Sabor Vainilla.✓

7.–Te conozco.


Patrick.

Apenas llegué esta mañana a la casa lo primero que hice fue tomar una ducha y dormir.

Pero Blanca tiene tanta energía que a veces no puedo seguirle el ritmo.

Ha estado unos treinta minutos encima de mí tratando de despertarme.

—Patrick, por favor.—me reclama con su voz fina.— Sé que estas despierto.

Trata de abrir mi ojo izquierdo con sus delgados dedos.

—Quiero dormir—le contesto acomodandome mejor mientras sonrío.

—¡Por Dios! ¡Has dormido todo el día! —exclama.

Definitivamente esta niña no me va a dejar dormir más, no sé porque será tan intensa.

—Bien, ve a preparar todo con Alana, ya me voy a levantar —finalmente me convence.

La pequeña sale corriendo de mi habitación.

Miro el reloj que esta en mi mesa de noche para darme cuenta que son casi las cuatro de la tarde. Cepillo mis dientes y lavo mi rostro con agua fría para quitarme un poco la resaca.

Bajo hasta la cocina donde están Blanca y Alana con unos delantales puestos esperando por mí.

Mis padres están en la mesa de cristal charlando con una taza de café, lo favorito de mamá.

Se ha dignado ha despertar el señor— habla mi madre en español bastante animada.

Buenos días — contesto en el mismo idioma.

Mi abuela por parte de mamá era Venezolana, mi madre nació y creció allá, a los veintiún años vino a estudiar aquí donde mi abuelo (quién era estadounidense de nacimiento) le heredó una franquicia de hoteles de lujo.

Por lo tanto el castellano se habla fluidamente en esta familia.

Buenos días es en...—Alana se queda en blanco un momento—¿China?—ella habla un español impecable.

Aunque su falta de conocimiento por el uso horario nos saca una sonrisa a todos.

Camino hasta donde están los delantales para colocarme uno.

Mi familia no es perfecta ni pretende serlo, pero amo a estas personas con todo mi ser, al igual que a mis tíos y abuelos.

Y cuando hablo de tíos me refiero no solo a los hermanos de mi papá Alan, la hermana de mi papá Patrick y los hermanos de mamá, también hablo de mis tías Aria y América quienes son las amigas cercanas de mis padres.

—Vamos hacer esto rápido. —me posiciono en medio de mis hermanas.

Cuando se trata de la cocina es lo que más me gusta aparte de el fútbol. Pero nadie, ni siquiera mis mejores amigos conocen esta faceta de mí.

He hecho muchos cursos, y me he preparado bastante, aunque no sé muy bien para que. Mi madre siempre trata de mantener la cocina en orden y con todos los implementos  necesarios para mi.

Mis padres no me presionan y sé que ellos me apoyan. Pero tengo que tomar una decisión importante y difícil dentro de unos meses; El fútbol, la cocina o los negocios.

—¡Asi no es!—me grita Blanca cuando hago el caramelo para unos panecillos que están en el horno.

—¿Le vas a decir a Patrick como es, Blanca?—le reclama Alana.—Él es el que sabe.

Siempre que intentamos cocinar los tres, salimos de pleito.

Blanca le clava a Alana su mirada color miel.

—Yo he visto tutoriales por internet.—se cruza de brazos la menor.

—¿Por qué a ella si la dejan ver internet a los diez años?—La del medio le pregunta a mis padres quienes sonríen viendo la desastrosa escena.

Los tres tenemos harina y cosas pegajosas por todas partes, eso es culpa de Blanca quien se pone a jugar con los ingredientes.

—Buenas... Tardes.—llevo mi vista a la entrada de la cocina donde está Lía parada observando todo el panorama.

Todo se paraliza y por un momento no sé que hacer.

Ahora no soy la persona favorita de Lía y ella le puede decir a toda la escuela si le da la gana.

Y con mi reputación de no meterme sexualmente con cualquier chica, ahora si pensarán que soy homosexual.

—Lía, cariño—mi madre la recibe con cariño.—Ven, sientate.

La chica sonríe y se acerca a la mesa donde está.

—Buenas tardes, señora Coox.—saluda con amabilidad.

—¿Quieres panecillos?—le ofrece Alana—los hemos hecho nosotros.

—Me encantaría —la sonrisa no deja sus labios.

Y no parece una sonrisa forzada o incómoda, es una de amabilidad, una que casi nunca le he visto , como si le gustara estar en esta familia.

Eso causa sensaciones dentro de mí.

Lía Cooper es mi criptonita, y eso lo descubrí hace bastante tiempo, pero lo verifique cuando falleció una amiga cercana a ella, la vi junto con Liam hundirse y volver a renacer. Eso me encantó.

Llevo tanto tiempo conociéndola que a veces siento que ya no es la misma chica que era antes de ese evento.

Hasta pensé que había dejado de escribir.

Pero tiempo después comprendí que para ese entonces me concentre  en apoyar a Liam y me alejé tanto de Lía que la perdí de alguna manera.
 
—Patrick.—me habla bajo Alana.—Eres un asco, ve a cambiarte.—arrugo mis cejas—Babeas, hermano y así nunca le vas a gustar a esa chica.

¿Como ella con trece años se entera de tantas cosas?

Mi papá se da cuenta de todo y me mira con complicidad.

Aprovecho que la castaña esta sumergida en una conversación con mamá y Blanca para subir a limpiarme y cambiarme.

Minutos mas tarde cuando bajo pulcro, con varios libros y libretas está Alana acribillando a Lía con preguntas sobre porristas y todas esas cosas.

Al parecer mi hermana quiere ser animadora y tomando en cuenta que mas pequeña tomó clases de gimnasia rítmica, creo que sí podrá serlo.

—Bien, hermanita hermosa—llamo la atención de las chicas en la mesa —tenemos que estudiar.

—Aguafiestas—me mira —Hasta luego, Lía.

La pequeña le da una beso en la mejilla que corresponde con amabilidad.

Se me hace un poco raro ver a Lía Cooper ser amable.

Me siento frente a la chica dejando todo encima de la mesa.




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