Yo que pensaba iba a terminar mi día recostada en mi suave y calentita cama leyendo un libro que he comenzado hace poco.
Pero no.
El sonido del celular interrumpe la explicación de matemáticas que le estoy dando a Patrick.
Es mamá.
—¿Dónde estás?—uy está enojada
—Le dije a Liam que te dijera que iba a estar en casa de Patrick estudiando .
Miro al chico quien también tiene su vista en mi.
—¿Cuántas veces les tengo que decir que las cosas son o entre su padre o yo? ¡No entre ustedes mismos! Y estas a las afueras de la ciudad a estas horas —mi madre se altera.—Quiero que regreses ya, Lía Charlotte Cooper.
Bien, sí que está muy enojada.
—Okey, mamá, ya me voy.—cuelga la llamada.
Empiezo a recoger mis cosas mientras me levanto del asiento.
—Te llevo.—se levanta Patrick a mi lado.
—No es necesario, después no tendrás cómo devolverte.—bostezo.
—Te ves demasiado cansada y es peligroso que manejes a esta hora así. Es más seguro para mí volver en taxi.
Sale de la cocina para anunciarle a sus padres que saldrá un momento y se encuentra conmigo en la entrada.
—Toma.—le extiendo las llaves de la camioneta.
Estoy tan cansada que de verdad no tengo suficiente concentración para conducir.
Ya con el auto entrando a la avenida camino a la ciudad me recuesto en el asiento de lado para observar detalladamente a Patrick.
Debo aclarar que no es la primera vez.
Es un chico bastante guapo, flaco, alto y con suficientes músculos. Con la luz de los carros que vienen de frente a nosotros sus ojos se ven demasiado llamativos.
Se ve tan sexy cuando los músculos de sus brazos se contraen al mover el volante. En momentos como este, cuando lo observo de esta forma, cuando está callado y tranquilo entiendo porqué en el pasado me gustaba tanto.
Él no se parece ni a su madre. Y para nadie es un secreto que a los meses de nacido el señor Coox le puso su apellido queriendo conservar el de su padre biológico.
Lo único que se sabe de su padre biológico es que era el mejor cirujano de traumas que había en la ciudad hace veinte años, proveniente de una familia de médicos y murió en un asalto cuando Bella Müller ni sabía que estaba embarazada.
Muchas veces me he preguntado si físicamente se parece tanto a su papá como varios programas de noticias dicen.
—¿Te gusta lo que ves?—sonríe con arrogancia mirando un momento a mí dirección.
—Quisieras tú—cierro los ojos unos segundos mientras suspiro.
Muchas veces estar cerca de él me hace bajar la guardia.
—¿Qué tanto haces fuera de la escuela que no puedes ayudarme?—pregunta de repente.
Lo miro sin intenciones de contestar.
Él está concentrado en la carretera, pero en su rostro se nota lo cansado que también está.
Sé que la pregunta no es por odiosidad o malicia, simplemente tiene curiosidad.
—Escribo—le contesto sin más.
La sonrisa que sale de Patrick es genuina, no es de burla como la mayoría de las veces. Diría que es de melancolía.
—¿Todavía sigues con eso?—me mira por un momento y luego devuelve la vista a la carretera. Arrugo mis cejas sin comprender.—Te conozco a tí y a Liam desde hace muchos años. Te recuerdo perfectamente con una libreta de mariposas y lapicero de Pucca escribiendo cuentos, decías que querías ser una famosa escritora del New York Times.
Vuelve a sonreír.
»—Cuando te uniste al equipo de animación y pasó lo que...—me mira para seguir con su oración.—lo que pasó hace dos años pensé que se te había pasado eso, creí que era solo una etapa.
Me sorprende un poco que recuerde lo de los cuentos ya que fue cuando teníamos como diez años.
—¿Lo recuerdas?
—Todo lo que se trata de tí.—se aclara la garganta un poco incómodo.—O de Liam y Charlie.
**********
Patrick me deja en casa junto con mi auto, luego de recibir el regaño de mamá, comer algo y bañarme me acuesto boca arriba en mi calentita cama.
Desde hace algunos años para acá no puedo pasar mucho tiempo a solas con Patrick.
Mi hermano y yo lo conocimos porque vamos a la misma escuela desde la primaria.
Al principio nos juntamos nosotros tres, Charlie y Abby ( una chica que ya no está) para jugar. Pero un año después conocí a Nina, quien se hizo muy amiga mía y de Abby, para los trece años Patrick, Liam y Charlie ya eran un grupo aparte al de Nina, Mike, Abby y yo.
Claro, la amistad permanecía, casi inexistente, pero lo hacía, luego de un accidente hace dos años donde Abby y Liam estuvieron involucrados muchas cosas cambiaron y todos nos vinimos abajo.
—¿Puedo?—levanto el rostro para ver la cabeza de Liam asomándose por la puerta.
—Ven.—palmeo a un lado de mi colchón para que mi hermano se acueste.
—¿Cómo te fue con Patrick?—pregunta recostandose.
Ambos estamos mirando el techo.
—Él es muy inteligente, solo se tiene que aplicar un poco más.—hablo bajo.
—Ese idiota sabe que para mantenerse en el equipo tiene que cuidar sus notas.—mi hermano habla en el mismo tono que yo.—No sé cómo se descuidó tanto.
—Sus notas nunca han sido las mejores—me encogo de hombros.—Solo necesitaba que se metieran con lo que él más quiere para que las subiera tan solo un poco.
Nos quedamos en silencio unos instantes.
—Mamá me contó lo que quieres hacer cuando vayas a la entrevista de Harvard—susurra sentándose a mí lado.
—Me imaginé que te ibas a enterar.—yo me siento en posición de indio frente a él.
—¿Estás segura?—me mira a los ojos serio. Yo asiento.—Lía, quieres volver a donde pasamos los peores momentos de nuestra infancia, esa gente es... Mala. Está bien que quieras vivir en Cambridge, allá es donde está la universidad de tus sueños. Pero ¿Volver a Boston? ¿A ese lugar?