Las épocas festivas eran muy comercializadas para la mayoría de empresas en Seattle, en todo el mundo, mejor dicho, las telecomunicaciones se mantienen más activas que nunca y en Nikiforov Enterprise Holdings Inc., una empresa dedicada a las tecnologías de la información y la comunicación teniendo como asociados a más de la mitad de empresas en todo Seattle se mantenía igualmente de activa como en el resto del año. El jefe fundador y playboy Víktor Nikiforov es considerado uno de los millonarios más jóvenes con tan solo 25 años, de nacionalidad rusa tiene un atractivo físico envidiable por muchos otros empresarios.
Su cabello es de color gris platinado, tes blanca, ojos azul cielo, labios delgados y con la nariz respingada, con un metro ochenta y tres y un cuerpo muy bien trabajado hacen de Víktor entrar en la lista de los veinte más sexis según una revista local. Sus orígenes provienen de una familia de clase media alta, su padre trabajaba como gerente de un banco y su madre era maestra de idiomas ya que hablaba fluidamente cinco idiomas, fundo su empresa a los diecinueve años usando los ahorros de su universidad y aunque al principio fue difícil al final pudo sobresalir entre todos con la torre azul, como le conocían. Una vertiginosa estructura de setenta pisos y todos ellos dedicados a mantener al día a todas las empresas asociadas, como todo hombre de negocios su oficina estaba habitada en el último piso, un espacio amplio que compartía con sus oficinistas y secretaria que mantenían todos los documentos en orden.
Como su mano derecha y mejor amigo tenia a Christophe Giacometti que era el director de operaciones de toda la empresa, un rubio alto de ojos verdes encantadores, el se aseguraba de que todo fuera marchando como debía y ambos se mantenían en constante comunicación para llevar a la empresa al lugar deseado.
Como cada año se hacían fiestas de caridad para brindar su granito de arena a los que mas lo necesitaban, Víktor era un hombre que estaba involucrado en los programas de becas universitarias y anualmente dona cien becas completas a diferentes facultades, eso no le impide hacer presencia en los bailes de caridad que organizaban otras empresas, aunque siempre terminaba aburrido y quejándose de algunas cosas.
- Quita esa cara o el año que viene no te invitaran.- dijo Chris al verlo serio observando a todos.
- Me harían un favor, las fiestas que organizo no son tan aburridas.- resoplo moviendo su flequillo que caía sobre su ojo izquierdo.
- No todos tienen tu creatividad y buen gusto.- dijo sonriendo mientras veía pasar a un joven que también quedo prendido de sus ojos verdes.
- Podrías dejar de ser tan acosador.- dijo Víktor tomando una copa de champaña.
- No es acoso cuando te ven y te quieren devorar.- sonrió aun mas sin quitarle los ojos al chico.
- Pareces perro en celo.- le dio un codazo.
- Soy lo que tu deberías ser mi viejo amigo. - le dio un trago a su bebida.
- ¿A qué viene eso? - alzo una ceja curioso.
- Bueno la última vez que te vi una pareja fue cuando tenías veintiún años, eso significa que tu virginidad volvió. - los ojos verdes le brillaron con burla.
- Para empezar, hay virginidades que aún conservo y que planeo conservar hasta la muerte, segundo y más importante... aun no encuentro a la persona indicada para darle mi corazón. - dijo mientras tomaba un bocadillo de uno de los camareros que pasaba por ahí.
Amaba el sabor al chocolate y sobre todo si este era amargo y se mezclaba con almendras, lo que tomo era eso precisamente, una fresa cubierta con chocolate amargo y unas láminas de almendra con chocolate el sabor en su boca fue la gloria misma.
- ¿Que tal a mí?- pregunto el rubio juguetón- Tu y yo haríamos hermosa pareja. - le guiño un ojo.
- Dejarían de conocerme como como Víktor Nikiforov y pasaría a ser Víktor el cuernos de alce Nikiforov.- escucho al rubio soltar una carcajada.
- No puedo contigo...- dijo terminando la copa de champaña de un trago.
- Ni aquí y ni en ningún lado. - los ojos verdes le vieron con expresión de sorpresa mientras el desviaba los suyos hasta la mesa de banquete.
Por fuentes confiables sabía que el anfitrión de esa noche había contratado a la escuela culinaria donde su hijo asistía para preparar los postres que se servirían esa noche, no le extraño ver a chicos jóvenes ayudando en la mesa a todos los curiosos y hambrientos que se acercaban a ellos, pero algo llamo su atención, un chico de cabello negro y que usaba lentes, era el que tenía la sonrisa más amable entre todos los que estaban ahí.
- ¿Que postre se te antoja? - pregunto Chris cerca de su oreja al notar su mirada.
- Un durazno cubierto de chocolate. - sonrió y sus ojos brillaron.
Si algo le sobraba a Víktor a parte de dinero era seguridad en si mismo, decidido camino hasta la mesa y Chris curioso de saber lo que su amigo haría lo siguió.
- ¿Que le gustaría probar? - pregunto un chiquillo rubio con un mechón rojo al frente.
- Solo estoy curioseando los postres. - respondió Víktor caminando cerca de la mesa rumbo a su objetivo.
- Buenas noches...- dijo una voz suave y con un deje de timidez- ¿Algo que se le apetezca probar?- pregunto el chico de lentes con la sonrisa más dulce que alguien le haya dedicado antes.
- Por curiosidad ¿Que son esos? - señalo unos canapés.
Era obvio lo que eran, sin embargo, marco más su acento esperando que el chico no lo viera como idiota y funciono.
- Es un canapé con salsa de durazno. - respondió el chico.