Rw

4


No fui a la fiesta. ¿Un error de cálculo o fue mi propia decisión? No me arriesgaré. Fumo marihuana y las provisiones disminuyen cada vez más. Me quedare sin nada, y probablemente, enloquezca, y termine en las peores, pidiendo morfina en los pasillos de algún hospital.

 

Sí fui a otro festejo, cerca de donde se queda Sabado, y me disfracé de un ex presidente norteamericano con playera hawaiana y pantalones negros. Bailaba y Kevin anda molesto, cruzado de brazos, en traje de súper héroe, o una cosa así, bloqueando la entrada de la valla, lleno de cólera e irritabilidad juzgadora, y es que terminó peleándose con Rodrigo, que se burló de su baja estatura, y pues nada, es cierto y el tipo lo calmo entre su estupor extraño marginado. “No le hagas caso viejo”.

 

Bebí del cáliz de la maquinación de las brujas esas, que bailaban y se arrimaban cuando tomabas tu trago de la cocina, en donde Tadeo probaba los humos de la bonga, y aquella mujer salía a la parte trasera de la casa, a aspirar coca con los amigos de Baltazar.
 

—Deberías de evitar meterte esa basura —dijo Rodrigo después de pescar esas pastillas debajo del sillón.
 

—¿A ti que mierda te importa? —le replicó y pasó a verme seriamente, posteriormente me trajo para sí y me llevo dentro de la casa, a las luces verdes, azules, anaranjadas y rojas en la oscuridad, en donde prosiguieron bailes primarios, y después vuelta al baño sin más que hacer que lo qué hay que hacer.
 

Son energías que provienen y desfallecen en la nada, aunque ella abrace mis caderas desabrochándome el cinturón y los jeans. A lo qué el sexo oral parece bien por el momento para salirse de ahí. Y no solo del baño extraño, sino de la casa y la fiesta misma.
 

Mendigar con la botella en el vecindario, medio perdido de los bullicios, festejos y demás mierdas de la noche. Cierto era que había gente disfrazada a fuera, y los fantasmas, tan populares en estos años, flotaban en parejas, grupos, en solitario o de infiltrado.
 

Las risas de la malicia aparecen en la esquina con más actividad, en donde solo encuentras enmascarados nocturnos silenciosos, sonrientes, calabazas y calaveras; la villanía y la risilla. No se entregan muchos dulces este año, y escucho el sonido de la avioneta en lo alto, junto a una sierra lejana, y un martilleo constante.
 

Es el campo y es de mañana. Concretó quedó el ritual del festejo, pero traigo el arma y un pañuelo con sangre tibia entre las manos.

 

El escenario es curioso, no hay nada alrededor; un lote vacío sin secreciones algunas. Musgo en el concreto, y ya era primero de noviembre, otra rotación y resonancia de los acontecimientos, desde que la memoria se convirtió en alguna especie de registro, que nos droga con un sentimiento, y nos hace tener reacciones naturales, y curiosamente ordenadas en el cerebro. Nos dice aquí y allá; allá y ahí, y ahí en nada. Todo es particular desde ahí. Se saboteó una esperanza, en uno de los confines de los estratos mayores, y se me ha acabado el producto sustentable.

 

Ya era hora. De aquí a la tumba limpio como un ciudadano ejemplar. Se acabo y estuve desecho por las infracciones cometidas, y lo consiento con hierba del inquilino del frente. ¡Qué coincidencias! En mi mismo motel se hospeda el traficante. “¿Enserio?”, “¡Sí!”.
 

He mantenido mi peso insospechadamente, aunque me siento fatal. Me deparó para las sospechas estimadas, y no consulto al médico. También noté que el revólver traía cinco balas ahora, y había sido disparado una recientemente por la pólvora del cañón. No recuerdo nada de ello naturalmente. Un blackout sorpresivo, como los que nunca en la vida había tenido.
 

Se cambió el Tenis por el golf, Wachosky entiende, y se usa el carrito del club, y algún idiota anda tras de nosotros ocupándose de los palos, y ciertas diligencias que les son encargadas por el hombre de la polo azul. ¿Quién? No lo sé, no entendí su nombre cuando me lo presento, pero bebía whisky y fumaba puros en los largos tramos por el campo, y luego tosía sangre en la cena, y su voz era rasposa. Se fue al hospital, pero tardo en irse. “Sí, sí, estas sangrando”, le decía, y Wachosky hacia traer al personal para que llamara a emergencias.
 

Fui a vomitar al baño. No manejo bien las salpicadas de secreciones de otros seres hijos de puta.
 

No lo tolere, se lo dije a Wachosky, le dije que necesitaba darle una lección y lo hice, cuando apenas salió del hospital. Nada grave, lo bateé y volvió la sangre. “Carajo... “, murmuró algún imbecíl de traje, y le saque los dientes y un cheque de cincuenta mil. Nada en realidad, una propina como acordamos yo y Sabado, poco antes de sacarle el alma con el bat. Se calmó cuando le nombré a la familia y hasta a la perrita de la casa. Les cortaré el puto cuello, y Sábado vigila y le da esa patada en el rostro, como un jugador profesional de soccer.
 

Me lleve sus puros y los fumamos ya en casa de Baltazar. No estaba; era costumbre, y adquirimos un par de navajas con uno de sus amigos, y dosis requeridas de energía. Luego nos fuimos del lugar, me dijo que necesitaba recoger unas cosas; un arma sencilla que compró él, a dos cuartos de mi cuarto de motel. No se destaca aquí, era un arma común supongo, y el traficante era un hombre de unos setenta años más o menos, y traía sombrero negro tejano, y Sabado me habla poco después de salir, sobre el cargamento de jane, empaquetado al «crudo», por ojos rasgados.
 

Poco después, me enteré que utilizo el cheque para pagar la mercancía, que ya había cobrado del bastardo del club.

 

—Alright.
 

—Alright.
 

Escucho, y veo cómo cierran el trato, y el asiático sonriente, y Sabado indiferente.

 

Yo espero en una esquina de la habitación, y observó al otro oriental en la esquina, quieto y asesino.
 

Tuve que admitir que el plan de vender la mercancía no me sonaba mal, bajo las circunstancias que me abrigan ahora. ¿Cuánto tiempo me queda? No, es un conductor de muertes moralistas. Dos kilos, es algo. Pagamos en dólares, y resulta que la droga no es de los nipones estos. Ellos la adquirieron y la vendieron tan solo; un golpe de suerte. No se pregunta de donde viene, pero uno intuye que es del cargamento confiscado hace varios días por la costa, apareció en las noticias; “Un triunfo policial” y “Eficiencia estatal y municipal” perfilan en todos los medios, y la heroína y cocaína que vienen en toneladas, están confiscadas en alguna parte. Evidencia y destrucción, ¿quizás?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.