Sabor Vainilla.✓

12.– Un extraño en el parque.

Lía.

Llevo aproximadamente doce años viviendo en esta casa, y nunca se me había hecho tan eterno el camino de la cocina a mi habitación.

Mi corazón late desenfrenadamente en mi pecho y mis manos tiemblan de los nervios.

Cierro la puerta de mi habitación para recostar la espalda en la madera y tratar de respirar profundo. Siento que me falta el aire y no importa que tan grande sea el espacio, me asfixio.

Estoy tan orgullosa de mi autocontrol.

Es imposible que Patrick me siga gustando después de tanto tiempo, y ahora menos.

Tengo que salir a tomar aire, tengo que salir de casa, me siento muy nerviosa.

Voy hasta mi closet para tomar un abrigo grueso, me lo coloco mientras salgo de la habitación.

—Lía—Liam sale de su habitación y me mira con las cejas arrugadas—¿Que haces? 

—Yo...—no se que decir.—Necesito salir a tomar aire.

—¿Estas loca?—se acerca a mi—son como las dos de la madrugada.

—Necesito salir—lo miro a los ojos con sinceridad—De verdad.

—Es peligroso.

—Yo vuelvo rápido. —me doy la vuelta para bajar las escaleras.

—¡Lía! —mi hermano me sigue.— Lía dejate de locuras.

Ambos bajamos las escaleras rápido.

Cuando entro a la cocina para buscar mis patines en el patio trasero me consigo de frente  a Patrick.

Mi corazón que ya estaba latiendo con rapidez, se siente ahora como si tuviese taquicardia.

—¿A donde vas?—me habla el pelinegro con duda en su rostro.

Ahora sí que necesito salir de aquí.

Salgo a el patio trasero, tomo mis patines y salgo prácticamente corriendo.

Cuando llego al parque donde Liam y yo siempre venimos por las mañanas me falta el aire, he corrido rápido.

Tengo está absurda necesidad de escaparle a Patrick, no puedo estar cerca de él.

Me siento en una banca para ponerme los patines, los amarro fuerte y me pongo en marcha.

A pesar de ser de madrugada, el parque está bastante iluminado y hay algunas personas aún paseando por este. Por seguridad me mantengo cerca de la gente donde hay mucha luz de los postes.

Necesito recordar mis prioridades.

Uno, ser aceptada en Harvard.

Dos, graduarme como una de las mejores.

Tres, irme del equipo de animación como una de las mejores.

Cuatro, concentrarme en escribir.

Cinco, graduarme de la Universidad como una de las mejores.

Seis, trabajar en una editorial o abrir la mía.

Siete, publicar en físico alguno de mis libros.

En mi lista no está Patrick, no están sus lindos ojos y sonrisa encantadora.

Tengo que...

Estoy tan concentrada en mis pensamientos que sólo me saca de ellos cuando mis manos y rodillas impactan con el piso que está  frío.

¡Auch!

—¡Ey! ¿Estas bien?—me habla un chico bastante alto que estaba sentado en la oscuridad.

Mi lado desconfiado se activa.

— Sí, estoy bien.—me siento en el suelo y me alejo un poco.

—Fíjate más por donde vas.—el chico de ojos oscuros achinados me miran con burla.

—¿Que me fije?—me levanto, pero me cuesta un poco mantener el equilibrio.— Tú estabas tirado en el piso y me tropecé con tus piernas.

— Sí, pero tú tenías que estar pendiente por donde patinabas.—guarda debajo de su brazo un libro.

—¿Es en serio?—sonrío con sarcasmo.—¿Quien en su sano juicio está sentado a las dos de la madrugada en un parque leyendo?

El chico también sonríe con sarcasmo.

—¿Quien en su sano juicio está a las dos de la madrugada patinando en un parque?—contra ataca.

Que chico tan fastidioso.

Pero estoy sola a las dos de la madrugada en un parque sola con un hombre de tal vez un metro noventa, aunque delgado, podría conmigo fácilmente.

—¿Cual de los dos esta mas demente?— él mira a un lado y me percato de su oreja perforada. 

—Creo que estamos al mismo nivel.—se pone de cunclillas.

Yo retrocedo un poco por desconfianza.

Él toma un teléfono que está conectado a unos audífonos y lo sacude. Veo algunos anillos en sus dedos. Que estilo tan cool.

—Bien, fue un placer, adiós. —me pongo en marcha.

—¡Deberias curarte la rodilla!—grita a mis espaldas. 

Yo bajo la vista a mi rodilla, una de ellas se ha roto el pantalón y está sangrando.

El sólo hecho de conseguirme a un chico sólo en el parque a estas hora me ha llenado de desconfianza y miedo.

Ahora vuelvo a casa con una rodilla raspada y mi cabeza sigue igual de atormentada, yo sé eso y no salgo nada.

Entro por la puerta de la cocina con mis zapatos en la mano y el calor de mi hogar me inunda.

—¡Lía Charlotte!—Liam esta enojado—Que sea la primera y última vez que sales a estar horas sola. ¿Estas loca? ¿Y si te pasa algo? Mamá y papá no están en casa y si a ti te pasa algo ellos me matan a mí...

Mi hermano deja de regañarme cuando se fija de mi rodilla sangrando.

—No es nada.—lo tranquilizo. Camino hasta el estante donde esta la crema para los raspones.—Me caí en el parque.

La rodilla apenas y me arde o duele.

—¿Por que saliste a estas horas?—mi hermano se para frente a mi y me quita la crema de un manotazo.

Sí que está muy enojado.

—Necesitaba tomar aire.—le susurro mientras me siento en una de las butacas de la cocina. Miro a mi alrededor, la cocina está sola.—¿Donde están Charlie y Patrick?—pregunto.

—Estan arriba—Liam limpia la rodilla con un trapo húmedo —Yo baje a comer algo y volver a subir para esperarte.—Empieza a echarme crema en la herida.—¿Te sucede algo?

Alza su vista de vez en cuando.

No puedo decirle a mi hermano que la razón por la cual salí así es el chico que pasa más tiempo en esta casa que en la suya. Tengo miedo de la reacción de Liam, me importa mucho lo que él piensa, y no soy capaz de enfrentar eso.




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