Lía.
En la jornada escolar Dylan no intenta nuevamente hablar con Nina. Y ella, pues, no nos dice como se siente realmente.
Como detesto cuando se meten con las personas que me importan, me provoca ir hasta donde está Hudson y patearle las pelotas.
Y aunque las clases están bastante ligeras (por lo menos para mí.) Los entrenamientos está bastante fuertes.
Cada año en abril el equipo de animadores va al campeonato nacional de animación, no lo hacemos por los premios, lo hacemos mayormente por reconocimiento. Como esta escuela es de élite los premios se donan a una que de verdad lo necesite.
Los tres años que llevo en el equipo, dos de ellos ha sido de capitana, hemos ganado y eso me llena de tanta ilusión.
Por lo tanto aquí estoy por sexta vez en lo que va de tarde, en la cima de una pirámide humana tratando de mantener el equilibrio.
—¡Bien, desde cero!—nos grita la entrenadora Dawson.
Bajo de mi posición cuando dos de mis compañeros están esperándome.
—¡Vamos, chicos! ¡Desde arriba todos juntos!—exclamo al equipo.
Pero mi voz es ahogada por la celebración del equipo de fútbol.
¿Ya mencioné que el gimnasio no es lo suficientemente grande para tres grupos grandes de adolescentes?
Como deseo que llegue la primavera pronto para volver al campo abierto.
Dirijo la mirada hasta donde están los chicos y encuentro a Patrick observándome con una fastidiosa pero linda sonrisa de lado.
¿Que tan graciosa soy?
—Antes de comenzar—la entrenadora llama mi atención — Hay que agregar una pirueta a la coreografía. Está muy bien, pero no impresiona.
Se escuchan los quejidos de mis compañeros, esto significa cambiar gran parte del número que ya tenemos listo, pero trato de animarlos a pesar que yo también estoy cansada.
Me fascina animar y me encanta la adrenalina de concursar tanto como escribir, pero, en fechas como estas, cuando todo se junta me da el impulso de abandonar algo.
Pero, después escucho las voces de mis padres y mi hermano con un: «Tú sí puedes. Siempre podrás» y se me pasa.
Estoy muerta de sueño y cansancio cuando termina el entrenamiento que al momento de caminar hasta la Land Rover que estoy manejando hoy, lo hago casi por inercia.
—Lía—Liam se acerca a mí cuando estoy quitando el seguro de la camioneta.—Vamos en grupo a Job's ¿vienes?
Job's es una cafetería con estilo de los 70's que queda muy cerca de aquí y va casi toda la escuela.
—Estoy muy cansada—le contesto en susurros.
—Bien—me da un beso en la frente—Dile a mamá que llego para la cena, por favor.
Antes de caminar a su Mustang me da una reluciente sonrisa.
Caigo en cuenta que a un lado está la Toyota Hillux plateada de Patrick, pero él no está por ninguna parte.
Soy una tonta ¿Que hago buscándolo?
Superalo, amiga, date cuenta.
—¿Buscas a alguien, Cooper?—la voz del pelinegro me estremece cuando estoy a punto de montarme a la camioneta.
El chico está montado en su auto con el cinturón ya puesto y el vidrio del copiloto abajo. Sus labios se alzan en una de esas sonrisas que tanto me fastidian.
—Deja de estar pendiente de lo que los demás hacen.— le comento colocando mi bolso en el asiento trasero.
—¿Crees que estoy pendiente de tu vida?
—De hace una semana para acá eso parece.
Él carcajea.
Yo no le encuentro la gracia a esta conversación.
—Nuestra relación es sumamente profesional.—me guiña un ojo mientras prende el motor de la Toyota.
No comprendo como puede verse tan sexy sólo prendiendo un auto.
—Si para ti el chantaje es algo profesional, eres retorcido.
Cierro la puerta sin esperar que me conteste y respiro profundo.
El estacionamiento de la escuela queda casi vacío cuando la camioneta de Patrick lo deja.
Me dispongo a conducir a mi casa.
La ciudad de Nueva York me gusta mucho, es una ciudad brillante e imponente, nunca duerme y tiene lugares hermosos, es un lugar donde puedes cumplir cualquier sueño, aunque el tráfico es horrible.
Nosotros nos mudamos aquí poco más de doce años desde Boston y juro por lo que más amo que fue la mejor decisión que mamá y papá tomaron.
A ellos les costó un tiempo acostumbrarse y estar aquí luego de todo lo que pasaron, pero ahora ambos son tan exitosos y estoy orgullosa de ellos.
Siempre que hablo de mis padres y mi hermano crece un orgullo en mi pecho que aún no se describir.
Patrick.
Los últimos años unos de mis pasatiempos favoritos es el observar a Lía Cooper mientras práctica.
Es una de las pocas veces que se ve contenta, su posición de líder la hace ver irresistible, y cuando está haciendo alguna coreografía parece pez bajo el agua.
Me hace recordar un tiempo atrás cuando se veía tan entusiasmada mientras escribía alguna historia de fantasía en sus libretas.
Ella es feliz en esos dos mundos tan distintos.
Y yo la entiendo tanto. Yo sé que se pueden amar dos oficios al mismo nivel.
Al salir el lunes por la tarde de los entrenamientos me monto en la camioneta, y justo antes de prenderla me percato de Liam y Lía hablando sobre algo en medio del estacionamiento.
Cuando mi amigo se va hasta su auto , ella se queda unos segundos mirando mi Hillux y luego ve para todos lados buscando algo.
Me causa gracia.
Ella no es de baja estatura, de hecho aparenta un poco más de la verdadera edad que tiene, pero cuando la miras a esos ojos grandes verdes oscuro (tan oscuros que a veces no puedes saber con exactitud su color) te das cuenta que si es una adolescente que tiene miedos, como los tenemos todos.
¿De la vida? ¿La Universidad? ¿Las decisiones? La verdad no lo sé.