Sabor Vainilla.✓

1.–Good Girl.

Esta historia está SIN CORREGIR, por lo tanto contiene algunos errores, pido disculpas y espero disfrutes la lectura.
Muchas gracias por llegar aquí.

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El destino es cruel, egoísta y mentiroso. O tal vez lo son las personas, aún no estoy muy segura de eso.

De lo que sí estoy segura es el hecho que muchos vivimos con dudas, corazones de hierro, inseguridades y sonrisas inciertas, pero seamos sinceros, es parte de la vida ¿No?

Pero cuando le hacemos daño a las personas que queremos por esas misma razones, nos preguntamos: ¿Es el destino, la vida o nosotros mismos los crueles?

Y tal vez lo que estás a punto de leer te de las respuestas a estas preguntas, o me las de a mí, a lo mejor, cuando sepas la historia completa te ayude más a ti que a mí, tal vez ni siquiera le prestes atención.

Pero siempre recuerda: Debes ponerte a tí, tus ideales y sueños por encima de cualquier miedo o inseguridad. Debes luchas contras las personas crueles y que no soportan verte brillas, debes intentar hasta alcanzar tu objetivo.

Y, aunque suene cruel, debes hacerlo incluso por encima de esa persona que hace que tu corazón se acelere.


**********


—¡Lía, despierta!—esos cinco minutos que estaba pidiendo a mis adentros no van a suceder.—Es una hermosa mañana de lunes en la fabulosa ciudad de New York.

Mi hermano irrumpe en la habitación para prender la luz y tumbarse encima de mí.

—El único ser humano que está tan activo un lunes por la mañana eres tú.—le reclamo con la voz ronca del sueño.

Me muevo debajo de las sábanas para que él se baje de mi cuerpo sensible por las hormonas del periodo que me ha bajado ayer.

—Acompáñame, por favor.—Liam se acomoda para acostarse a mi lado.

—El parque debe estar cubierto de nieve.—me arropo hasta la barbilla.

—Sabes que a ese parque le pasan esas máquinas gigantes de remover nieve.—hala la sábana para quitármela.

Se levanta rápido de la cama para tomarme por los tobillos y arrastrarme con todo y almohadas.

—Ya, ya, ya —exclamo tratando de no caer al piso.—Me has quitado el sueño.

Me dejo llevar por la pereza para caer al suelo a un costado de la cama.

Mi habitación es bastante grande y la alfombra color violeta que cubre parte de ella impide que el frío del piso me llegue.

—Salimos en cinco.—sonríe satisfecho mientras sale de la habitación.

Mi hermano y yo salimos cada día antes de la escuela al parque, él siempre va a correr y yo solo lo acompaño en mis patines.

Hemos tomado eso como un ritual ya que Liam es el mariscal de campo del equipo de la escuela y busca ser aceptado en la universidad de Columbia.

Yo soy la capitana del equipo de porristas y también tengo que mantenerme en forma. Pero lo hago mayormente porque me gusta sentirme saludable a mi manera.

En menos de cinco minutos cepillo mis dientes, me visto con ropa deportiva térmica y bajo a la cocina para esperar a mi hermano mientras me como una fruta.

—¿Estas listo?—visualizo a Liam entrar a la cocina con su ropa deportiva y cabello desarreglado.

Liam es bastante alto y robusto, tiene unos ojos color esmeralda penetrantes y cabello castaño claro que deja caer varias veces por su frente. En momentos cuando lo veo así comprendo porque en la escuela hay chicas locas por él.

—Vamos.—pasa por la cocina a la puerta trasera de la casa.

Trato de colocarme los patines lo mas rápido que puedo.

El parque está a solo dos calles de nuestra casa, no nos toma mucho tiempo llegar ahí.

Vivimos en Upper East Side, y aunque mayormente la zona está rodeada de edificios residenciales, nuestro hogar es una casa de ladrillos que combina con todo aquí, todo a nuestro alrededor es tan magníficamente hermoso y mágico, con la nieve aún más.

Nuestros padres son abogados y tienen la firma más prestigiosa de la ciudad, a ellos llegan personas famosas y con muchísimo dinero. Eso es lo que nos paga nuestro estilo de vida.

—Hoy te has despertado más temprano que de costumbre.—le comento a Liam cuando ya estamos terminando la tercera vuelta.

—No es fácil mantener la imagen de hermanos maravilla —me mira sonriendo.

Y es así como nos denominan en la escuela de hace un tiempo para acá.

—Yo creo que ahora lo que te tiene que importar es la universidad.—patino un poco mas rápido para pasarlo.

—No me preocupo mucho, mis notas no son las mejores de la clase pero estoy seguro alcanzarán. Además dentro de unos días  viene un caza talento de Columbia , pretendo entrenar fuerte.—aunque no lo veo sé que esta sonriendo.— Tú tampoco deberías de preocuparte mucho.

—Yo sí quiero entrar a la universidad.

—Eres la única adolescente que conozco que tiene tiempo suficiente para ser la segunda de la clase, tener vida social, entrenar para el equipo de porristas y subir historias a plataformas de Internet. Tú sí eres la chica maravilla.

Me quedo en silencio, está conversación siempre me lleva a lo mismo; Estresarme por mi ingreso a la universidad.

Unas vueltas después nos vamos a casa y conseguimos a nuestra mamá preparando el desayuno.

Para mí, Marian Wilson es la mejor cocinera del universo.

—Buenos días, mis niños—nos sonríe desde la cocina.

Mi mamá es la mas baja de estatura de los cuatro, pero respecto a carácter es toda una fiera.

Su cabello castaño esta en una cola alta.

—Buenos días a la mujer que yo más amo en el universo.—Liam se acerca a ella para darle un beso en la cabeza.

Nuestra mamá alado de mi hermano se ve tan pequeña.

—Eso es hasta que llegue una novia.—mamá sonríe.

Liam se tensa pero lo disimula un poco, para él el tema de tener novia es algo complicado.

—Los hombres son así, se olvidan de una cuando tienen una falda en donde meterse.




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