oración porque su expresión llena de seguridad me convenció de poner aquella preocupación a un lado y enfocarme en una cosa.

—El sol ha salido, estamos en una zona segura —ella susurró con la mirada perdida en un costado del ático y de pronto, hasta yo esperaba encontrar algo allí donde Katherine miraba. —¿Qué piensas hacer ahora Thomas? —Se volvió a mi con mirada penetrante.

—Debo descubrir el misterio, de eso se trata todo esto… —Respondí. —Katherine… No sé si debería preguntarlo pero… —Las palabras dejaron de salir sin mi permiso, mi cerebro se volvió un caos lleno de preguntas cuyas respuestas temía escuchar, la mayoría de estas estaban relacionadas con la chica que se encontraba frente a mi.

—No hará ningún daño preguntar —dijo sin inmutarse.

—Pero lo cambia todo… —Murmuré con decepción.

—Thomas —dejó salir un suspiro lleno de tristeza. —¿Encontraste algo en tu viaje? —Preguntó tratando de cambiar el tema de conversación.

—Algunas cosas sobre Eleonor y su relación con… Tu padre —sentí un nudo en la garganta cuando lo dije. —He hablado con él, pero no pudimos terminar nuestra conversación.

—¿Qué te dijo? —se acercó más a mi.

—Aun estoy tratando de encajar las piezas del rompecabezas, pero según lo que dijo… Puede que realmente no seas su hija —dije de repente.

—¿Qué quieres decir? Explicate —instó.

—Él dijo que solamente ha tenido un hijo y fue con Eleanor, tal parece su esposa le mintió sobre algo que es posiblemente sobre ti siendo su hija. Además por la forma en que se refirió a Eleonor y su hijo en común, creo que el bebé era una niña y de algún modo ella no murió cuando era bebé sino a una edad más adulta —, Le dije toda la información que había reunido.

—¿Y si encuentras a la niña podrás terminar con toda esta maldición? —Preguntó dubitativa.

—Eso creo… —Hasta yo me lo preguntaba.

—Teniendo todo ello en cuenta, ¿Cuál es el siguiente paso a seguir? Me preguntó con suma seriedad.



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En el texto hay: fantasmas, horror, amor dolor y muerte

Editado: 03.05.2018

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