Sabor Vainilla.✓

8.–No te conozco.

Lía.

He escuchado la discusión de Alana con Blanca acerca de algo que ha cocinado Patrick.

Pero al ver la escena frente a mis ojos por un momento he quedado confundida.

Patrick O'Brien, el mejor defensa del equipo de fútbol cocina postres magníficos.

Durante casi dos horas más que estudiar he estado pensando y analizando muchas actitudes del chico.

Pero no consigo nada que me confirme los rumores que es gay.

Uno, no se acuesta con cualquier chica.

Dos, cocina increíble.

Esto no es una afirmación a su inclinación sexual, hay muchos hombres que cocinan. Además lo conozco desde hace tanto tiempo que me parece casi imposible.

—¿Cómo sabes que yo los he hecho?—pregunta con su acostumbrada frialdad.

Me encojo de hombros.

—Intuición.—arrugo la nariz.—¿Mi hermano sabe de esto?—pregunto con curiosidad.

Él niega con la cabeza.

—No quiero que nadie en la escuela se entere.

—Eso quiere decir que para ti Liam es sólo un amigo del instituto.

Me molesto un poco porque para mí hermano Patrick es de verdad importante.

—No me mal intérpretes —se apresura a decir.—Mi amistad con Liam va más allá de la escuela. Sólo que no sé cómo lo tomarían él y Charlie.

Sonrío con ironía.

—Como si no los conocieras, O'Brien.

—Tampoco que soy el único. —me mira a los ojos.—Liam guarda secretos.

El corazón se agita en mi pecho y arrugo mis cejas.

¿Será que él está enterado de algo?

No puede ser, Liam no habla de eso.

—¿Por qué lo dices? —trato de sonar lo más tranquila posible.

Patrick me da una sonrisa de lado.

¡Genial! O'Brien ha volteado la panqueca.

—Llevo muchos años entrando a tu casa—alza una de sus cejas.—De algo me tenía que enterar —mis nervios aumentan.—Pero, sólo sé que tiene que ver con Boston, no sé nada más —suelto el aire que tengo retenido.—Liam no ha comentado nada y eso lo respetamos, si está guardando un secreto es para protegerse a él y su familia.—me mira con malicia.—Y por tu reacción tengo razón.

¿Ya he mencionado que no lo soporto? Pues lo recalco.

—Es momento de irme.—me levanto de la silla mientras recojo mis cosas.

El chico frente a mí coloca una sonrisa arrogante que me fastidia.

Teniendo en cuenta la pequeña resaca que aún tengo por anoche, la sorpresa de la confesión de Nina y el tremendo susto que me acabo de llevar por parte del pelinegro, no he perdido la cabeza todavía.

Patrick me acompaña hasta donde está estacionada mi camioneta.

—Buenas noches, Cooper—este me sonríe mientras mete las manos en sus vaqueros.

Abro la puerta del piloto pero me quedo un rato observándolo.

Necesito sacarme está duda.

—Patrick, ¿Tú eres... Gay?—suelto.

Él se queda mirándome con los ojos bien abiertos y luego suelta una sonora carcajada que produce salga un denso vapor de su boca debido al frío.

—¿Quieres averiguarlo?—pregunta en tono de burla. Yo solo me quedo mirándolo—Ovbio que no lo soy, Lía —contesta luego de un rato.—Me conoces hace muchos años.

—Es que ya no te conozco—me muevo para quedar frente a él. —Son tan pocas las chicas que te has llevado a la cama que son consideradas parte de una 'Elite' —en su rostro sólo hay una sonrisa burlona.

—No todas fueron exactamente en la cama—su sonrisa se ensancha.

—Deja de jugar conmigo, por favor—le reclamo.

Una de las cosas que más me encantan pero a la vez odio de Patrick es su enorme capacidad de poder mantener la tranquilidad y el humor en cualquier situación.

Aunque para ser sincera, no sé porque me preocupa un poco su respuesta.

Tal vez la que está hablando ahora es esa chica de 13–14–15 años que le encantaba el mejor amigo de su hermano.

—Deja de darle tantas vueltas al asunto, Cooper—se encoje de hombros.—Solo me apasiona la cocina y no me acuesto con cualquiera. Es algo normal que en el  Regevi–Loti parece de otro mundo.

Me encuentro a mi misma suspirando de alivio.

—Bien, adiós —me monto en la camioneta sintiendo de repente la calefacción.

Estar tanto tiempo cerca de él no es bueno para mi salud mental.

Ya tengo que dejar ir estos sentimientos por Patrick, hace tanto tiempo que no pensaba en él así.

Hace años tenerlo tanto tiempo a mi alrededor hacía que mi corazón se descontrolara, pero ahora, luego del tiempo no se siente igual, es aún más intenso.


**********


—¡Michael Anderson, apurate!

El grito de Nina el lunes por la mañana ya es costumbre.

Sonrío mientras me llevo un vaso de café a los labios. Pero cuando veo a Mike salir de su enorme casa con un zapato medio puesto, el otro en la mano y la mochila casi arrastrándose , tengo que tapar mi boca para evitar escupir el café en el auto debido a mis carcajadas.

—¿Podrias por favor dejar de gritar como cabra loca frente a mi casa?—se queja mi amigo apenas entra en el asiento trasero.

—Definitivamente has roto el record—Nina se voltea y le extiende el café que he comprado para él.

—Mi madre va a creer que ustedes me torturan.

Toma el café para darle un sorbo y terminar de arreglarse.

—Mentira no es—pongo en marcha la camioneta.

—Dale gracias al cielo que quien maneja es Lía, porque yo no te esperaría. —le comenta la chica sarcástica.

—No lo dudo.—el rubio pone sus ojos en blanco.

Como amo las discusiones matutinas de estos dos.

Pero el buen humor de mi amiga no dura mucho debido a quien está al costado de mi puesto sentado en el capó de su auto.

Bajamos todos al mismo tiempo que Dylan Hudson se pone de pies.

Mi lado amiga–protectora despierta y me coloco frente a Nina.

Dylan intenta acercarse a mi amiga, pero Mike se lo impide con el brazo.




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